La sorprendente victoria de Donald Trump, y su correspondiente ascenso a la presidencia, es un repugnante eventoen la historia de Estados Unidos y la democracia liberal. En resumen, una tragedia que representa el triunfo del autoritarismo, la misoginia y el racismo, escribió la madrugada del miércoles David Remnick, el editor de The New Yorker, con la sangre aún fresca en el ojo.“El 20 de enero de 2017, nos despediremos del primer presidente afroamericano -un hombre de integridad, dignidad y espíritu generoso- y seremos testigos de la investidura de un conservador que hizo poco para rechazar el respaldo de las fuerzas de la xenofobia y la supremacía blanca. Es imposible reaccionar a este momento con nada menos que repugnancia y profunda ansiedad”, escribió tan pronto se conoció el resultado de los comicios.Puede leer: Así sería el mundo si gobernara Donald TrumpLa visión del ganador del Premio Pullitzer, uno de los cronistas más admirados del planeta, cobra especial relevancia por tratarse del autor de The Bridge (El Puente), la biografía política de Barack Obama.“Hay, inevitablemente, miserias por venir: una Corte Suprema crecientemente reaccionaria; un envalentonado Congreso derechista; un presidente cuyo desdén hacia las mujeres y las minorías, las libertades civiles y los hechos científicos, por no hablar de la simple decencia, ha sido repetidamente demostrado –abunda Remnick–. Trump es la vulgaridad sin límites, un líder nacional sin conocimientos que no sólo sacudirá los mercados, sino que infundirá el miedo en los corazones de los vulnerables, los débiles y, sobre todo, las muchas variedades de Otro a quienes ha insultado tan profundamente. El Otro afroamericano. El Otro hispano. El Otro femenino. El Otro judío y musulmán. La manera más esperanzadora de ver este penoso evento es que estas elecciones y los años venideros serán una prueba de la fortaleza, o la fragilidad, de las instituciones estadounidenses. Será una prueba de nuestra seriedad y resolución”.La llegada de Trump pone en riesgo el legado del carismático presidente demócrata, adorado en la mayor parte del mundo a diferencia del temido magnate republicano, que de alguna manera se convirtió a lo largo de la campaña en el némesis del también premio Nobel de Paz. Trump ha prometido que una de sus prioridades en la Casa Blanca será deshacer todo lo alcanzado por Obama.Como candidato, el magnate inmobiliario se convirtió en una caricatura retorcida de la derecha más radical, y su triunfo arrojará al país a un periodo de incertidumbre económica, política y social todavía inimaginable, que conducirá al declive y sufrimiento nacional, pronostica el editor de The New Yorker.El panorama no puede ser más sombrío, apunta Remnick, al narrar que mientras se conocían los resultados de los últimos estados un amigo lo llamó ansioso y temeroso de los conflictos por venir, preguntándole por qué no abandonar el país. “Pero la desesperación no es respuesta. Combatir el autoritarismo, evidenciar las mentiras, luchar honrosa y ferozmente en nombre de los ideales estadounidenses, eso es lo que queda por hacer –concluye–. Eso es todo lo que queda por hacer”.