El Parlamento Europeo aprobó este martes 14 de febrero el proyecto de reglamentación que les pone fin a la venta de vehículos nuevos con motor a gasolina y diésel para el año 2035.
El emblemático texto para los objetivos climáticos europeos, al que se opuso el PPE (conservador, principal partido de la Eurocámara), fue aprobado por 340 votos a favor, 279 en contra y 21 abstenciones.
“Llegamos a un acuerdo histórico, que concilia el automóvil y el clima”, dijo la eurodiputada ecologista Karima Delli, presidente de la comisión de transporte.
El texto prevé reducir a cero las emisiones de CO₂ de los vehículos y las camionetas nuevos en Europa a partir de 2035. Esto significa, de hecho el cese, de las ventas de vehículos y utilitarios livianos nuevos a gasolina y diésel en la UE para esa fecha, al igual que híbridos (combustible-eléctrico), a favor de vehículos 100 % eléctricos.
En Colombia, el presidente Gustavo Petro, desde cuando era candidato, afirmó que buscaría chatarrizar los carros a gasolina y que, al igual que con la decisión que acaba de tomar el Parlamento Europeo, tomaría un plazo de 12 años lograrlo.
“En esos 12 años cada vez aumentará más la oferta mundial de carros y motos eléctricos, y disminuirá cada vez más la oferta de carros y motos de gasolina. [...] Además, cuando cese la exploración de petróleo tenemos 12 años de reserva. Si dejamos de exportar, tenemos doce años en los que las reservas van a sostener la demanda interna de petróleo. [...] En ese mismo sentido, cada vez que usted vaya a comprar, sea porque su carro se envejeció o sea porque llegó el momento de cambiar de modelo, vaya al mercado a comprar su carro, cada vez usted encontrará más ofertas de carros eléctricos, híbridos, y cada vez menos oferta de carros de gasolina”, dijo cuando era candidato a la Presidencia.
Transición energética: cinco tendencias que marcarán la ruta en 2023
Para el caso de Colombia, el país tiene el reto de transformar su modelo de energía eléctrica y para lograrlo será clave que el sector simplifique procesos, sea más eficiente y limpio. La apuesta por fuentes de energías alternativas como sol, hidrógeno, viento, entre otras, es solo el comienzo, pero no suficiente. El siguiente paso de este cambio de paradigma requerirá de un nuevo impulso tecnológico.
Según las proyecciones de la Unidad de Planeación Minero-Energética, la demanda de energía eléctrica en el país entre 2023 y 2026 se incrementará hasta 3,68 %. De hecho, un reciente reporte de la start-up Bia (firma comercializadora de energías limpias), indica que es necesaria una revolución digital de este sector que involucre, no solo al medioambiente, también a los usuarios, para poder satisfacer la demanda sin impactar de forma negativa sus bolsillos y tampoco al planeta.
Sebastián Ruales, CEO de la compañía, indicó que el uso de materias primas renovables y amigables con el medioambiente ha dejado de ser un tema cliché y con el paso del tiempo se ha posado como una prioridad que incluso exigen muchos inversionistas antes de optar por una firma a la cual apoyar.
“La tecnología ha empezado a modificar la cadena de valor de la energía, convirtiendo a los usuarios en agentes activos y en ‘prosumidores’, es decir, personas y empresas que no solo consumen, sino que aportan su energía generada a la red”, dijo este experto.
En esta línea, el análisis de BIA propone cinco tendencias: las “5 D”, que serán clave para continuar avanzando en la transformación energética de Colombia.
Digitalización. Por primera vez en la historia, la energía incorpora tecnología para un consumo más inteligente y responsable. Esta apuesta por lo digital permite conocer dónde, cómo, en qué momento, quién y con qué dispositivos se está consumiendo el servicio. A esto se añaden algoritmos de inteligencia artificial que permiten predecir consumos, daños o posibles fallas del flujo energético.
A través de esta digitalización, con la participación de nuevos actores, las empresas pueden tomar un rol mucho más activo, como elegir el proveedor que más les convenga, desconectar equipos en horas punta en los que la energía es más costosa o programar la recarga de un vehículo eléctrico para que se cargue en la madrugada, cuando el costo de la energía es más económico.
Democratización. En el pasado, solo las grandes empresas podían generar energía por medio de proyectos centralizados. Hoy en día, cualquier usuario tiene la oportunidad de generar su propia energía con opciones renovables, asumiendo un rol más activo en el ecosistema y ahorrando costos. La democratización también garantiza que haya información disponible para todos los participantes.
Descentralización. En la actualidad, los usuarios empiezan a estar más involucrados en la toma de decisiones sobre su consumo energético. Por ejemplo, pueden producir su propia energía y entregar sus excedentes a la red, de tal manera que los flujos pasan a estar descentralizados, dando así una mayor dinámica al mercado y generando oportunidades de ahorro económico.
Desregulación. Hoy en día, Colombia es de los países con uno de los sistemas energéticos más abiertos: la generación y la comercialización son de libre competencia. Cada vez más, se promueven reglas que fomentan la competencia hacia un libre mercado para beneficio de los usuarios. De hecho, desde hace 30 años es posible cambiar de comercializador; sin embargo, la mayoría de los usuarios no lo sabe, piensa que no tiene opciones y en consecuencia se queda amarrada de por vida con su proveedor actual.
Descarbonización. La batalla contra las emisiones de dióxido de carbono por los combustibles fósiles continúa, por lo que es necesario redoblar esfuerzos para tener energía más limpia.
En este sentido, algunos puntos claves serán: primero, generar un mayor impulso a fuentes de energía renovables: solar, eólica, hidroeléctrica, etc.; segundo, digitalizar la infraestructura de la red, para optimizar consumos; tercero, fomentar la implementación de sistemas de almacenamiento de energía eficiente; cuarto, impulsar la electrificación del transporte, que hoy en día se mueve principalmente con combustibles fósiles.