El lunes, en medio de la jornada electoral, el panorama no podía ser mejor. Luego de 38 años, los zimbabuenses salían a votar por primera vez sin Robert Mugabe como candidato. El africano, de 93 años, presidió el país desde 1980, y en algún momento dijo que solo dios lo apartaría del poder. Pero los militares de su país pensaban distinto y en 2017 lo pusieron en arresto domiciliario.  Consecuentes, los compañeros de su partido, la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF) lo sustituyeron por Emmerson Mnangagwa, quien lideraría el país como encargado hasta estas nuevas elecciones generales.En contexto: Zimbabue celebra sus primeras elecciones después de la caída de MugabeY al final de la jornada Mnangagwa, logró consolidarse en su cargo luego de las elecciones generales. Así lo anunció la Comisión Electoral (ZEC) en la madrugada del viernes, en medio de múltiples manifestaciones de los seguidores del candidato de la oposición y principal rival en los comicios, Nelson Chamisa.El dia de los comicios las calles de las principales ciudades del país se llenaron de votantes y la participación superó los niveles históricos. Mnangagwa y Chamisa compartieron con sus seguidores la ilusión de que la jornada de votaciones marcaría un nuevo comienzo para el país. Sin embargo, la esperanza duró poco. Tras unos escrutinios demasiado lento el miércoles la comisión electoral presentó los resultados de las parlamentarias, y anunció que el partido de Mnangagwa obtendría la mayoría absoluta. En reacción, los seguidores de Chamisa salieron a las calles a protestar por lo que consideraron una  manipulación de los resultados. En las calles de Harare, la policía nacional respondió con gases lacrimógenos y abriendo fuego de manera indiscriminada. Pero la brutalidad para reprimir a los manifestantes tuvo un efecto contrario: los seguidores de Chamisa la consideraron una demostración de que los resultados sí eran fraudulentos. Levantaron barricadas y resistieron con palos y piedras a la fuerza pública. Y faltaba lo peor. El mismo día Chamisa se declaró presidente de Zimbabue. Según él, los miembros de su partido realizaron un recuento paralelo al oficial, y los resultados eran inevitables. Previo a la entrega oficial de resultados, Chamisa, acompañado de sus compañeros de partido, el Movimiento para el Cambio Democrático, celebraba su supuesta victoria. Mientras esto pasaba, en las calles de Harare la violencia aumentó y los enfrentamientos dejaron al menos seis personas muertas y decenas de heridos, entre ellos varios miembros de la policía y el ejército nacional. El jueves en la noche los resultados de las presidenciales aún no se habían publicado. En Harare los enfrentamientos se disiparon, y una tensa calma se apoderó del país. Tuvo que llegar la madrugada del viernes para que el conteo de los votos saliera oficialmente: la Comisión Electoral presentó, a la una y media de la mañana, al nuevo presidente. Con 2,4 millones de votos (el 50,8 por ciento), Emmerson Mnangagwa evitó la segunda vuelta, y se erigió con el presidente oficial de la República de Zimbabue.Puede leer: Frente al Presidente de Nigeria, le recordaron a Trump lo que dijo de los países africanos“Los resultados no son comprobables” El líder opositor declaró inmediatamente que no aceptaría los resultados. Para Chamisa, además de ser “falsos” e “incomprobables”, daban cuenta del nivel de “opacidad, deficiencia de la verdad y decadencia moral y de valores” de los miembros del partido de gobierno. Además, aseguró que tenía sus propias “pruebas y evidencias” del fraude. La lenta actuación de la Comisión Electoral impulsó a Chamisa en sus reclamos. Según él, si el candidato del gobierno realmente hubiera ganado, “los resultados se habrían anunciado hace tiempo, pero están intentando manipularlos". Los cuatro días de demora no solo crearon incertidumbre en los opositores sino también en los observadores internacionales que pedían desde el miércoles una definición. La jornada electoral, que ilusionó al país con una nueva Zimbabue democrática y pacífica, terminó en caos. Puede ver: La revolución africana¿Y ahora qué?El nuevo presidente recibió los resultados con un tono mucho más amigable. Evitó al máximo hablar del posible fraude y, más bien se dedicó a llamar a Chamisa a construir una relación amistosa. “Aunque hayamos estado divididos en las elecciones, estamos unidos en nuestros sueños", le dijo.El viernes las calles de Harare amanecieron llenas de miembros del ejército nacional. El gobierno intenta a toda costa evitar nuevas manifestaciones y protestas que podrían recrudecer la inestable situación del país africano. Y mientras Mnangagwa espera reunirse con miembros del partido opositor, sus miembros se dedican a recoger pruebas que demuestran el fraude. Las agendas son contradictorias y la crisis podría adquirir dimensiones peligrosas.