Muchos la califican como la elección presidencial más incierta desde el regreso de la democracia a Brasil en los años ochenta. El hecho de que un racista nostálgico de la dictadura lidere las encuestas tiene con los pelos de punta a más de uno, pero preocupa más que el discurso populista de Jair Bolsonaro gane adeptos día a día. Escucha"¿Qué pasaría si gana Bolsonaro?" en Spreaker. Hace unos meses, Bolsonaro no pasaba del 15 por ciento en la intención de voto; la mayoría (cerca del 40 por ciento) estaba con un Lula da Silva, que desde la cárcel movilizaba a todos los que añoraban su regreso. Con el popular dirigente fuera de la carrera por la presidencia, el panorama tuvo un cambio dramático. Bolsonaro espera la segunda vuelta con una intención de voto del 56 por ciento, contra el candidato del PT, Fernando Haddad, que no logró, hasta ahora, adquirir los votos que movía su líder Lula.
Fernando Haddad pasó de ser la fórmula vicepresidencial de Lula a comandar la candidatura del PT. Puede leer: Cambia el tablero de las elecciones presidenciales en Brasil: Lula desistió de su candidatura Los brasileños viven con hastío por cuenta de una clase política corrupta y con fenómenos en crecimiento como la violencia y el desempleo, que en julio alcanzó el 12,3 por ciento. Tener tan cerca esos problemas terminó por nutrir el discurso antiestablecimiento de Bolsonaro, quien promete mano dura contra los principales partidos políticos del país y líderes tradicionales asociados a la corrupción, lo cual explica parte del impulso que llevó al ultraderechista a la vanguardia de la carrera presidencial. Bolsonaro veía desde el hospital cómo el resto de partidos de centroizquierda se sacaban los ‘trapitos al sol’ durante los debates de la primera vuelta. Ahora, en la segunda vuelta y sin debates -por la negativa de Bolsonaro de participar- las acusaciones de lado y lado distorsionaron la realidad y los brasileños han visto más ataques que propuestas. Sobre estas últimas, el Instituto Paraná Pesquisas reveló las razones que más seducen de cada candidato. Por ejemplo, a Bolsonaro lo votarán por luchar contra la violencia y por representar un cambio; a Haddad, principalmente por su cercanía a Lula. El estudio también indica que los brasileños votan más por proximidad a los candidatos y no tanto por propuestas partidarias, y están interesados en diferenciar a los populistas de los no populistas, castigando en las urnas a los candidatos más reaccionarios. Por eso sorprende el primer lugar en las encuestas de Bolsonaro, precisamente conocido por sus comentarios misóginos y por sus ataques contra negros, indígenas y homosexuales. Le sugerimos: “Corrupción e impunidad caminaban juntas, como gemelas”: Sergio Moro Aunque sorprenda, hombres con esas mismas ideas y perfil político han llegado al poder. Donald Trump en Estados Unidos y Rodrigo Duterte en Filipinas son vivos ejemplos de que el populismo seduce, y Bolsonaro lo está aplicando en Brasil a su manera. Por ahora, solo dos obstáculos podrían detener al exmilitar de llegar al Palacio del Planalto: Fernando Haddad y las mujeres brasileñas.
Ambos candidatos se prepararon para el balotaje que determinará quién se queda con la presidencia. Por eso buscan posicionarse entre los votantes con más poder de decisión y ahí es donde las mujeres podrían convertirse en un dolor de cabeza para Bolsonaro. Más de un millón de mujeres han usado las redes sociales para promover una campaña contra el exmilitar. Muchas de ellas, en especial las negras, temen una presidencia de Bolsonaro por cuenta de sus posturas racistas y extremistas. En Brasil, las mujeres representan más del 52 por ciento de los 147 millones de votantes habilitados y, de acuerdo con una encuesta de Datafolha, a Bolsonaro lo rechaza el 49 por ciento de ellas, mientras que apenas lo apoya un 17 por ciento. Consciente de esa variable, Bolsonaro ha intentado estrechar los lazos con las mujeres de su país. Antes del atentado en su contra, grabó un video en el que contó las razones que lo llevaron a reversar su vasectomía. Dijo que lo había hecho para hacer feliz a su esposa porque “las mujeres en gran medida encuentran satisfacción en tener hijos”. Mientras que algunas lo aplaudieron, otras lo criticaron por misógino. En una manifestación en Recife, al nororiente de Brasil, varios seguidores de Bolsonaro gritaban consignas contra grupos feministas, diciendo que deberían alimentarlas con comida para perros. Y para completar, Hamilton Mourão, su fórmula vicepresidencial, dijo en otro acto de campaña que las familias encabezadas por madres y abuelas “son fábricas de inadaptados que alimentan a las bandas de narcotraficantes locales”. Sumido en una grave crisis institucional debido a los numerosos escándalos de corrupción de los últimos años, el gigante suramericano elegirá al sucesor del presidente Michel Temer este domingo. Una odisea para los votantes brasileños que, en busca del cambio, pueden terminar empujando a su joven democracia al campo minado del populismo.