El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva confirmó este sábado 7 de mayo que intentará volver al poder en las elecciones presidenciales de octubre de este año, para impedir un segundo mandato del ultraderechista Jair Bolsonaro y “reconstruir” el país.
“Estamos dispuestos a trabajar, no solo por la victoria el próximo 2 de octubre, sino para la reconstrucción y transformación de Brasil, que será mucho más difícil que ganar la elección”, dijo Lula durante un acto en São Paulo, ante unos 4.000 miembros y simpatizantes de su Partido de los Trabajadores (PT) y otros partidos de izquierda que apoyan su candidatura.
Doce años después de dejar el poder con una histórica aprobación (87 %), el ícono de la izquierda brasileña, de 76 años, formalizará en un acto en São Paulo su participación en unas elecciones que se perfilan altamente polarizadas, cuya campaña arranca oficialmente en agosto.
Todo apunta a que los comicios se reducirán a un duro combate entre este exobrero metalúrgico, que presidió Brasil entre 2003 y 2010, y el excapitán del Ejército llegado al poder en 2019, dos enemigos políticos con propuestas completamente antagónicas.
En una entrevista con la revista estadounidense Time publicada esta semana, Lula afirmó que cuando dejó la Presidencia en 2010 “no planeaba volver a ser candidato”. No obstante, decidió dar este nuevo paso en su convulsa trayectoria al ver que “en estos 12 años” su herencia creada “para beneficiar a los pobres (...) fue destruida”.
“Solo me estoy presentando porque lo puedo hacer mejor que antes. Estoy seguro de que puedo resolver los problemas (de Brasil)”, sentenció.
“Incontinencia verbal”
Esta sexta tentativa presidencial de Lula –fue derrotado tres veces antes de su primer mandato– era un secreto a voces azuzado por él mismo desde que en abril de 2021 recuperó sus derechos políticos. El Supremo Tribunal Federal (STF) confirmó entonces la anulación de sus condenas por corrupción, una de las cuales lo llevó a la cárcel más de un año y medio.
Desde ese momento, mientras encadenaba victorias judiciales en la veintena de procesos abiertos en su contra, volvió paulatinamente al centro del ruedo político brasileño e internacional, como cuando el presidente francés Emmanuel Macron lo recibió en el Elíseo a finales de 2021.
En esa época, los sondeos le auguraban al viejo zorro de la política brasileña una victoria cómoda, algunos ya en primera vuelta: la popularidad de Bolsonaro se había hundido a su menor nivel debido a su criticada gestión de la pandemia del nuevo coronavirus, la disparada inflación y el crecimiento de la pobreza.
Pero en los últimos meses, el mandatario remontó en las encuestas, que ahora descartan completamente una victoria de Lula en primera vuelta.
Últimamente, el exmandatario ha multiplicado los traspiés, con torpes declaraciones sobre el aborto, las clases medias –cuyo apoyo es esencial– o la Policía. En Time, dijo que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, es “tan responsable como Putin” de la guerra.
El escritor Paulo Coelho denunció en un tuit la “incontinencia verbal” de Lula.
Esos pasos en falso han obligado al equipo del exmandatario a redefinir su estrategia de comunicación, que por ahora no ha podido contrarrestar la superioridad del bolsonarismo en las redes sociales.
“Necesita salir a la calle”
En el acto de este sábado, Lula, cofundador del Partido de los Trabajadores (PT), lanzará un “movimiento de reconstrucción” de Brasil, junto a los partidos y colectivos sociales con los que ha ido tejiendo alianzas.
Presentará oficialmente al que será su compañero de fórmula para la Vicepresidencia, el exgobernador de São Paulo Geraldo Alckmin (69), quien participará por videoconferencia tras dar positivo por covid-19. Alckmin es una figura moderada y poco carismática, pero bien vista por la clase empresarial.
Lula fue condenado a prisión en el marco de la megaoperación anticorrupción Lava Jato. Según él, fue víctima de una conspiración política para impedirle presentarse en las elecciones de 2018, en las que era favorito y que terminó ganando Bolsonaro.
La semana pasada, el Comité de Derechos Humanos de la ONU también consideró que no había sido juzgado con imparcialidad.
Pero para muchos brasileños, Lula y el PT aún encarnan la corrupción. El ‘antipetismo’ moviliza en buena medida a votantes de Bolsonaro y es el mayor obstáculo a vencer por Lula en la campaña, en la que intentará seducir a los evangélicos y al agronegocio, dos pilares del bolsonarismo.
“Lula necesita salir a la calle, como están haciendo Bolsonaro y otros precandidatos”, le explica a la AFP Sylvio Costa, fundador del sitio de noticias Congresso em Foco.
“Algunos dicen que ha evitado exponerse, porque sus colaboradores temen por su seguridad” ante la extrema polarización en el país y el precedente de la puñalada a Bolsonaro en las pasadas elecciones, agrega.
*Con información de la AFP.