El episodio ha servido para desenterrar el pasado de la casa Windsor y la relación de Eduardo VIII con ese partido criminal. El sábado pasado la fa-milia real británica se vio enfrentada nuevamente al escándalo, cuando el tabloide londinense The Sun publicó en su primera plana una fotografía de la hoy reina Isabel II haciendo el saludo nazi. La imagen, que provocó un huracán de críticas en todo sentido, fue tomada aproximadamente en 1933 en los jardines del castillo de Balmoral, Escocia. Isabel, que entonces era princesa y tenía 7 años, aparece con su madre, su hermana Margarita y su tío el príncipe Eduardo. No se sabe cómo accedió The Sun al material, extraído de un filme de 17 segundos que también publicó en su web. En él se puede ver a las princesas jugar y también a su tío, el entonces príncipe de Gales, que después se convirtió en el efímero rey Eduardo VIII. Asimismo, en la escena se ve a la madre de las pequeñas, Isabel, levantando su brazo junto con el príncipe, que además incita a Margarita a hacerlo. Varios historiadores apuntan a que detrás de la cámara estaba el padre de Isabel II, el entonces príncipe de York, que tres años después se convertiría en el rey Jorge VI. “El príncipe Alberto era muy aficionado al cine y captaba imágenes de su familia”, aseguró a SEMANA el historiador Christopher Wilson. La imagen, que ha generado estupor en la opinión pública, provocó una guerra entre los tabloides británicos y la casa real. El Daily Mail decidió encabezar una campaña de desagravio alegando que la reina era muy pequeña para entender lo que significaba el saludo y que fue manipulada por su tío. La casa real británica se ha mostrado “molesta” por la publicación. Un portavoz del palacio de Buckingham dijo: “Mucha gente verá estas imágenes en el momento y contexto inapropiados. Esta es una familia jugando y en un momento haciendo referencia a un gesto que muchos habrían visto en las noticias”. El palacio de Buckingham anunció que ha comenzado a investigar si la cinta fue sustraída de los archivos reales con un procedimiento delictivo. The Sun, sin embargo, defiende la publicación de las imágenes. Su director, Stig Abell, justificó el uso del material como un documento histórico que no trata de criticar a la reina o a su madre. “Es un documento que realmente arroja luz sobre el comportamiento de Eduardo VIII”, aseguró. Algunos recordaron que hace diez años, el mismo periódico salpicó la imagen de la familia al mostrar a su nieto, el príncipe Harry, disfrazado con un uniforme con un brazalete rojo con la esvástica. El nuevo episodio ha servido para desenterrar las conexiones de la familia real con Alemania y sus gobernantes, que datan de varios años antes de la Segunda Guerra Mundial. En efecto, hasta el 17 de julio de 1917, cuando en plena guerra con ese país el rey Jorge V adoptó el apellido Windsor, la familia llevaba el nombre de Sajonia-Coburgo-Gotha. Ese linaje germánico, presente en otras monarquías europeas, llegó al trono de Gran Bretaña en 1901 cuando murió la reina Victoria –de la antigua Casa Hannover, también germánica– y ascendió al trono su hijo Eduardo VII. Su nieto Jorge V, que reinó desde 1910 hasta 1936, era primo del káiser alemán Guillermo II y del zar ruso Nicolás II. El malo de la película El tío de Isabel II que aparece en la filmación heredó el trono en 1936, cuando se convirtió en Eduardo VIII. Pero solo reinó durante 325 días, hasta que abdicó escandalosamente para poder casarse con Wallis Simpson, una socialite estadounidense divorciada dos veces y fuertemente repudiada por los miembros de la familia real. Hoy los medios han recordado que después de ceder el trono a su hermano, que se convirtió en el popular rey Jorge VI, Eduardo viajó a Alemania en 1937 invitado por Adolf Hitler. Apoyaba abiertamente al führer, e incluso estuvo a favor de una alianza con su país. Hitler lo consideraba un amigo y pensaba que las relaciones angloalemanas podrían haber mejorado a través de Eduardo. “Su abdicación fue una grave pérdida para nosotros. Si se hubiera quedado, todo habría sido diferente”, dijo alguna vez Albert Speer, el arquitecto de Hitler. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Eduardo se dedicó a pronunciar discursos para criticar la actitud británica y defender a los alemanes. Se estableció en Francia y se encontraba en ese país cuando los nazis lo invadieron. Poco antes, en una entrevista a la revista Liberty, censurada en Gran Bretaña, dijo: “Si Hitler fuese derrocado sería trágico para el mundo. Hitler es un gran hombre”. Dadas las polémicas movidas políticas de Eduardo, el primer ministro Winston Churchill decidió apartarlo, y enviarlo como gobernador de Bahamas en 1940. Lord Caldecote le escribió a Churchill antes de que la pareja viajara: “El duque es conocido por ser pronazi y puede convertirse en el centro de la intriga”. Después de la guerra, Eduardo admitió en sus memorias que admiraba a los alemanes, pero negó ser pronazi. Mientras Eduardo era enviado vergonzosamente a Bahamas, su hermano se convirtió en Jorge VI. Tomado por sorpresa, el tímido e inexperto monarca adquirió gran popularidad por su conducta solidaria en medio de los peligros y privaciones impuestas por la guerra a la población. Su hija, la hoy reina Isabel II, sirvió en el Servicio Territorial Auxiliar, la rama femenina del Ejército británico, lo que hizo que su reinado empezara con el pie derecho a la muerte de su padre, en 1952. Desde entonces, Isabel II ha sido una monarca impecable, más allá de los problemas de su familia. Y por otra parte, aun si los gestos de los protagonistas de la foto del escándalo fueran conscientes, reflejarían una época anterior a la guerra y al Holocausto, cuando, como dijo a SEMANA Karina Urbach historiadora de la Universidad de Londres, los nazis eran vistos como los grandes enemigos del avance del comunismo soviético, y tenían simpatizantes en todo el mundo, como el industrial estadounidense Henry Ford y el gran héroe de su país en la época, el aviador Charles Lindbergh.