Sí, los peores días de la vida existen y para muestra, un botón: una mujer que decidió asistir al gimnasio, terminó sin pantalones en su intento de utilizar la máquina caminadora.
Quien protagonizó el video fue Alyssa Konkel, una ciudadana de Illinois, Estados Unidos. Ella no solo decidió publicar la evidencia de lo sucedido en sus redes sociales, sino que compartió en conversación con el diario británico Daily Mail lo sucedido. Lo peor, sin embargo, es que no es la primera vez que le ocurre algo así.
Konkel, de 26 años de edad, comentó en el medio de comunicación en mención: “Me sentí tan avergonzada. Tuve que irme inmediatamente. ¡Estaba corriendo en el gimnasio y se me resbalaron los pantalones!”.
Pero, ¿cómo ocurrió? La caminadora en la que estaba trotando estaba en nivel 10, algo que no era nuevo para ella. No obstante, un cordón suelto de sus zapatillas hizo que todo se saliera del control. Además de perder el equilibrio, luego de que la agujeta se enredara en la máquina, cayó y se golpeó en el mentón.
Lo peor fue lo que siguió: casi se quedó sin pantalón.
“Afortunadamente, el gimnasio no estaba demasiado ocupado, una señora vino corriendo a mí y me preguntó si estaba bien”, agregó en su conversación con el Daily Mail.
A la vergüenza de Alyssa Konkel se sumaron las lesiones: se lastimó el labio, se le inflamó el rostro y, como se dice coloquialmente, terminó con las rodillas raspadas. Eso sí, lo ocurrido pudo ser todavía peor.
Además de las heridas, el accidente generó en la ciudadana norteamericana el temor de volver a usar caminadoras en un gimnasio, en especial porque ya había tenido una experiencia similar.
“Esto también sucedió cuando tenía diez años y me raspé la barbilla, así que ahora tengo mucho miedo de las cintas de correr”, agregó.
Colombiano, viral por su rutina lavando platos en Canadá
Alejandro Castro, un ciudadano que decidió dejar Colombia, publicó en TikTok cómo es su día a día laboral en Canadá, donde se dedica a lavar platos en un restaurante. El video suma más de 47.000 ‘me gusta’ y cientos de comentarios.
“Bueno, aquí les estoy mostrando cómo es mi día lavando platos en Canadá. Llego a las 9:20 a. m., mi horario como tal es a las 9:30 a. m., pero el restaurante abre a las 7:00 a. m., entonces ya hay platos cuando yo llego”, expuso Castro en el comienzo de su narración.
El colombiano también dejó ver que su trabajo no se reduce a lavar platos, como algunos podrían llegar a imaginar, sino a desocupar las canecas de basura del establecimiento con regularidad.
“Para empezar a lavar platos, me toca ir a botar la basura y algunos cartones que dejan en la mitad, siempre que me llegan los pedidos. Entonces, reciclo unos cajones para un contenedor, algunos tarros para otra caja y empiezo como tal a las 9:37 a. m., organizando los platos”, agregó.
Pero las labores que debe realizar no le impiden reconocer el lado positivo de la vida. “Lo bueno es que tengo un chorro a presión que bota agua caliente y esa máquina gigante me ayuda a lavarlos más rápido”, comentó.
Entre lavar platos y desocupar la basura, llegan las 10:14 a. m., cuando toma la “merienda” y las 12:45 p. m., la “hora feliz”, es decir, la del almuerzo.
Pero Alejandro no tiene una hora para almorzar, como algunos podrían llegar a imaginar, sino 15 minutos y otros 15 de break, como él mismo lo contó. De ahí que a la 1:15 p. m. ya está de nuevo en su trabajo lavando platos.
Ya a las 3:00 p. m. estaba exhausto. “Estaba cansado y sentía que no podía con mi vida, pero toca continuar (…). Siempre con amor y cariño en lo que se está haciendo”, dijo.