En Somalia, un país ubicado al oriente de África, algunas madres revelan que enferman intencionalmente a sus niños para recibir alguna ayuda en alimentos.
Somalia es un país en el que cerca de cinco millones de personas viven con hambre, y en el que alrededor de 1,8 millones de niños menores de cinco años sufrirán desnutrición aguda este año.
Enfermarlos con detergente o sal
De acuerdo con el diario El País de España, que menciona una información originalmente compartida en el portal The New Humanitarian, algunas madres hacen que sus hijos enfermen deliberadamente, para poder llevarlos a centros de salud coordinado por el Gobierno, y donde existe la posibilidad de obtener alimentos terapéuticos gratuitos.
Generalmente, el método al que acuden estas madres es darles a sus hijos agua mezclada con detergente o con sal: “Tengo seis niños, y esta es la única forma en que puedo conseguir comida. Los debilita y les da diarrea acuosa”, asegura Maceey Shute.
Una vez los niños se encuentran en malas condiciones, los llevan al hospital de Banadir, con la esperanza de que allá les entreguen galletas y cereales enriquecidos con nutrientes. La madre no le da al niño enfermo todo lo que le entregan, sino que de lo que le dan le comparte a él o ella unas porciones y el resto lo guarda para alimentar a su familia o incluso, a veces, vende algunas.
“Enveneno a mis hijos para poder sobrevivir”, fue lo que dijo esta madre a The New Humanitarian, explicando su situación.
La propia capital de Somalia, Mogadiscio, está llena de campamentos de desplazados superpoblados y asentamientos de ocupantes ilegales, a donde llegan muchas personas en estas condiciones. En muchos de estos lugares no se encuentra ayuda disponible de las agencias internacionales, ni del Gobierno, por eso los hospitales se convierten en una alternativa.
El alquiler de bebés
Tristemente el alquiler de bebés o niños mayores para mendigar también es parte de las estrategias a las que acuden muchas madres para generar ingresos.
Los niños son rentados a mendigos, a cambio de una parte de las ganancias. Amino Ikar Hilowle es una madre de ocho hijos que huyó de su granja en la región de Lower Shabelle a Mogadiscio. Cuando llegó a la capital ganaba dinero limpiando las casas, lavando ropa, pero ha descubierto que la mendicidad es más rentable.
Hilowle deambula por las calles de la ciudad con un bebé de 18 meses a la espalda que no es de ella. Con el pequeño recorre centros comerciales, hoteles, restaurantes y bancos, siempre mendigando.
“No tenemos comida, agua ni ninguna otra necesidad básica para la vida. Entré en un esquema de participación en las ganancias con la madre de este niño en que ella recibe una parte del dinero que recaudo de la mendicidad”, afirma.
La mujer explica que cuando pide limosna sola es mucho más difícil recibir dinero. “Cuando ruego con este bebé en la espalda, la gente se compadece de mí. Cuando llevo a este niño conmigo, obtengo un promedio de alrededor de $ 12 (unos 54.000 pesos colombianos) en donaciones por día”, dice.
Shumey Abukar y sus cuatro hijos llegaron a la capital recientemente, desde otra región. Abukar alquila a dos de sus hijos a mendigas que fingen ser sus madres. Afirma que no puede buscar trabajo porque tuvo una hemorragia grave durante un parto reciente y, a veces, está demasiado débil para ponerse de pie.
Según cuenta, con el alquiler de los niños gana cerca de $ 5 por día, unos 22.000 pesos colombianos: “A veces me siento culpable”, dijo a The New Humanitarian, “Pero no tengo otra opción, porque tengo que alimentarlos y no tengo ninguna habilidad que me ayude a conseguir un trabajo”.