La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, llegó la noche de este domingo, 18 de agosto, a Chicago para participar en la Convención Nacional Demócrata, que la oficializará como la abanderada del partido en la reñida pelea contra Donald Trump por la Casa Blanca.
Harris, que este domingo también tuvo una movida agenda en el decisivo estado de Pensilvania, vivirá en la tercera ciudad de Estados Unidos un momento clave en su carrera y coronará uno de los meses más agitados de la política contemporánea estadounidense.
La vicepresidenta, de 59 años, le inyectó adrenalina a la tolda azul al recibir el espaldarazo de Joe Biden para asumir la campaña, luego de que el mandatario de 81 años decidiera poner fin a su búsqueda de la reelección, acorralado por las críticas agravadas tras una desastrosa participación en un debate contra Trump.
Una encuesta de The Washington Post/ABC/Ipsos divulgada este domingo la colocó ligeramente por encima de Trump, quien hace un mes estaba empatado con Biden. Pero Harris, cuya efervescencia incomoda al Partido Republicano, no se confía.
“No nos veo como favoritos en absoluto”, les dijo Harris a los medios en Pensilvania este domingo durante una gira en autobús junto a su compañero de fórmula, el gobernador de Minnesota, Tim Waltz. “Debemos ganarnos cada voto y eso quiere decir estar en la carretera, encontrar a la gente”, agregó.
Mientras tanto, con la salida de Biden alguien tuvo que redefinir su estrategia de ataque. Se trata de Trump, que ha optado por descalificar a Harris a punta de insultos personales y ha detallado una nutrida agenda de eventos en estados claves como Pensilvania, donde en julio fue blanco de un intento de asesinato.
El magnate vuelve allí el lunes 19 de agosto, para luego seguir a Michigan, Carolina del Norte y Arizona, en donde visitará la frontera con México para hablar sobre migración, el eje de su plataforma electoral.
Pero esta semana el foco estará puesto en Harris. Unas 50.000 personas se agolparán en Chicago para escuchar a su candidata, quien debe dar el discurso más importante del evento la noche del jueves 22.
La movilización ha derivado en un intrincado dispositivo de seguridad, con unos 2.500 policías en las calles. En bicicletas y patrullas, los uniformados están por doquier en Chicago. La cita demócrata atrajo, además, decenas de activistas que desde el domingo tomaron las calles para protestar por los derechos reproductivos, de la comunidad LGBTIQ+ y a favor de un cese del fuego en Gaza.
Las autoridades locales prometieron garantías para los manifestantes siempre y cuando mantengan la expresión en términos “pacíficos”. “La gran mayoría de los manifestantes (...) quiere que sus voces sean escuchadas, y vamos a proteger eso”, dijo el gobernador de Illinois, J.B. Pritzker, el domingo por la mañana en CNN. Pero “si hay alborotadores, serán arrestados y condenados”.
A orillas del imponente lago Michigan, los pesos pesados del Partido Demócrata se sucederán en la tarima para apoyar a Harris, empezando por el expresidente Barack Obama y su esposa Michelle, quienes hablarán el martes.
En su bastión de Chicago, la carismática pareja buscará avivar las pasiones de los demócratas, muchos de los cuales dicen encontrar, en este inicio de campaña de la vicepresidenta, una euforia que recuerda a la marcha hacia la Casa Blanca del primer presidente negro de Estados Unidos, en 2008. Ya el discurso de Biden deberá venir impregnado de nostalgia y tendrá sabor a despedida.
El presidente, que originalmente vendría al United Center de Chicago a solidificar su apuesta por un segundo período, ofrecerá, en cambio, un cierre de su medio siglo de carrera política cuyo broche de oro será el espaldarazo a Harris.
Luego de hacer repaso a los logros de su primer y único mandato, Biden pedirá apoyo para la vicepresidenta “poniendo de relieve” la importancia de la elección frente a Trump, quien ha sido condenado penalmente y que no se ha comprometido a admitir una posible derrota.
El acto en Chicago pretende ser una demostración de unidad y entusiasmo frente al magnate, hasta ahora único amo del Partido Republicano y todavía adorado por sus bases. La presencia en la convención de Hillary Clinton, a quien el republicano derrotó para sorpresa general en 2016, tal vez recuerde a los eufóricos demócratas que deben ser cautelosos.
*Con información de AFP