El izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva comienza este lunes 31 de octubre a lidiar con los desafíos de gobernar por tercera vez Brasil, un país partido en dos, aunque su primer reto es el silencio del presidente derrotado en la segunda vuelta, Jair Bolsonaro.

El líder del Partido de los Trabajadores (PT), de 77 años, se impuso a Bolsonaro por un margen muy estrecho, con el 50,9 % de los votos frente a 49,1 % del ultraderechista, de 67 años.

Pasadas más de 12 horas desde el resultado oficial, Bolsonaro no se ha pronunciado sobre la victoria de Lula, reconocida de inmediato por numerosos líderes de la comunidad internacional, empezando por el estadounidense Joe Biden.

El ultraderechista se recluyó el domingo en la residencia oficial de la Alvorada en Brasilia y este lunes llegó al Palacio de Planalto sin dar declaraciones, constató un fotógrafo de la AFP. Apenas algunos aliados parlamentarios del presidente admitieron la derrota en redes sociales, donde el bolsonarismo suele estar activo de manera permanente.

Camioneros y otros manifestantes bloqueaban el lunes varias carreteras de Brasil, en una aparente protesta por la derrota de Bolsonaro, informaron las autoridades. La bolsa de São Paulo cedía 1,58 % poco después de la apertura, mientras el real brasileño se depreciaba frente al dólar, a 5,40 desde el cierre del viernes 28 en 5,30.

Luiz Inacio Lula da Silva, dando su primer discurso como presidente electo de Brasil. | Foto: AFP or licensors

Lula con Alberto Fernández

Lula se reunirá este lunes en São Paulo con el argentino Alberto Fernández, un aliado de larga fecha, informó la presidencia en Buenos Aires. Consciente de los retos que tendrá a partir del 1 de enero de 2023, cuando asumirá en el Palacio del Planalto, Lula reconoció en su discurso tras la victoria que le tocará gobernar “en una situación muy difícil” y señaló que es necesario restablecer “la unidad” de los brasileños.

La transición podría marcar un primer desafío para Lula, explicó Paulo Calmon, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Brasilia. “Lula debe cuidarse, primero, de una ‘tercera vuelta’: de cualquier desafío que Bolsonaro y sus aliados puedan crear, como (Donald) Trump en Estados Unidos, para deslegitimar su victoria y movilizar a su electorado contra él”, dijo Calmon.

La diferencia en votos fue de dos millones, la victoria más ajustada de la historia en Brasil para una segunda vuelta, tras una campaña polarizada y tensa. Marco Antonio Teixeira, politólogo de la Fundación Getulio Vargas, aseguró que Lula tendrá que trabajar para ampliar la “legitimidad” del Gobierno, integrando a sectores ajenos al Partido de los Trabajadores a su administración.

Entre ellos estaba la tercera candidata con más votos en primera vuelta, la senadora centrista Simone Tebet, que se unió a la campaña de Lula para el balotaje. También deberá dialogar con gobernadores bolsonaristas. “Necesita ampliar su apoyo para unificar el país”, agregó Teixeira.

Lula, que gobernó Brasil de 2003 a 2010, llega al poder en buena medida apalancado por el apoyo de los más pobres, entre quienes existe una memoria afectiva de la bonanza bajo su administración en tiempos de boom de las materias primas.

El izquierdista prometió “arreglar el país” y lanzó diversas promesas para mejorar el bolsillo de los brasileños, entre ellas aumentar el salario mínimo y reforzar programas sociales. Adriano Laureno, de la consultora Prospectiva, dijo que el resultado de Bolsonaro, que terminó como el candidato en segunda posición mejor votado en la historia democrática brasileña, anticipa que Lula tendrá una oposición “fuerte” y posiblemente “organizada en las calles”.

Lula da Silva asumirá como presidente el primero de enero de 2023. | Foto: AFP or licensors

Promesas de bonanza

En su campaña, el líder del PT destacó sus logros socioeconómicos pasados, como la salida de la pobreza de más de 30 millones de brasileños gracias a iniciativas sociales. En este tercer período no contará con la misma bonanza.

Si bien la economía da señales de mejoría, con crecimiento, menos inflación y más empleo, está lejos de la prosperidad que alcanzó a comienzos de siglo y enfrenta un mundo en riesgo de una recesión global.

Si no son satisfechas, las expectativas podrían volver como un búmeran, coinciden analistas. “Comenzará con muchas dificultades en la economía. Asumirá en un mundo en posible recesión, con la tasa básica de interés muy alta en Brasil y una ‘bomba’ fiscal de 400.000 millones de reales -unos 76 mil millones de dólares-”, explicó Laureno.

El Congreso, que el 2 de octubre se movió a la derecha con la elección de conservadores y aliados de Bolsonaro, puede ofrecerle, por último, una oposición legislativa más férrea a la que enfrentó en sus otros dos gobiernos. El Partido Liberal de Bolsonaro,tendrá la mayor bancada en Diputados, con 99 representantes.

*Con información de AFP.