Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, señaló este martes que hará todo lo que esté a su alcance para liberar a los 17 misioneros –16 estadounidenses y un canadiense– secuestrados en Haití.
“En el Gobierno hemos estado incansablemente enfocados en esto”, dijo Blinken en una conferencia de prensa durante su visita a Ecuador. “Haremos todo lo posible para ayudar a resolver esta situación”, añadió.
El alto funcionario señaló que el Departamento de Estado está en contacto con el Gobierno haitiano y el FBI acerca del rapto de un grupo de 17 misioneros, por una pandilla que pide un millón de dólares de rescate por cada uno.
“Desafortunadamente, es también una muestra de un problema mucho más amplio que es el de la situación de seguridad, la cual es simplemente insostenible”, señaló Blinken.
En su discurso, también dijo que “eso no puede seguir. Ciertamente no evidencia un entorno en el cual el trabajo que se debe hacer”, incluyendo “las inversiones que deben hacerse para el pueblo de Haití, para su futuro, se puedan hacer”.
Las pandillas han tomado el control de buena parte de Puerto Príncipe, que también sufre una creciente crisis política amplificada por el asesinato del presidente Jovenel Moïse.
El secuestro
Una pandilla armada haitiana secuestró a 17 misioneros, entre ellos 16 estadounidenses y un canadiense, miembros de la asociación protestante Christian Aid Ministries, de origen menonita, el pasado 16 de octubre. El grupo acababa de visitar un orfanato cerca de Puerto Príncipe a pesar de que el Departamento de Estado desaconseja a sus ciudadanos viajar a Haití, en donde se multiplican los raptos.
Este secuestro evidenció las relaciones en ocasiones tensas entre el Departamento de Estado, llamado a intervenir cada vez que un estadounidense tiene dificultades, y las organizaciones religiosas que desempeñan un papel humanitario crucial al ir allí adonde otros no se atreven, pero toman a veces riesgos excesivos, bajo lo que consideran como una protección divina.
“Las embajadas de Estados Unidos en el extranjero consideran regularmente a los misioneros como un problema. Ocurre que hieren las sensibilidades locales, violan leyes antiproselitismo o que se hacen secuestrar, como en Haití”, indicó Knox Thames, exfuncionario del Departamento de Estado a cargo de las cuestiones religiosas.
Los ejemplos de misioneros estadounidenses en problemas en el extranjero no faltan. En noviembre de 2018, un joven católico de 27 años, John Chau, falleció en una isla del archipiélago indio de Andamán y Nicobar bajo las flechas de una tribu autóctona que rechazaba el contacto con el mundo exterior, pero que él deseaba convertir.
En mayo del mismo año, un misionero mormón estadounidense de 26 años, Joshua Holt, y su esposa, Thamara, fueron liberados por el Gobierno venezolano tras dos años de cárcel, en lo que Caracas presentó como un “gesto” de apertura hacia Estados Unidos.
En 2010, un joven estadounidense de origen coreano, Robert Park, cruzó la frontera entre China y Corea del Norte el día de Navidad para tratar de llamar la atención –según él– sobre la situación de los derechos humanos en el país. Fue liberado dos meses después por Pyongyang.
*Con información de la AFP.