Aunque la vacunación va a toda velocidad e Israel no baja la guardia, tras meses de aislamiento, algunas comunidades judías ultraortodoxas se resisten a cumplir las medidas de distanciamiento físico, pues priorizan sus deberes religiosos y la Torá sobre las medidas mundiales para mitigar el contagio de covid-19.

Al principio de la pandemia, la mayoría de los rabinos apoyaron las regulaciones, aunque tuvieran que cerrar sus lugares de culto y estudio. Ahora, varias congregaciones ultraortodoxas, ubicadas principalmente en Estados Unidos e Israel, se niegan a seguir cumpliendo estas disposiciones. En Londres, aproximadamente 15.000 judíos ultraortodoxos se han contagiado, una tasa de infección mayor a 64 por ciento, nueve veces más alta que el promedio del Reino Unido y una de las más altas reportadas en el mundo, según el informe de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. Estos grupos argumentan que, aun cuando no rechazan la ciencia y la medicina, su forma de afrontar el virus y preservar su vida es por medio del estudio y la oración. Otros, los jaredíes, los más recalcitrantes, desconocían la existencia del coronavirus tras meses de haber comenzado la pandemia, pues estaban inmersos en su fe.

Benjamín Netanyahu Primer ministro de Israel | Foto: AFP or licensors

Recientemente, muchos protestaron en contra del Gobierno de Benjamín Netanyahu porque los lugares de culto permanecían cerrados. Fue entonces cuando algunos rabinos decidieron reabrir las escuelas religiosas, organizar bodas y funerales con cientos de personas, provocando enfrentamientos con la fuerza pública. Esto no es un simple acto de rebeldía: para los ultraortodoxos es muy importante el estudio religioso, en el que pasan horas en busca de la verdad divina, el liderazgo rabínico y el duelo por los muertos.

No obstante, desde que comenzó la pandemia, una cantidad considerable de ultraortodoxos desertó de la religión; el colapso de su rutina y el acceso a internet les dieron tiempo para cuestionarse. Su estilo de vida les ha valido ganarse la ira de cientos de israelíes, que los responsabilizan de ser agentes propagadores del virus y una piedra en el zapato para las jornadas de inmunización, en las que Israel es pionero mundial. Mientras tanto, en Europa crecen las expresiones antisemitistas por su rebeldía, lo que podría convertirse en un problema en el futuro. Aunque el actuar de los grupos ultraortodoxos parezca una dificultad para los planes de vacunación de Israel, Miguel Ángel Grullón, médico y gerente de promoción farmacéutica, le comentó a SEMANA que “la comunidad ortodoxa judía en Israel está cerca del 30 por ciento de la población. Con una vacuna como la de Pfizer, que cuenta con más del 90 por ciento de efectividad, bastaría con vacunar al 55 por ciento de la población para lograr la inmunidad, según los ensayos”. Israel está recogiendo los frutos de sus efectivas jornadas de vacunación, y ya alcanzó el umbral del 30 por ciento de sus 9 millones de habitantes completamente inmunizados.

El antisemitismo aumentó en Europa.

La Organización Mundial de Sinagogas propuso una solución salomónica: pidió la reapertura oficial de todos los templos, pero supervisados con el plan Pasaporte Verde. Así, solo podrían ingresar quienes hayan sido vacunados y utilicen el tapabocas. Esto podría llevar a la tregua y estrechar lazos entre la religión y la ciencia.