Este jueves, las noticias cerraban con escenas que parecían un Deja Vu. Los talibanes avanzaban con su enorme poderío y crueldad por dos de las ciudades más grandes de Afganistán: Kandahar y Herat. El grupo terrorista reivindicó haber conquistado esas capitales y prácticamente haber acorralado al gobierno que apenas estaría hoy al mando de Kabul y un puñado de otros territorios.
“Kandahar está completamente conquistada”, dijo un portavoz talibán en una cuenta de Twitter oficial. Algunos habitantes confirmaron los hechos y agregaron que las fuerzas del gobierno se retiraron masivamente a una instalación militar en las afueras de la ciudad. Herat, otra ciudad a 150 km de Kabul había corrido muy poco antes la misma suerte.
En la última semana, el gobierno ha perdido casi todo el norte, el sur y el este de Afganistán, manteniendo el control de la capital y un puñado de ciudades, muchas de ellas en riesgo.
Señal del descalabro, Estados Unidos y Reino Unido anunciaron el despliegue de soldados para evacuar rápidamente su personal diplomático en la capital.
El Pentágono indicó que 3.000 soldados serán desplegados en Kabul en las próximas 24-48 horas, insistiendo en que no atacarán a los talibanes, mientras que el gobierno británico anunció el envío temporal de 600 soldados.
“Vamos a reducir nuestra presencia civil en Kabul ante la evolución de la situación de seguridad”, dijo el portavoz de la diplomacia estadounidense Ned Price.
La caída de Herat
Gran ciudad del oeste de Afganistán, cerca de la frontera con Irán, la caída de Herat bajo control de los talibanes fue un punto de quiebre. “Tuvimos que dejar la ciudad para evitar más destrucción”, indicó una fuente de seguridad, explicando que se habían retirado a una base militar cercana.
Un portavoz insurgente aseguró que “los soldados entregaron sus armas y se unieron a los muyahidines” y que “decenas de vehículos militares, armas y municiones” cayeron en sus manos.
Los talibanes “izaron sus banderas por toda la ciudad”, dijo Masoom Jan, un residente. “Realmente tenemos miedo, nos tomó por sorpresa, no hemos podido siquiera dejar la ciudad”, añadió.
En las últimas semanas, Herat había sido escenario de intensos combates entre insurgentes y ejército, respaldado por las milicias de Ismail Khan, un conocido señor de la guerra local.
El ministerio de Interior había informado antes de la caída de Ghazni y la detención por parte de las fuerzas armadas de su gobernador, entre acusaciones no verificadas de que había entregado la ciudad a los talibanes.
Una fuerza de seguridad dijo que también capituló Qala-i-Naw, capital de la provincia de Badghis (noroeste), cuyas autoridades habían firmado en julio una tregua con los insurgentes.
Propuesta del gobierno
El gobierno propuso a “los talibanes un reparto de poder a cambio del fin de la violencia”, dijo uno de sus negociadores en Doha, donde prosiguen las conversaciones de paz entre gobierno e insurgentes, iniciadas en septiembre de 2020. El presidente afgano, Ashraf Ghani, rechazó hasta ahora la idea de un gobierno que incluya a los talibanes.
Y en este momento, los insurgentes, que antes contemplaban con agrado la idea, podrían rechazarla ya que su ofensiva ha avanzado a un ritmo vertiginoso en estos días. En apenas una semana, tomaron el control de 12 de las 34 capitales provinciales afganas y tienen rodeada la mayor ciudad del norte, Mazar-i-Sharif.
También asedian desde hace meses Kandahar y Lashkar Gah, capital de la región de Helmand, ambas en el sur y consideradas feudos tradicionales de los talibanes. Con la toma de Ghazni, los insurgentes pueden cortar las líneas de abastecimiento terrestres del ejército entre Kabul y Kandahar y aumentar la presión sobre la fuerza aérea afgana, obligada a transportar material y refuerzos por aire.
En Lashkar Gah, una fuente de seguridad reconoció que plantean retirarse a una base estadounidense cercana. Y en Kandahar, los talibanes aseguraron el miércoles haber tomado la cárcel y liberado “cientos de presos”. El viernes ya la reclamaban completamente.
Desde mayo, cuando comenzó la retirada final de las tropas extranjeras, los talibanes lanzaron una rápida ofensiva contra las fuerzas gubernamentales, que apenas plantaron resistencia. Los enfrentamientos tienen un coste terrible en la población civil. En un mes, al menos 183 civiles, entre ellos niños, murieron en Lashkar Gah, Kandahar, Herat (oeste) y Kunduz, y cerca de 360.000 personas huyeron de sus hogares desde principios de 2021, según la ONU.
Numerosos civiles han llegado en los últimos días a Kabul, donde, aún traumatizados por las atrocidades cometidas por los talibanes ante sus ojos, intentan sobrevivir en campos de refugiados. Las tropas internacionales completarán su salida de Afganistán a finales de este mes, veinte años después del inicio de su intervención para expulsar a los talibanes del poder, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Los responsables norteamericanos no ocultaron en los últimos días su frustración ante la debilidad que muestra el ejército afgano, que Estados Unidos forma, financia y equipa desde hace años.
Por su parte, la UE amenazó a los talibanes con un “aislamiento” internacional si toman el poder “por la fuerza” y les pidió el cese “inmediato” de la violencia.
*Con información de la Agencia France-Presse