La vida de la realeza siempre está llena de misterios, intrigas, infidelidades, poder, dinero y sexo. Pero pocas veces un escándalo había provocado un cimbronazo tan rápido como lo que acaba de ocurrir en España. La prensa sensacionalista y del corazón ha gozado los últimos meses publicando cada detalle y especulación del pasado y los supuestos amoríos de la reina Letizia. En la era de YouTube y las redes sociales, lo que se ha dicho se ha salido de toda proporción.
El sustento parecía darse con total seriedad: un libro del periodista que más sabe de la Casa Real española, Jaime Peñafiel. El autor había soltado una bomba nuclear cuando publicó Letizia y yo. A sus 92 años, ya sin nada que perder, se metió en la trastienda de la vida de la reina que siempre criticó y nunca consideró digna de lucir la corona. Y lo había hecho con un arma definitiva: Jaime del Burgo, un examante que narraba de frente sus aventuras.
Según el libro, no se trataba de un amor pasajero, sino de un hombre por el cual Letizia estuvo dispuesta a dejar al rey. Lo amaba tanto, según Peñafiel, que quería tener un hijo con él por medio de un vientre de alquiler. El periodista también destapó sus supuestos abortos y el pasado sexual díscolo, mostrándola como una mujer ambiciosa dispuesta a acostarse con sus jefes para ascender en el trabajo.
Mientras que los portales sensacionalistas gozaban con esa historia de película, El Mundo, el periódico en el que trabajaba Peñafiel, se abstuvo de publicar sus revelaciones, como lo ha hecho casi la totalidad de la prensa en España. Pero el diario, que se caracteriza por respaldar la institucionalidad, no soportó más que alguien de sus filas disparara con tanta sevicia y tan poco sustento contra la querida Casa Real española.
El diario El Confidencial, que reveló la salida de Peñafiel, aseguró que el medio había decidido sacarlo hace meses, pero resolvió no darle más largas al asunto por una entrevista que Peñafiel dio a un canal de YouTube.
“Dicen mis fuentes que Letizia tenía problemas para quedarse embarazada… Su hermana Érika cedió sus óvulos a Letizia para que pudiera embarazarse. No es malo, ni extraño, ni criticable. Al parecer, por eso, Érika tenía pasión por las hijas de Letizia, porque eran sus medias hijas. Tanta pasión tenía Érika que Letizia le prohibió ir a Zarzuela y acercarse a esas niñas. Y ese fue el motivo por el que Érika se suicidó”, aseguró.
Tras esa andanada, la solidaridad con Letizia en España ha sido enorme. Hasta las voces más críticas están hoy con ella. El pasado de la bella mujer ha causado morbo, pero no ha sido el golpe mortal que Peñafiel esperaba propinarle a la nieta del taxista que protagonizó un cuento de hadas. Se casó con un príncipe azul y se convirtió en reina.
Los expertos en la realeza aseguran que nada pasará. Aun cuando se considera que la historia de la maternidad de Letizia es una vil calumnia, sus amoríos del pasado parecen ser ciertos y la posible infidelidad al rey no ha sido desmentida. Su examante, Jaime del Burgo, ha dado la cara e incluso ha dicho que publicará un libro con su versión en la que contará más que el mismo Peñafiel. No obstante, pocos anticipan que el matrimonio del rey Felipe se acabe aun si la historia es cierta.
Luego de los escándalos del rey Juan Carlos y su abdicación, se sabe que el futuro de la monarquía está en manos de su hijo, un hombre que hasta ahora ha vivido sin tacha. En España, un país dividido y convulsionado políticamente, la Casa Real es un símbolo de unidad y goza de una enorme popularidad. Una ruptura amorosa en la Zarzuela le daría credibilidad a la tesis de Peñafiel y dejaría el futuro de Leonor, e incluso su linaje, en entredicho. El rey Felipe jamás permitirá eso.