A pesar de las torrenciales lluvias registradas a mediados de abril en Dubái, consideradas las mayores en los últimos 75 años por los meteorólogos, los aguaceros en la región del golfo Pérsico son eventos sumamente inusuales y escasos. En tan solo 24 horas de tormenta, se superó con creces el promedio anual de lluvias en esta región árida y calurosa.
Este fenómeno meteorológico se da en un país donde las altas temperaturas son una constante y la escasez de lluvia es una realidad palpable, debido al árido clima desértico que caracteriza sus ciudades principales, llegando a alcanzar más de 41 grados Celsius en ocasiones.
Emiratos Árabes ha apostado por la innovación y la tecnología para contrarrestar este desafío climático, implementando una técnica pionera conocida como “siembra de nubes”, la cual emplea drones para inducir precipitaciones artificiales en el árido desierto de Dubái. Los científicos de la Universidad de Reading en el Reino Unido se encargaron de fabricar estos drones, que con el uso de láseres provocan las descargas eléctricas, las nubes se agrupan y así producen lluvia.
El gobierno de los Emiratos Árabes Unidos ha encontrado en esta estrategia tecnológica una solución creativa y efectiva para hacer frente al impacto del intenso calor sobre su territorio urbano. Tal como lo detalla la bloguera colombiana Érika Barriga, quien reside en estas tierras árabes: “Imaginen que ha caído un aguacero en Dubái. Lo curioso es que esta lluvia no es obra de la naturaleza, sino que es creada de forma artificial mediante la tecnología de siembra de nubes”.
Aunque las lluvias en zonas desérticas han experimentado un aumento debido al cambio climático y al calentamiento global, fenómenos extremos como la tormenta Hadir siguen siendo excepcionales y poco frecuentes en esta región. Según Barriga: “El Gobierno desarrolló un sistema de siembra de nubes sumamente sofisticado. Consiste en localizar una nube pequeña en el cielo y enviar drones o un avión especializado para rociarla con partículas salinas”.
El proceso, aunque aparentemente simple en su concepto, implica una compleja serie de operaciones tecnológicas que van desde la detección y selección de nubes hasta el rociado preciso de sustancias que estimulan la formación de gotas de lluvia.
“Al ser salinizadas, estas nubes experimentan un crecimiento significativo y desencadenan una fuerte lluvia, similar a la que está a punto de comenzar ahora mismo. Es un proceso increíblemente ingenioso y efectivo; realmente llueve bastante. Por lo tanto, sí, la lluvia en Dubái es artificial, pero su impacto y beneficios son muy reales y tangibles”.