Los 350 diputados elegidos el 23 de julio se reunirán en Madrid para iniciar la nueva sesión parlamentaria, mientras que el principal protagonista, aquel de cuya palabra todo el mundo está pendiente, no estará allí, sino en Bruselas, donde vive exiliado desde 2017 tras el fallido intento de secesión de Cataluña (noreste de España).
En una ironía del destino, el líder independentista catalán Carles Puigdemont, que huyó de España hace casi seis años para escapar de la cárcel y sobre el que aún pende una orden de detención, tiene en sus manos el destino del presidente del Gobierno saliente, el socialista Pedro Sánchez, y por extensión el de España.
El jueves, los diputados renovarán la dirección del Congreso de los diputados (la presidencia de la cámara, así como los ocho miembros de la Mesa, el órgano rector del Congreso).
La votación está suscitando un enorme interés, ya que todo el mundo la considera el preludio de la votación para designar al próximo presidente del Gobierno, que previsiblemente tendrá lugar a principios de septiembre. Por ello, la actitud de los siete diputados del partido de Puigdemont será objeto de un atento escrutinio.
Esta situación se deriva de los resultados de los comicios parlamentarios del 23 de julio, que supusieron una victoria pírrica para el derechista Partido Popular, ahora el primer partido del país con 137 diputados, pero muy lejos de lo que pronosticaban las encuestas y sin la mayoría absoluta de escaños (176) necesaria para que su líder Alberto Núñez Feijóo sea investido jefe de Gobierno.
171 diputados por bando
Ni siquiera la decisión del partido ultraderechista Vox de cederle los votos de sus 33 diputados sin exigirle entrar en el Gobierno sería suficiente para Feijóo, que, con el apoyo del diputado de un pequeño partido regional, sólo puede contar con 171 votos.
Por su parte, Sánchez, con 121 diputados y los 31 de Sumar, su socio de la izquierda radical, debería contar con el apoyo de varios partidos regionales, entre ellos tres formaciones independentistas vascas y catalanas, lo que le permitiría alcanzar también los 171 diputados.
Los dos partidos, que reclaman la presidencia de la Asamblea, se disputan el apoyo de la única diputada de un pequeño partido regional canario. Para la elección del jueves a la presidencia del Congreso, y posteriormente al cargo de presidente del Gobierno, se requiere mayoría absoluta en la primera vuelta, o mayoría simple en la segunda.
Pero la aritmética es clara: los siete diputados del partido independentista catalán que lidera Puigdemont, Junts per Catalunya (JxCat), son los que decidirán el ganador.
No hay forma de que este partido, que defiende un nacionalismo intransigente y aboga por la confrontación con el Estado español, pueda apoyar al PP. Pero los socialistas esperan que acabe aceptando, aunque sea a regañadientes, ayudar a mantener en el poder al gobierno saliente de izquierdas, que ha relanzado el diálogo con el Gobierno regional catalán. Sin embargo, la neutralidad de los diputados de JxCat, es decir su abstención, no es suficiente para los socialistas: necesitan sus votos favorables.
Subastas
“Se están produciendo negociaciones constantes que tienen que ser discretas”, dijo el lunes en la televisión nacional la ministra saliente de Economía, Nadia Calviño, refiriéndose a la elección de la mesa de la asamblea. La elección de los órganos de dirección del Congreso de los Diputados será un “primer paso para tener cuanto antes” la reelección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, añadió.
Pero los independentistas catalanes han puesto el listón muy alto con dos exigencias: una amnistía para todos los procesados tras el fallido intento de secesión de 2017 y, sobre todo, un referéndum de autodeterminación.
“No tenemos ningún interés en negociar la investidura de un presidente español, tenemos interés en negociar la resolución del conflicto que España mantiene con Cataluña”, declaró recientemente la presidenta de Junts per Catalunya, Laura Borràs.
El lunes, Puigdemont rompió el silencio que había mantenido desde las elecciones, publicando un mensaje en la red social Twitter (ahora llamada X) en forma de advertencia: “a medida que se acercan días decisivos, como este próximo 17 [de agosto], crece el nerviosismo y sube la subasta”, afirmó, pidiendo a sus fieles “paciencia y perseverancia”.
*Con información de AFP.