Durante los actos de conmemoración del centenario del final de la Primera Guerra Mundial, llamó la atención la imagen del presidente Donald Trump con cara de pocos amigos, mientras su colega francés Emmanuel Macron dirigía un discurso a un grupo de líderes mundiales. En el Arco del Triunfo, Macron denunció el nacionalismo e hizo una proclama por el globalismo y las instituciones internacionales, esas mismas que el magnate estadounidense se ha pasado por la faja desde que llegó a la presidencia. “El nacionalismo es una traición al patriotismo porque pone los intereses propios primero sin que importen los de los demás”, exclamó el mandatario. La frase iba dirigida a un Trump que saca pecho de su postura aislacionista, mientras argumenta que otras naciones se han aprovechado de Estados Unidos y que no hay mejor momento que este para cuidar primero los intereses nacionales. Puede leer: “El nacionalismo es una traición”: el indirectazo de Macron a Trump Como explicó a SEMANA la profesora Cornelia Woll del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), “la distinción entre patriotismo y nacionalismo tiene una larga tradición en Francia. Si bien el patriotismo se considera un sentimiento de amor y devoción a la patria, asociado con valores positivos de solidaridad cosmopolita, el nacionalismo extiende esta devoción a gobernar esa patria como un espacio soberano y excluyente. Por lo tanto, concierne no solo al sentimiento individual, sino a la estrategia política y militar”.

Miles de manifestantes salieron a las calles de París a protestar en contra de Trump y sus políticas migratorias. Esa definición le aplica como anillo al dedo a Trump. Desde que llegó a la Casa Blanca, el magnate ha abandonado acuerdos internacionales sobre comercio, proliferación nuclear y cambio climático. Además, se ha ido lanza en ristre contra alianzas formadas hace décadas como la Otan y la Unión Europea. En dos años, con el brexit y la elección de Trump a bordo, el mundo entero parece olvidar las lecciones de los conflictos globales, y se encamina a desmantelar el orden internacional basado en la interacción multilateral. Más cuando Estados Unidos, otrora aliado firme en la búsqueda de valores democráticos, está ahora bajo la tutela de un líder que está más en sintonía con autócratas como el ruso Vladimir Putin o el turco Recep Tayyip Erdogan, y con populistas de derecha como el húngaro Viktor Orbán y el brasileño Jair Bolsonaro. Ese escenario se recrudece con la cada vez más evidente debilidad de la canciller Angela Merkel en Alemania y, en Reino Unido, una Theresa May que vive una tormenta política por cuenta del brexit. Le sugerimos: Duque en París: líderes del mundo se reúnen para conmemorar 100 años de la Primera Guerra Ante esa realidad, solo la voz de Macron lleva un mensaje diferente a las propuestas de líderes que solo incitan odio en la población. Esta semana Trump recurrió de nuevo a esa táctica ante la idea del presidente francés de crear un Ejército europeo. Fiel a su estilo, utilizó las redes sociales para mencionar la baja popularidad de Macron, los altos aranceles del vino norteamericano en el mercado francés y la capacidad defensiva de Europa.

