“Plan espurio y criminal”, esas fueron las palabras con las que la justicia argentina describió los hechos que llevaron a la condena de Cristina Fernández de Kirchner. El episodio de corrupción que la había perseguido por años por fin le había dado jaque. Furiosa, la hoy vicepresidenta de Argentina salió en un video a defenderse, en medio de uno de sus momentos más turbulentos y del caso que puede ponerle punto final a su carrera política.
“Esto es lo que querían. Me va a poder meter presa después del 10 de diciembre. Eso sí, siempre y cuando, algún empresario, algunos Caputos de la vida no se les ocurra financiar a algunas otras bandas de marginales, y antes del 10 de diciembre de 2023 me peguen un tiro. Eso es lo que quieren, presa o muerta”, dijo eufórica.
El fallo que la condena a seis años de prisión y la inhabilitó para ocupar cargos públicos de manera perpetua por fraude y corrupción cuando presidió Argentina de 2007 a 2015, se da apenas dos meses después de que un supuesto lobo solitario intentó asesinarla en las calles. Realmente fue un milagro que haya sobrevivido y hoy se sabe que lo que sucedió es que el arma que llevaba Fernando Sabag Montiel se encasquilló y las balas no salieron.
La justicia logró probar que se trataba de un ataque premeditado con unos audios bastante explícitos del grupo delincuencial los Caputos, que ella mencionó en su alocución: “Un tipo para que la mate a Cristi” o la orden de agredirla “con antorchas, bombas y fierros”.
Cristina no pudo ser más contundente y también se despachó contra lo que ella denominó es una “mafia judicial”. Desde hacía tiempo, había dicho que desconocía el veredicto de este tribunal, pues la sentencia en su contra estaba escrita de “antemano”. Dijo que los jueces estaban inventando pruebas en su contra y que realmente se trataba de un “pelotón de fusilamiento”.
A pesar de que era un escenario posible para ella, la confirmación de la condena la desencajó. Y, al final, dijo algo que nadie esperaba: “No voy a ser candidata a nada, ni a presidenta, ni a senadora. Mi nombre no va a estar en ninguna boleta. Termino el 10 de diciembre y me vuelvo como me volví el 10 de diciembre de 2015 a mi casa. A mi casa, de donde salí un 25 de mayo de 2003 para acompañar a quien fuera mi compañero (Néstor Kirchner)”.
El adiós de Cristina Fernández de Kirchner del poder se convirtió en la noticia nacional más importante y tuvo un eco enorme en América Latina. Como era de esperarse, la condena generó una ola de solidaridad en la izquierda del continente y un espaldarazo para lo que todo el mundo ve como su regreso al poder en las próximas elecciones.
El más enérgico, por supuesto, fue Nicolás Maduro. “Desde Venezuela expresamos nuestro firme rechazo a la permanente persecución mediática y política a la que han sometido a la vicepresidenta. Más temprano que tarde la verdad se impondrá y la voz del pueblo argentino será respetada”, subrayó en un claro guiño a que no interrumpa su carrera política.
“No tengo duda de que es víctima de una venganza política y de una vileza antidemocrática del conservadurismo”, agregó el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. Desde Cuba también hubo vientos de solidaridad. Su canciller, Bruno Rodríguez, rechazó el “acoso judicial y mediático, que tiene claros fines políticos”.
Muchos consideran que Cristina Kirchner será una especie de Lula, que tras años de ser escudriñado por la justicia y luego condenado, logró volver al poder en medio de la gloria de haber derrotado al polémico Jair Bolsonaro en octubre pasado. El mismo Lula lo piensa así. En su mensaje, aseguró que la hoy vicepresidenta es víctima de lo que se conoce como lawfare, es decir, usar las leyes para promover persecuciones políticas desde la rama judicial.
Lula recordó su propio caso, cuando fue condenado por el escándalo de Lava Jato. El recién designado president
e de Brasil estuvo 580 días preso. “Aquí en Brasil sabemos bien cuánto esa práctica puede causar daños a la democracia. Espero que haya una justicia imparcial e independiente para todos y por el pueblo de Argentina”, dijo enfático.
Otros, que aseguran conocerla bien, advierten que es una mujer de palabra y que se trata verdaderamente del final de su carrera. No tendría por qué haber dicho que se retiraba este 10 de diciembre.
Sin embargo, el problema es que no hay otra candidata que tenga más opción para ganar las elecciones en 2023 que ella, según registra el diario El Clarín en uno de sus análisis. Su popularidad parece inmutable pese a las decenas de polémicas que ha vivido.
El presidente Alberto Fernández la defendió a capa y espada. Aseguró que “ha sido condenada una persona inocente”. Sin embargo, se sabe que llevan varios meses de lo que El Clarín llama “peleas internas insalvables. La avanzada sobre la Justicia es, en ese sentido, el único rubro que los une”.
Se supo que tras la condena, el kirchnerismo hizo un almuerzo para pensar la estrategia de defensa de Cristina y la avanzada que harán para no perder el poder. Sin embargo, sin ella en la baraja este escenario es muy difícil. “En Argentina, para ser presidente de cualquier partido, hay que ser peronista. Eso no pasa en ningún país. Todos han sido corruptos”, concluye el excanciller Julio Londoño Paredes.
¿Por qué la condenaron?
A Cristina Kirchner la justicia la investigó y condenó por el delito de administración fraudulenta en perjuicio del Estado. Los hechos tienen que ver con su gestión como presidenta en los que, según la justicia argentina, hubo en 51 licitaciones adjudicadas al Grupo Austral “una extraordinaria maniobra fraudulenta que perjudicó los intereses” del Estado. El principal protagonista de este proceso es Lázaro Antonio Báez, la cabeza del grupo, con quien, según el fallo, la entonces presidenta compartió los beneficios económicos de este entramado. El empresario también fue condenado.
La compañía había sido fundada apenas unos días antes del ascenso al poder de los Kirchner, en 2003. Báez era un gerente de banco con nula experiencia, por lo cual ha sido señalado de ser un simple testaferro de la familia presidencial.
“Venta de inmuebles, fideicomiso de construcción, un terreno en condominio, entre otros, que generaron que entre 2009 y 2015 Austral Construcciones garantice ingresos por más de 40 millones de pesos argentinos (1.136 millones de pesos colombianos) al patrimonio de la vicepresidenta”, señala el diario El Clarín. La mayoría de los hechos tienen que ver con obras viales en la provincia de Santa Cruz (Patagonia), la cuna política tanto de Cristina como del fallecido Néstor Kirchner. Por esta razón, el caso se conoce como el de “vialidad”. Se calcula que las 51 obras que tuvo el Grupo Austral representaban el 80 por ciento de toda la contratación en infraestructura de esa región. La empresa dejó de operar apenas los Kirchner dejaron el poder, en 2015.
La condena no significa que vaya a la cárcel, pues al proceso aún le falta surtir apelaciones y llegar a las últimas instancias. Ni siquiera significa que no pueda lanzarse en 2023. La vicepresidenta además goza de inmunidad por su cargo actual.