Varios asaltantes armados perpetraron un ataque mortal contra un hotel frecuentado por empresarios y diplomáticos chinos en la capital de Afganistán, Kabul, una acción reivindicada por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) en la que el número de víctimas es aún incierto.
La oenegé italiana Emergency, que gestiona un hospital a un kilómetro de donde se produjo el ataque, informó que “21 heridos” fueron trasladado a su recinto, y que “tres” ya habían muerto a su llegada, aunque no precisó si se trataba de civiles o de los responsables del asalto.
Por su parte, el EI aseguró que dos de sus miembros habían “atacado un gran hotel (...) donde hicieron explotar dos artefactos explosivos escondidos en dos bolsas”, uno dirigido contra una fiesta para invitados chinos y otra, en la recepción del establecimiento.
Uno de los dos combatientes lanzó granadas de mano contra los oficiales talibanes que trataban de detenerlos y otro comenzó a detonar los explosivos y a disparar a los clientes, detalló el grupo en un comunicado.
“Ningún extranjero muerto”
El ataque tuvo lugar en el barrio de Shahr-e-naw, una de las principales zonas comerciales de la capital y terminó con “la muerte de los tres atacantes”, según el portavoz de los talibanes Zabihullah Mujahid. El barrio alberga el hotel Longan de Kabul, frecuentado por empresarios chinos, cada vez más numerosos en Afganistán desde el regreso de los talibanes al poder en agosto de 2021.
“Todos los clientes del hotel fueron rescatados y no murió ningún extranjero. Solo dos clientes extranjeros resultaron heridos al arrojarse desde un piso superior”, añadió en Twitter el portavoz talibán. Corresponsales de la AFP que se encontraban cerca del lugar de los hechos escucharon varias explosiones y disparos.
Desde Washington, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, condenó esta nueva ola de violencia contra “civiles inocentes”. Un vídeo que circuló por las redes sociales mostró a personas agolpadas en las ventanas de los pisos inferiores del edificio. En otro, se podía ver a llamas y columnas de humo saliendo de otra parte del inmueble.
Desde su regreso al poder, los talibanes afirman haber mejorado la seguridad en el país pese a los números atentados perpetrados en los últimos meses. Varios de ellos han sido reivindicados por la rama local del EI.
Frontera sensible
China no ha reconocido oficialmente al gobierno talibán, pero es uno de los pocos países que ha mantenido una presencia diplomática en su territorio. El país asiático comparte 76 km de frontera con Afganistán y teme desde hace mucho que el país se convierta en base para los separatistas de la minoría uigur, originaria de la sensible región fronteriza de Xinjiang.
Los talibanes han prometido a Pekín que Afganistán no se transformará en base para los activistas uigures. A cambio, China ofrece un apoyo económico para reconstruir el país, diezmado tras 20 años de guerra. La principal preocupación de Pekín es mantener un ambiente estable en el país vecino y garantizar la seguridad en sus fronteras. También quiere asegurar sus inversiones estratégicas en Pakistán, un vecino común.
Los talibanes también cuentan con China para convertir uno de los mayores yacimientos de cobre del mundo en una planta minera. Explotar esta planta ayudaría a enderezar el rumbo de un país con falta de liquidez y castigado por sanciones económicas internacionales.
China posee los derechos de importantes proyectos en Afganistán, como la mina de cobre de Mes Aynak en la provincia oriental de Logar. Sin embargo, aún no ha impulsado ninguno de ellos.
No es la primera vez que se apunta a extranjeros. El 2 de diciembre, una agente de seguridad quedó herido tras varios disparos contra la embajada de Pakistán en Kabul. El EI, que reivindicó la autoría del ataque, confirmó que quería atentar contra el “embajador paquistaní y sus guardias”. Dos empleados de la embajada rusa en Kabul y cuatro afganos murieron también el 5 de septiembre cerca del edificio en un atentado suicida reivindicado también por la rama local del EI.
Con información de AFP.