Un cambio drástico tras cinco años bajo un gobierno de izquierda sería el giro que tomaría España de cara a las elecciones del próximo domingo, en donde se definirá al ganador entre el actual presidente, Pedro Sánchez del PSOE, que aspira a la reelección, y el líder candidato del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo.
El presidente del Gobierno convocó a elecciones anticipadas después de los pobres resultados de que su partido y su socio minoritario de coalición, Unidas Podemos, en las elecciones regionales y municipales.
El Partido Popular de centroderecha fue el más votado en los comicios del 28 de mayo. Los sondeos de las elecciones generales han mostrado al PP en primer lugar, aunque probablemente necesitaría apoyo del partido de ultraderecha Vox, liderado por Santiago Abascal, para formar Gobierno.
Esa coalición supondría el regreso de una fuerza de ultraderecha al Gobierno español por primera vez desde la transición democrática española tras la muerte en 1975 del general Francisco Franco, el dictador que gobernó España durante casi 40 años.
El Partido Popular y Vox han acordado gobernar juntos en unas 140 ciudades y pueblos desde mayo, así como añadir otras dos regiones a la que ya gobernaban en coalición. El senador Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, no ha descartado un acuerdo a nivel nacional.
Vox, dirigido por el exmiembro del PP Santiago Abascal, de 47 años, se opone al derecho al aborto, niega el cambio climático y rechaza la necesidad de que el Gobierno combata la violencia de género. Los sondeos electorales indican que el partido podría ser el tercero más votado este fin de semana, lo que convertiría a Abascal en un socio decisivo.
Para Nagore Calvo Mendizabal, profesora de política y sociedad española y europea en el King’s College London, la probabilidad de que Vox entre en el Gobierno plantea las elecciones parlamentarias del domingo “en términos de que lo que está en juego es el futuro de la democracia en España”.
El programa de Vox es prácticamente “un copia pega de los principios del régimen de Franco”, dijo Calvo. Por ejemplo, promete un regreso a un gobierno centralizado, eliminando las 17 comunidades autónomas que se formaron tras la muerte de Franco.
Más allá de España, el gobierno del PP-Vox supondría que otro miembro de la UE ha virado drásticamente a la derecha, una tendencia que ya se ha visto en Suecia, Finlandia e Italia. Países como Alemania y Francia están preocupados por lo que supondría eso para la política migratoria y climática comunitaria, dijo Calvo.
España asumió el turno de presidencia de la UE el 1 de julio. Sánchez había confiado en utilizar el mandato de seis meses para mostrar los avances de su gobierno antes de unas elecciones nacionales previstas en principio para diciembre.
Las preocupaciones de los votantes sobre inmigración y coste de la vida, así como la frustración con la interferencia percibida de la UE en asuntos nacionales, se han mencionado a menudo para explicar el aumento del apoyo a la derecha en otros países.
En España, sin embargo, el tema dominante es la “honorabilidad” del líder socialista, que gobierna desde junio de 2018, indicó María José Canel Crespo, profesora de comunicación política en la Universidad Complutense de Madrid.
Durante la mayor parte del año, el PP ha hecho una agresiva campaña parlamentaria y mediática sobre la necesidad de derrotar lo que llama el “sanchismo” y describe al presidente como un mentiroso por sus cambios de postura en temas importantes.
Sánchez dijo que nunca formaría gobierno con Unidas Podemos, al que describió como demasiado radical, pero después lo hizo en 2019. También dijo que no indultaría a nueve separatistas condenados por sedición tras un intento de secesión de la región catalana, pero luego lo hizo.
El PP afirma que su Gobierno en minoría traiciona a España al aliarse con extremistas en partidos regionales vascos y catalanes que aspiran a la independencia.
Las elecciones se celebran en pleno verano y es probable que millones de ciudadanos estén de vacaciones lejos de sus centros de votación habituales. Pero las solicitudes de voto por correo se han disparado, y las autoridades esperan una participación del 70 %.