La Casa Blanca anunció este miércoles 12 de enero que tomará nuevas medidas y lineamientos este mes para reducir los problemas de congestión en los puertos estadounidenses.

“Constatamos progresos muy importantes en los puertos, con una disminución de 40 por ciento del tiempo de permanencia de los contenedores en el puerto”, declaró el consejero Brian Deese, durante una conferencia de prensa.

La administración de Biden impulsó en octubre el funcionamiento durante las 24 horas del puerto de Los Ángeles, el más importante de los Estados Unidos, para acelerar el desembarco de mercancías y disminuir la fila de espera de los barcos que aguardan para descargar sus mercancías.

A inicios del mes de noviembre, los puertos de Los Ángeles y Long Beach impusieron un pago a los transportadores marítimos por cargamentos que demoraran más de ocho días en el puerto.

“Pero en este frente, nos queda trabajo por hacer. Es la razón por lo que más tarde este mes tomaremos medidas suplementarias con los puertos en el país para encontrar nuevos emplazamientos para desplazar productos e imponer nuevos costos sobre los contenedores vacíos que se quedan en el puerto”, indicó.

La administración de Biden estima que es “la mejor manera de contribuir a ampliar la capacidad de la economía para entregar bienes y servicios al pueblo estadounidense”.

Deese también estimó que el país “está en una situación económica única y sólida en numerosos aspectos”, pero reconoció que hay que atacar el alza de precios que afecta el bolsillo de los hogares estadounidenses.

El caos del desabastecimiento

Abrimos el grifo, elegimos la temperatura y sale el agua justo como la queremos. Algo que nos parece tan natural, pero que conlleva un largo y difícil proceso de transporte, tratamiento y distribución desde la fuente de origen hasta nuestras casas.

Con el comercio electrónico ocurre algo parecido. Nos hemos habituado a elegir entre un inmenso catálogo de artículos, hacer clic desde el teléfono móvil y recibir el paquete al día siguiente. Sin reparar en la enorme complejidad de las cadenas de suministro de la mayoría de los artículos que compramos. Estas cadenas son una red compleja que conecta a fabricantes, exportadores, importadores y proveedores de transporte ferroviario, por carretera y marítimo. Alrededor del 90 % de los productos comercializados en el mundo se mueven por barco y, de estos, el 60 % se transporta en los ya famosos contenedores de acero.

A lo largo de 2021 las cadenas de suministro globales se han visto sometidas a unos grados de tensión que no parece que vayan a rebajarse en los próximos meses. Como si de un drama se tratara, esta historia se presenta en tres actos.

Acto I - Se desajustan la oferta y la demanda del transporte marítimo

Todo empezó a principios de 2020 cuando, con la irrupción del coronavirus y su rápida expansión por todo el mundo, se produjo el cierre de fábricas a nivel global. En este contexto hubo una menor demanda de bienes no esenciales y, en consecuencia, hubo una reducción de la actividad industrial. Al reducirse el comercio mundial los puertos mantuvieron solo al personal indispensable y las principales navieras disminuyeron sus rotaciones (viajes de ida y vuelta) para adaptarse a la nueva demanda.

Tres años atrás, la oferta de transporte marítimo internacional había menguado debido a una serie de fusiones y adquisiciones que redujo el número de navieras. En la actualidad, cinco compañías copan el 65 % del mercado de contenedores (la danesa Maersk, la italiana MSC, la francesa CMA CMG, la china Cosco Group y la alemana Hapag Lloyd), lo que las convierte en las dueñas del comercio mundial.

Acto II - Un incremento inesperado de la demanda

A partir del otoño de 2020, y a medida que se levantaban los bloqueos y avanzaba la vacunación, la demanda de bienes no esenciales aumentó rápidamente espoleada por el comercio electrónico y por la mayor renta disponible de los consumidores tras varios meses de confinamiento. Sin embargo, las cadenas de suministro no pudieron responder con la misma rapidez con la que se incrementó la demanda. China, la fábrica del mundo, incrementó su producción de manera limitada por la escasez de materias primas y el cierre intermitente de algunas de sus fábricas, lo que restringió la oferta de ciertos productos.

Por otro lado, las navieras no pusieron en marcha toda su capacidad disponible y comenzó el desajuste entre la oferta y la demanda de transporte marítimo. Se produjeron retrasos en los puertos, que no pudieron procesar los mayores volúmenes de envío, lo que provocó largas demoras, con barcos anclados durante semanas fuera de los principales puertos y la consiguiente escasez de contenedores marítimos, que estaban atascados en los barcos en espera y que no podían ni recargarse ni enviarse.

Acto final - La tormenta perfecta

Durante 2021 las compañías de transporte marítimo intentaron adaptarse al incremento de la demanda modificando las rutas marítimas previamente establecidas. Llegaron contenedores a los puertos de América y Europa, pero debido a las restricciones de la pandemia y a los altos costos de envío de los contenedores en vacío, no han podido volver de regreso a Asia. Esto ha provocado la acumulación de contenedores en muchos de los puertos americanos y europeos. Hay suficientes contenedores para satisfacer la demanda, pero no están en los lugares adecuados.

A esto se sumó el atasco en los puertos de China (que tiene ocho de los diez más importantes del mundo): ralentizaron sus operaciones en verano por cuestiones meteorológicas y mantienen restricciones operativas debido a la pandemia, agravando aún más los retrasos en las rutas comerciales y provocando cuellos de botella en los puertos de todo el mundo.

Coda - Un crecimiento desbocado

El desmesurado aumento de la demanda mundial es inasumible y ha sumergido en el caos a los fabricantes y distribuidores de bienes, que no pueden producir o suministrar como antes de la pandemia por una variedad de razones:

  • La escasez de trabajadores por la variante delta.
  • La falta de componentes clave y materias primas.
  • El aumento en el precio de la energía.
  • La subida de los fletes marítimos.
  • La falta de conductores de camiones, más de 400.000 en Europa y 15 000 en España.

Además, muchas empresas y consumidores han adoptado un comportamiento de sobrecompra que prolonga el desabastecimiento de componentes clave para la fabricación y puede hacer que los precios de los productos se disparen.