En el centro de Citanova Marche, ubicada en la provincia de Macerata, región de las Marcas, en Italia, ocurrió un hecho escabroso, cuando Alika Ogochukwu, nigeriano que solía pedir monedas, fue asesinado en plena calle.

El sujeto, que tenía 39 años de edad, era casado y era padre de un menor de 8 años, vendía en las calles de la provincia italiana pañuelos desechables y pequeños accesorios.

Su desenlace comenzó cuando le pidió una moneda a su atacante Filippo Claudio Ferlazzo, 32 años, un trabajador de la misma ciudad, quien iba con su novia.

En ese sentido, el abogado de la familia de la víctima, pidió que comience una investigación sobre si se trató de una agresión racista, o cuál fue el motivo que lo llevó a cometer este acto.

“Bella, ¿me compras mis pañuelos o me das un euro?”, habrían sido las palabras de Ogochukwu a la novia de Ferlazzo con insistencia, según el diario ABC. Lo anterior llevó a que el atacante reaccionara y lo golpeara con la muleta que el nigeriano usaba desde que fue arrollado por un automóvil cuando iba en bicicleta.

El ataque fue intensivo hasta que el nigeriano cayó al suelo, donde habría seguido recibiendo golpes, ante la mirada de las personas que pasaban por el lugar.

Ferlazzo fue arrestado posteriormente, y fue acusado de homicidio voluntario y robo, pues según el portal, tomó el teléfono móvil de la víctima.

La novia de Ferlazzo dijo que el vendedor fue insistente y su compañero perdió el control. Personas cercanas a la víctima lo describieron como “una persona tranquila, positiva, sonriente y alegre”.

Otros hechos en Italia

Medios italianos han recogido la historia de un sacerdote identificado como Don Mattia Bernasconi, quien el pasado fin de semana, y en medio de la fuerte ola de calor que azota a Europa, decidió celebrar una particular eucaristía que, tras ser divulgada en las redes sociales, ha generado conmoción en los sectores más conservadores de la Iglesia, y ha suscitado una ola de críticas, pese a que el sacerdote ya ha presentado explicaciones para soportar su decisión, aclarando lo ocurrido.

El hecho en cuestión adelantado por el sacerdote católico consistió en que, en búsqueda de la comodidad de sus feligreses, quienes no acudían al templo en medio de la ola de calor, decidió migrar del altar de su parroquia a la playa, donde, empleando un colchón inflable, y sin lucir su tradicional vestimenta litúrgica, decidió celebrar una eucaristía, ante un grupo de fieles que acudieron, al igual que él, en traje de baño.

Ante la particularidad del hecho, esta ceremonia litúrgica trascendió a las redes sociales, donde se convirtió en objeto de comentarios y opiniones encontradas, llegando incluso a ser retomado por diversos medios de comunicación locales como un hecho curioso en medio de la fuerte ola de calor, llegando también a conocimiento de los superiores religiosos del sacerdote, quienes, mediante una comunicación difundida en la página web de la arquidiócesis de Crotone, jurisdicción a la que está adscrito el sacerdote, rechazaron y condenaron la acción del religioso.

Según apartes del texto de los superiores jerárquicos de Don Mattia Bernasconi, retomados por medios internacionales, “la celebración eucarística tiene un lenguaje particular, está hecho con gestos y símbolos que es justo respetar y valorar, no hay que renunciar a ellos con tanta superficialidad”.

En ese mismo sentido, la iglesia italiana también afirmó que “es necesario mantener ese mínimo decoro y atención por los símbolos”, haciendo referencia al particular escenario en el que el cura, en lugar de lucir alba, casulla o estola, vistió un traje de baño, y sobre un colchón inflable predicó la palabra de Dios.

El hecho ocurrió el pasado fin de semana en aguas del Mediterráneo y, según explicó el religioso, se llevó a cabo en el cierre de un campamento del que participaban jóvenes voluntarios de una organización que administra tierras confiscadas a la mafia en ese país.

Ante las críticas, este miércoles 27 de julio, el sacerdote publicó un comunicado en el que presenta excusas, y aclara que con su actuación nunca deseó ‘banalizar la eucaristía’, ni enviar mensajes diferentes a los habituales desde el púlpito de los templos convencionales, aclarando que esta fue una opción a la que acudió para, sin importar la ola de calor, poder seguir llevando a cabo su labor pastoral y evangelizadora.

“Fue simplemente una misa con la que se concluía una semana de trabajo con los jóvenes que participaron en el campamento”, aclaró el sacerdote, lamentando que los elementos que decidió usar, o que tuvo a su mano para realizar la eucaristía, hubiesen resultado “fuertes y elocuentes”, reconociendo que ‘pecó’ de ingenuidad, al ‘no darles el justo peso’ .

“Pido humildes disculpas desde el fondo de mi corazón por la confusión causada por las imágenes divulgadas en los medios”, afirmó el sacerdote, quien ahora es objeto, además de un proceso al interior de la institución religiosa, de una investigación de la Fiscalía de Crotone, donde se le señala de presuntamente haber incurrido en una “ofensa a una confesión religiosa”.

En su comunicación, el sacerdote afirmó que la decisión fue tomada porque en el lugar " no había áreas sombreadas y la arena ya estaba caliente”. Además, advirtió que, antes de optar por el agua, ya habían buscado otros escenarios para la celebración, pero “al no encontrar ninguno me pareció significativo, en el contexto del campamento que acabamos de vivir, celebrar en el mar, sumergidos en la tierra que nos acogía al trabajo, y reflexionar sobre los días que acabábamos de pasar”.

“Os aseguro que no ha faltado la atención y el cuidado por la palabra y la Eucaristía, pero fuera de contexto la forma es más elocuente que el fondo y un momento de oración vivido con intensidad y sentido por los jóvenes allí presentes ha tocado la fe de muchos”, dijo el sacerdote, manifestándose triste porque, para sus superiores, hubiese trascendido más la forma que el fondo.