Los trinos impactaron por su violencia, sobre todo porque apenas unos días atrás Trump consideraba a Macron un “buen amigo”. El presidente francés le pidió respeto al magnate y el miércoles, durante una entrevista televisada, dijo que aunque Estados Unidos es un aliado histórico, “ser aliados no significa ser vasallos, para no depender de ellos tenemos que gastar más, como franceses y como europeos”, aseguró. No es la primera vez que Macron debe tomar la bandera del multilateralismo. Ya en abril, jugando de visitante frente al Congreso estadounidense en pleno, Macron había dejado claras sus diferencias con Trump cuando criticó el aislacionismo, característica de la Casa Blanca en la era ‘trumpiana’. En ese momento, Macron desató ovaciones en la bancada de la oposición demócrata, sobre todo cuando dijo que estaba seguro de que “algún día Estados Unidos volverá al Acuerdo de París”, y cuando se apropió del lema favorito de Trump para hablar sobre la importancia del acuerdo contra el cambio climático del que Estados Unidos no es partícipe. “Es hora de hacer a la Tierra grande de nuevo”, comentó. Tal vez esa era la hazaña más notable de Macron, convertirse en un líder con una visión del mundo contrapuesta a la del presidente estadounidense, mientras mantenía una buena relación con él. Después de su visita al Congreso gringo, Macron volvió a arremeter contra las ideas nacionalistas a finales de septiembre, durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Allí, poco después de queTrump propuso rechazar la doctrina del globalismo y abrazar el nacionalismo, Macron basó su discurso en la posibilidad de encontrar soberanía en el universalismo. “Cuando nuestro sistema colectivo se derrumba a pedazos, debemos construir un nuevo orden con rostro humano”, dijo en ese momento. Le recomendamos: 100 años del fin de la Primera Guerra Mundial Precisamente, Trump demostró esa falta de humanidad en su último ataque a Macron. El gobierno francés, por medio del portavoz Benjamin Grivaux, le pidió al mandatario tener en cuenta que sus críticas llegaban justo cuando París conmemoraba el tercer aniversario de los atentados que acabaron con 130 personas. Eso explicaría la profunda impopularidad del magnate en Francia, donde el 65 por ciento de los votantes lo rechazan, de acuerdo con una encuesta divulgada por el periódico Le Figaro la semana pasada.

Tal es el desacuerdo con Trump que durante el fin de semana miles de manifestantes saltaron a las calles de París para expresar su disgusto con la Casa Blanca, sobre todo con esa que separa a las familias migrantes en la frontera con México. Entre tanto, el joven líder francés aboga por la unión y el multilateralismo en un momento en el que Francia está debilitada económicamente y tiene unas tensiones internas fuertes. De hecho, muchos franceses le criticaron no solo haber invitado a Trump a París, sino también seguir haciendo negocios con Arabia Saudita. Los lazos con ese reino árabe se han convertido en un tema que pone a Macron contra las cuerdas, más después del asesinato del periodista Jamal Khashoggi a principios de octubre. Más allá de las cuestiones que levantan sus decisiones en política exterior, el antinacionalismo al que tanto acude Macron no es una novedad, ya que viene hablando y actuando en esa línea desde hace tiempo. Pero poco a poco se va quedando sin aliados fuertes para su proyecto europeo. Como afirma la profesora Woll, “en realidad lo que puede tener un impacto mucho mayor es el cambio en el Parlamento Europeo (PE), donde un número creciente de representantes electos están en contra del proyecto multilateral de Macron. Tendremos que observar las elecciones al PE esta primavera para apreciar si esto paralizará o no al bloque europeo. Además, está claro que Europa se ha convertido en un problema político polarizante en muchos países, después de haber sido un gigante dormido durante muchos años”. En uno de sus discursos, Macron dijo que Estados Unidos había inventado el multilateralismo y ahora necesitaba reinventarlo para crear un nuevo orden en el siglo XXI. Se refería a esas alianzas (ONU, Otan) instauradas para garantizar la estabilidad de Occidente, pero que hoy no parecen capaces de cumplir ese mandato. Por eso, tal vez uno de los manifestantes de París dijo la frase que mejor resume este momento: “Marchamos para celebrar el fin de una guerra de hace 100 años, pero con amigos como Trump, Erdogan y los saudíes, el futuro será el mismo”.  PODCAST Mientras Theresa May vive en Reino Unido una verdadera tormenta política por cuenta del brexit y en Alemania  es cada vez más evidente la debilidad política de la canciller Angela Merkel, Macron lleva un mensaje en esencia diferente a las propuestas de otros líderes que solo incitan sentimientos de odio en la población. ¿Tiene futuro la apuesta del presidente francés? Descúbralo en esta edición del podcast internacional de Semana con los comentarios de Florent Frasson, profesor de la Universidad Javeriana.