El rey emérito de España, Juan Carlos de Borbón, volvió a su país después de un largo exilio. Tras dos años viviendo en Abu Dabi, aterrizó de manera discreta, a bordo de un avión privado, en un aeropuerto de Vigo, en la comunidad autónoma de Galicia.
El exilio del otrora rey, heredero de la dinastía histórica de los Borbón, nace en unas investigaciones por corrupción que se adelantaron en su contra. Fue acusado de haber estado involucrado en el cobro de coimas por la construcción de un gigantesco tren de alta velocidad en Arabia Saudita.
Estas investigaciones –que ocasionaron además que la corona, que ahora se encuentra en manos de su hijo Felipe VI, cortara todo tipo de relación financiera y formal con Juan Carlos– fueron archivadas recientemente.
La Fiscalía Anticorrupción argumentó, en este caso, que los delitos por los que se acusaba a Juan Carlos estaban prescritos o, en cualquiera de los casos, fueron cometidos antes de su abdicación, cuando el rey emérito todavía contaba con el beneficio de la inviolabilidad.
La primera parte de la visita del rey emérito fue rápida, pero bastante mediática. Contrario a lo que habría deseado la casa real, que buscaba el bajo perfil. El rey se tomó unos días en Sanxenxo, una localidad playera en Galicia, en donde asistió a una carrera regatas y en donde fue visto vistiendo un pantalón rojo, zapatos deportivos, gafas de sol y una gorra color negro.
Allí, fue fotografiado por la prensa, conversó con algunos de sus súbditos y también navegó durante un largo rato en una veleta.
La siguiente parada del rey fue Madrid, en el Palacio de La Zarzuela, donde lo esperaba el rey Felipe. Contrario a su estancia en Sanxenxo, esta visita fue discreta.
Al arribar, medio centenar de súbditos lo recibieron con pancartas y exclamaciones: “¡Viva el rey!”. Juan Carlos los saludó desde el carro e hizo, con las manos, algunos gestos de aprecio al apoyo que le mostraban.
La agenda de la casa real se encontraba vacía ese día y no hubo recibimientos especiales, así como tampoco documentos fotográficos del evento. Solamente una escueta nota de prensa relató las actividades del rey emérito durante su breve paso por la Zarzuela que, podría decirse, fue una visita de médico.
Sin saber si fue por petición de la casa real –que busca mantener su legitimidad a flote ante los constantes ataques de algunos sectores políticos–, por decisión del propio Juan Carlos o posiblemente por consenso de ambas partes –siguiendo unos acuerdos entre Juan Carlos y su hijo–, el paso del rey emérito por Madrid no duró más de un día.
La primera parte de su corta agenda fue ocupada por una reunión privada que tuvo con Felipe, quien lo recibió durante un rato en una visita que la casa real describió como un “encuentro familiar en el ámbito privado”. Posteriormente, Juan Carlos tuvo una cena a la que asistieron sus hijos y buena parte de sus nietos.
La única que faltó a la reunión fue la princesa Leonor, hija mayor de Felipe VI y actual heredera directa del trono de España, quien se encontraba atendiendo a un campamento de verano en Gales.
Por su parte, doña Sofía, esposa de Juan Carlos, no pudo almorzar con sus familiares debido a que resultó positiva para covid luego de un viaje a Miami. Según informa la nota de prensa de la casa real, Sofía de Grecia estuvo presente en la reunión, pero sin retirarse el tapabocas y guardando la distancia.
Unas horas después, el rey emérito se encontraba nuevamente a bordo de un avión hacia Abu Dabi, donde, según unos compromisos pactados con el mismo Felipe, había establecido su residencia permanente –que no exclusiva– para solo volver a España por asuntos privados.
La vuelta de Juan Carlos a España duró unos pocos días. El reencuentro con su familia, solamente unas pocas horas. Lo que es claro, es que el rey Felipe VI dejó la puerta abierta para que su padre regrese al país cuando debía atender otros asuntos privados, como este. Pero todo indica que serán visitas de médico.