Luego de la preocupación que generó en los últimos días el estado de salud del papa Francisco, quien tuvo que ser internado a mitad de esta semana por una infección respiratoria, el sumo pontífice presidió la solemne misa de Ramos en la Plaza de San Pedro.
35.000 personas asistieron al famoso Domingo de Ramos, mientras que el Papa ingresaba en el papamóvil saludando a los feligreses, viéndose serio y con un abrigo blanco que le protegía del fuerte viento que hacía en la explanada.
De pie, en el obelisco central de la plaza, el papa bendijo primero miles de ramos de olivo y palma, un rito para los creyentes para recordar la entrada de Jesucristo a Jerusalén.
Durante la homilía, el Pontífice ha destacado que las “personas rechazadas y excluidas” son iconos “vivos” de Cristo. “Nos recuerdan la locura de su amor, su abandono que nos salva de toda soledad y desolación”, ha dicho.
“Hay tantos cristianos abandonados invisibles, escondidos, que son descartados con guante blanco: niños no nacidos, ancianos que han sido dejados solos, enfermos no visitados, discapacitados ignorados, jóvenes que sienten un gran vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor”, dijo el papa durante la homilía.
El papa manifestó que Jesús sufrió en sus carnes el alejamiento del abandono para “acoger en su amor” las caídas y la desolación de la humanidad y, en concreto, para que ninguno “pudiera considerarse solo e insalvable”.
El Pontífice aseguró que las “personas rechazadas y excluidas” son iconos “vivos” de Cristo. Por ello, ha instado a los católicos a que sepan amar a Jesús “en cada persona abandonada” dijo.
“Pidamos la gracia de saber ver y reconocer al Señor que sigue gritando en ellos. No dejemos que su voz se pierda en el silencio ensordecedor de la indiferencia. Dios no nos ha dejado solos; cuidemos de aquellos que han sido dejados solos”, continúo diciendo el papa durante la misa de Ramos.
Francisco recibió el alta ayer sábado 1 de abril para poder presidir las ceremonias de la semana más significativa de la Iglesia católica, que conmemora la muerte y resurrección de Cristo según el relato de los Evangelios.
Está previsto que el Papa presida las ceremonias de la Pascua, pero no que las celebre, lo que corre a cargo de diversos cardenales. Así, el encargado de celebrar la Eucaristía este Domingo de Ramos junto al obispo de Roma ha sido el purpurado Leonardo Sandri, argentino como Bergoglio.
De esta manera se pretende evitar que se fatigue tras su hospitalización, repitiendo una fórmula que ya se experimentó durante la Semana Santa del año pasado debido a los problemas de movilidad del Pontífice. Ocurrió lo mismo en el funeral de Benedicto XVI el pasado mes de enero.
Como en otras ocasiones y debido a los problemas de movilidad que le obligan a desplazarse en silla de ruedas por los dolores que arrastra en la rodilla derecha, Francisco solo presidirá la ceremonia del domingo de Ramos, sentado en el centro del altar.
El Pontífice cumple así con su agenda de trabajo, mostrando al mundo que se ha recuperado. “Sigo vivo”, bromeó con fieles y periodistas a su salida del hospital Gemelli de Roma este sábado por la mañana. Cuando le preguntaron cómo se sentía, contó una anécdota sobre la muerte y añadió: “Solo sentí malestar, pero no tuve miedo”.
Para el Vía Crucis nocturno del Viernes Santo en el Coliseo Romano, al que suelen asistir fieles y turistas de todo el mundo, aún no se conoce la agenda.
Si se confirma su evolución favorable, es probable que el Domingo de Pascua, con ocasión de la bendición “Urbi et Orbi”, a la ciudad y al mundo, el papa se asome desde la logia central de la basílica de San Pedro para leer el tradicional mensaje sobre los problemas del mundo.
Con información de Europa Press y AFP*