Nueve acusadas en un caso de abuso sexual y violación de niños sordos de un internado católico de Mendoza (oeste de Argentina), entre ellas dos monjas, fueron absueltas el miércoles de todos los cargos, informó la justicia.
Un tribunal penal dictó las absoluciones tras dos años y medio de un proceso cuestionado por familiares de las víctimas, niños de entre 4 y 17 años desde 2004 en el instituto católico Antonio Próvolo, cerrado en 2016.
En dos juicios anteriores, en 2018 y 2019, fueron condenados los sacerdotes Nicola Corradi, a 42 años de cárcel, y Horacio Corbacho (a 44 años) y el exjardinero del internado Armando Gómez Bravo (a 18 años). Corradi, de nacionalidad italiana, murió en 2022 a los 84 años.
Este tercer juicio involucró los abusos a once de los niños y niñas del instituto, que hasta el momento de las denuncias era considerado como uno de los mejores centros especializados en tratamientos para trastornos del lenguaje y discapacidad auditiva del país.
Las tres juezas del tribunal absolvieron a las monjas Kumiko Kosaka, de nacionalidad japonesa, y Asunción Martínez, paraguaya, así como a la exrepresentante legal Graciela Pascual, a la exdirectora Gladys Pinacca, a la excocinera Noemí Paz, a la psicóloga Cecilia Raffo y a las exempleadas Valeska Quintana, Laura Gaetán y Cristina Leguiza.
“Es una total injusticia. Ya hubo condenados, los hechos ocurrieron. Ahora se estaba juzgando el conocimiento y había pruebas suficientes. Esperábamos justicia”, lamentó Ariel Lizarraga, padre de una de las víctimas, en diálogo con la AFP.
“Hay un blindaje económico, de la Iglesia, del Vaticano, de la comunidad religiosa. Querían limpiar la mancha de las condenas anteriores”, afirmó Lizarraga.
“Dijeron la verdad”
La defensa de las víctimas anunció que apelarán la sentencia ante la Suprema Corte de la provincia de Mendoza y, eventualmente, ante la Corte Suprema argentina y organismos internacionales competentes, pero esperarán la publicación de los fundamentos del fallo.
“Si la misma declaración usada como prueba en las condenas anteriores, en las que los chicos contaron cómo eran entregados para ser abusados, y contaron que hablaron con ellas y no hicieron nada, ¿por qué ahora no alcanza para condenarlas?”, se preguntó el abogado Lucas Lecour, consultado por la AFP.
Para el letrado, “la única explicación es que las juezas no hayan entendido la declaración de los chicos desde la perspectiva de la discapacidad. No han entendido la cultura sorda. O tal vez algo peor que veré en los fundamentos”, afirmó Lecour.
La Fiscalía de Delitos contra la Integridad Sexual había solicitado para las monjas Kosaka y Martínez condenas de 25 y 10 años de cárcel, respectivamente, de 18 años para Pascual, y de 3 años para Pinacca y Paz.
Lizarraga se quejó de las tres juezas del tribunal, quienes “no tuvieron ninguna consideración para con las víctimas, que ahora quedan como mentirosos. Y siempre dijeron la verdad. No mienten, los hechos ocurrieron”, denunció.
La monja Kosaka era la acusada más comprometida, porque afrontaba cargos por abuso sexual agravado, corrupción de menores y partícipe primario por omisión, es decir, que por su rol debía saber de los crímenes y denunciarlos. Los demás estaban acusados por corrupción de menores y participación por omisión.
Por otros abusos en el instituto quedan abiertas investigaciones “que difícilmente progresen”, explicó Lecour, porque no están identificados sus presuntos autores.