Juan Pablo Arbeláez viajó desde Colombia a Marruecos a la conferencia internacional de geoparques de la Unesco y fue como representante y gerente del proyecto Geoparque Volcán del Ruiz.
Sin embargo, todo cambió el pasado viernes, 8 de septiembre, con el fuerte terremoto que, según datos del Ministerio del Interior marroquí, tuvo una magnitud 6,8 en la escala de Richter y se produjo a las 23:11. El epicentro se situó 71 kilómetros al suroeste de la ciudad de Marrakech, localidad de Ighil, a una profundidad de 18,5 kilómetros.
“Estamos de pie que es lo más importante”, dijo Juan Pablo, iniciando su relato en SEMANA que es impresionante.
“Empezó el sismo. Pensé que era solo eso, pero estando en el hotel hablando con alguien de Colombia la comunicación se cortó. Se empezaron a caer las cosas dentro de la habitación, se estallaban las lámparas y empezó la angustia. Yo corrí hasta la puerta de la habitación y me hice debajo del marco”, relata asegurando que el resto de inquilinos en el hotel salían de sus cuartos gritando y llorando.
Cuando todo parecía detenerse, tomó un celular, su pasaporte, un jean, unos tenis y salió para la recepción del hotel.
Este economista empresarial y director técnico de fútbol está en Marrakech en la zona antigua, conocida como Medina. Estando en el lobby del hotel, pasó un susto inolvidable.
“Estando aún en el hotel salió una avalancha de gente llorando, gritando. Sentí un estruendo. Calculé que era a 300 metros, se cayó una casa, se desvaneció y sepultó el negocio del frente. Se me vino a la cabeza el terremoto de Armenia”, indicó.
Ante sus ojos, una gran nube de polvo y el miedo apoderándose cada vez más de él.
“Espantoso ver cómo se desprendían las fachadas de hoteles y negocios. Nos dijeron que sacáramos una cobija y una botella de agua porque en la madrugada habría otro sismo. Corrimos a una plaza, el polvo nos impedía ver el piso y yo corría para donde todos lo hacían”, relató a este medio con incertidumbre.
A las 4:30 a. m. volvió al hotel, pero por obvias razones no pudo pegar el ojo. Por fortuna, sus colegas y compañeros del evento al que asistió resultaron ilesos.
“Hubo caos, angustia. Lo primero que hice fue ver quién hablaba mi idioma en el hotel. Permanecimos juntos con unos españoles. Reinaba la incertidumbre. No había un sismo desde hace más de 90 años, estaban todos aterrados”, comentó.
“Es el día que más miedo he sentido en la vida”, dijo Juan Pablo, siempre en la mente y en el corazón con Juan Salvador, su hijo de 8 años, y María Fernanda Cardona, su esposa.
Este manizaleño de 41 años ha sentido las réplicas que aumentan la zozobra.
“24 horas después del terremoto alcancé a contabilizar más de 12 réplicas. Cuando fui por la maleta, intenté comprar una botella de agua donde siempre lo hacía y estaba la tienda sepultada. He tratado de mantener la calma y reubicarnos en lugares seguros. Nos inscribimos como voluntarios en esta situación”, indicó.
Juan Pablo relata que no ha tenido mucho acceso a televisión, pero por medio de su celular se ha dado cuenta de la magnitud de la tragedia.
“Las imágenes son devastadoras. Por donde estaba, edificios con grietas, fachadas en el piso. Muchos hoteles y lugares clausurados”, describió Juan Pablo.
Según contó a SEMANA, escuchó muchos gritos y llantos en la zona donde estaba en la que viven muchas personas de la tercera edad que necesitaron ayuda para salir de los edificios
“Decretaron tres días de luto nacional. Estamos esperando si podemos servir de voluntarios y ayudar”, confesó.
Este hombre, que se crio en San Andrés, confesó a SEMANA que sintió la muerte muy cerca. Vivió, además, el huracán Andrew que tocó la isla y dice que no es para nada parecido a lo que está experimentando.
“Cuando estaba debajo del marco de la puerta, solo oré, pensé en mi hijo y mi señora y pensaba. No puedo quedar debajo de los escombros. Me negaba a que me pasara. Son cerca de 54 horas sin dormir. Muchos pensamos que hasta aquí llegamos. Quiero irme ya para mi casa”, indicó.
Se habla de más de 2.000 muertos y 1.000 heridos. Como mensaje y experiencia, Juan Pablo cuenta que no encontró ni un solo policía en la tragedia y cero señalización ante ese evento de terremoto. Resalta que en Colombia hay más preparación.
“Al geoparque que teníamos que ir, no podremos porque al parecer murieron cerca de 16 personas. Fue muy duro lo que se vivió acá”, finalizó en SEMANA.