La caza de animales es una de las prácticas de crueldad más denunciadas por las ONG animalistas en todo el mundo. De acuerdo con el World Wildlife Crime Report, un informe realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Dellito (UNODC), al año son asesinados por diversión más de 30 mil elefantes, 100 tigres y cerca de mil rinocerontes; por lo que esta práctica es considerada por muchos como una de las causales que está arrastrando a la extinción de estas especies en el mundo.

Sin embargo, aún con los datos y juicio social que se ha gestado con mayor fuerza en las últimas dos décadas, lo cierto es que la caza deportiva es aún una práctica que se desarrolla con fuerza en el mundo y que mueve cantidades exorbitantes de dinero.

Ejemplo de esto fue lo ocurrido en Botswana, al sur de África, en donde Leon Kachelhoffer, un cazador de trofeos profesional, tuvo el “privilegio”, como él mismo lo denominó, de acabar con la vida del elefante tusker más grande de este país. De acuerdo con la historia contada por el hombre, fue él quien pudo disparar en contra del gigantesco animal luego de pagar 50 mil dólares de inscripción a un grupo que organizaba una excursión de cacería en ese país.

Según el cazador, el ejemplar asesinado, que hace parte de una de las especies de elefantes con los colmillos más grandes del mundo, contaba con un peso en marfil de casi 200 libras (91) kilogramos. El animal era un elefante ya veterano, por lo que solamente fue necesaria una bala para acabar con su vida.

Como era de esperarse, el asesinato del animal causó una gran polémica en redes sociales, especialmente después de que Kachelhoffer publicó una historia en su cuenta de Facebook, en la que mostraba con orgullo su “hazaña”.

Sin embargo, en medio de la controversia, el cazador aseguró que no había razón alguna para la indignación de las personas, pues, según su cosmovisión, lo que hizo no fue asesinar a un elefante, sino quedarse con un “gran trofeo”.

“Esa no era una de las cosas en las que estaba pensando. Estar en condiciones de cazar un toro como ese es un privilegio increíble”, aseguró entre risas el hombre, en medio de una conversación que tuvo con Robbie Kroger, presentador del podcast Blood Origins.

No obstante, en medio de su felicidad, el cazador aseguró que no todo es gloria en este tipo de situaciones, pues, en lo que parece ser una forma de expiar sus pecados, indicó que el dolor y el remordimiento llegan por momentos, casi siempre cuando se piensa en la vida que tuvo el gigante derrotado.

“Cuando tomas un toro así, hay mucho remordimiento, hay mucha tristeza, piensas en la gran vida que ha llevado este elefante. Sabes, hay más en esto que dispararle a un toro, tomar una fotografía, convertirse en un héroe y todas esas otras tonterías”, añadió.

En defensa de Kachelhoffer también apareció Debbie Peake, portavoz de la industria de la caza en África, quien aseguró que era mejor asesinar al elefante en este momento de su vida, y no dejar que fuesen los cazadores furtivos los que acabaran con este.

“Los ingresos y la carne de la caza marcarán una gran diferencia para la comunidad”, explicó Peake, informando que al revisar al elefante se le encontró una herida de bala en su cuerpo, lo que significa que “los cazadores furtivos lo tenían en la mira”.

“Si hubiera sido asesinado por un cazador furtivo, no habría habido ningún beneficio para la comunidad local”, concluyó.

Pensamiento contrario es el que dijo tener Ian Khama, expresidente de Botswana, quien durante su gobierno prohibió la caza de trofeos en el país; ley que tuvo vigencia hasta 2019, cuando su sucesor, Mokgweetsi Masisi, permitió que se reanudara esta práctica.

“Este fue uno de los elefantes más grandes, si no el más grande, del país. Un elefante que los operadores turísticos constantemente intentaban mostrar a los turistas como una atracción icónica. Ahora está muerto (…) ¿Cómo beneficia la muerte a nuestra industria turística en declive? La incompetencia y la falta de liderazgo casi acabaron con la población de rinocerontes, ¡y ahora esto!”, indicó Khama, en una publicación de Facebook en la que mostró una foto tomada al elefante muerto.