Berlinguer no sintió llegar la muerte. En esa noche fría y húmeda del jueves 9 de junio él sólo percibió que su vocalización se deterioraba rápidamente. De repente, quienes en la plaza principal de Padua escuchaban su discurso electoral para las elecciones europeas del 17 de junio, lo oyeron toser. Sus correligionarios del estrado le pidieron reducir, por ello, su oración, pero él insistió en finalizarla. Y lo logró, aunque con dificultad. Rumbo al hospital el dirigente del mayor partido comunista de Occidente e inventor del eurocomunismo entró en coma. Tras una intervención quirúrgica cerebral de 150 minutos, su estado general se derrumbó totalmente, muriendo el lunes 11 de junio. En todo el país fue grande la consternación. Una masa de más de un millón y medio de personas participó en los funerales el miércoles 13, en la manifestación de masas más grande que se haya visto en Italia hasta el momento. La ceremonia se realizó en presencia de los más altos exponentes del gobierno, Presidente de la República, Cámara, Senado, Primer Ministro. Además del Primer Ministro chino, Zhao Ziyang; el número dos de Moscú, Gorbachov el líder de la OLP, Arafat; el secretario del Partido Comunista Frances Marchais, y alrededor de 50 delegaciones extranjeras. El anciano socialista y Presidente de la República italiana, Sandro Pertini, acompaño personalmente desde Padua hasta Roma, eri su avión oficial, el cuerpo sin vida del secretario del PCI. "Me lo llevo a Roma como a un amigo, un hijo, y un compañero de lucha", dijo el anciano mandatario de 87 años.Las tres cadenas de televisión interrumpieron su programación para dar la noticia de la muerte. El entierro que tuvo lugar en la histórica plaza de San Giovanni, fue transmitido en directo por la primera cadena de televisión para todo el país. Millónes de personas entonaban la Internacional con el puño levantado. Giancarlo Pajetta, miembro histórico del PCI, fue el orador en el acto. Tras la desaparición de Berlinguer, la secre taría del PCI, el órgano más importante del partido, asumirá la difícil responsabilidad de recoger la herencia de Belinguer, cuya desaparición se produce en medio de una grave crisis política en Italia que parece abocar a la descomposición del gobierno que preside el socialista Bettino Craxi.Enrico Berlinguer, 62 años, pasó su vida entera en las filas del comunismo. Nació el 25 de mayo de 1922 en Cerdeña, una isla al frente de la península. Tanto por educación --de familia liberal y progresista--como por influencia, se inscribió al PCI a los 21 años, en 1943. En enero de 1944, después de los amotinamientos antifascistas de Sassari, su ciudad natal, terminó en la cárcel. Alli estuvo 4 meses. A finales de 1944 se trasladó a Roma como secretario nacional del movimiento juvenil. Después de la guerra se convierte en secretario de la Juventud Comunista, cargo que conservó hasta 1956. Desde 1948 es miembro de la dirección central del partido. Algo verdaderamente excepcional para la tradición comunista pues él sólo tenía 22 años. Veinte años mas tarde entra en el Parlamento como diputado por la circunscripción de Roma. En 1969 es nombrado vicesecretario del partido.Enrico Berlinguer, siempre fue definido como "timido y esquivo". Su imagen fue la de un hombre terriblemente introvertido y correcto, una persona "distinta" con respecto a las cualidades y defectos típicos del italiano, casi un "anti-italiano" o "un extranjero". Así lo describía el periodista Giorgio Boccasí, en esta patria de la P-2, la corrupción, los negocios fraudolentos y las recomendaciones. Era reservado hasta la obsesión. Tanto sus amigos como sus familiares jamás hablaron en público de su vida privada o sus costumbres. En 1973 cuando un periodista alemán le preguntó su edad, él contestó: "Ese dato se lo dan en la oficina de prensa del partido".Casado, con 4 hijos jóvenes, su vida era sobria. Algunos han llegado a decir que era un "aristocrático inscrito al partido" por su origen de buena familia: padre magistrado, abuelo fundador de periódico radical y bisabuelo oficial de carabineros. Pero ha mantenido también otra imagen la del cauto mediador. Cuando el 17 de marzo de 1972 el Comité Central lo eligió Secretario General, las masas gritaban: "Gramsci, Togliatti, Longo, Berlinguer", los 4 ex secretarios históricos del PCI) él frenaba el entusiasmo diciendo: "No, compañeros, Longo, Togliatti y Gramsci son una cosayyo otra". Y siempre fue así. En los momentos de triunfo, cuando el PCI en 1975, por primera vez en su historia conquistó las grandes ciudades: Roma, Venecia, Nápoles y Turín; como en los momentos en que ha sido acusado de inmobilismo. Y con su estilo discreto produjo los cambios más grandes en la historia de cualquier Partido Comunista occidental: se fue alejando poco a poco de la Unión Soviética. El PCI (10 millones de electores y 2 millónes de afiliados) fue el primero en criticar el golpe militar en Polonia y todo sin rupturas fuertes con Moscú. Tal ha sido su rol histórico, el de haber permitido transformaciones profundas en el seno del "comunismo clásico". A finales de los años 70 cuando el eurocomunismo se apaga lentamente y después de la experiencia del "gobierno de solidaridad nacional" con la Democracia Cristiana, una suerte de alianza o cogobierno que llevara al decline el PCI, Berlinguer declaraba: "Pecamos de ingenuidad".Al momento de cerrar esta nota sólo se sabia que el sucesor de Berlinguer estaría entre uno de los líderes "históricos" (Ingrao o Pajetta), o un "berlinguerista": Natta; o un jóven (Reichel, Zangheri). La tarea que le queda al elegido no será fácil. -