El pasado domingo, el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, murió en un accidente de helicóptero en una región inhóspita de la frontera de su país con Azerbaiyán. La aeronave se vino a tierra y, además del mandatario, fallecieron otras seis personas que lo acompañaban en un viaje de Estado. La búsqueda de los restos duró más de 18 horas, marcadas por la incertidumbre.
Al final se afirmó que el líder de la nación islámica había fallecido casi instantáneamente. Con esto, el país debe pensar en qué vendrá en el futuro. Con la llegada de Raisi al poder en 2021, Irán mostró su cara más conservadora, una nación acostumbrada a ser manejada por la ley islámica. Los controles y la opresión contra la ciudadanía aumentaron, recordando que en las manifestaciones de 2022 más de 500 personas fueron asesinadas por las fuerzas del orden a raíz de la muerte de Mahsa Amini.
Pero también las relaciones internacionales se volvieron más caóticas, especialmente tras la guerra en Gaza de Hamás con Israel. Irán es el gran enemigo de Israel dentro de los países de Medio Oriente. Cuando este comenzó la guerra contra el grupo Hamás en Gaza, al régimen de Raisi no le tembló la mano al sumarse al bando de la agrupación terrorista. Y hace solo unas semanas hubo roces y lanzamiento de misiles y armamento entre ambos países, provocando el miedo mundial ante una posible guerra directa, que finalmente no ocurrió.
En máximo 50 días ya habrá un nuevo mandatario en Irán. Y aunque desde Occidente se tiene la esperanza de que haya un líder mucho más moderado, es poco probable, teniendo en cuenta que el poder máximo es el ayatola Alí Jameneí, quien se ha encargado de excluir sistemáticamente cualquier viento de cambio y ha respaldado a líderes cada vez más conservadores.“La muerte de Ebrahim Raisi, aunque repentina, no implica un cambio profundo para la República Islámica de Irán.
Es claro que el proceso dispendioso de convocar a elecciones, filtrar candidatos y elegir un presidente como cambio abrupto representa un reto para el Gobierno. Sin embargo, no observo algo sustancial”, dijo a SEMANA Felipe Medina Gutiérrez, docente de Estudios de Medio Oriente de la Pontificia Universidad Javeriana.
De igual manera, Medina aseguró que uno de los cambios en materia internacional puede ser la firma nuevamente de un acuerdo sobre la no fabricación de bombas atómicas con potencias mundiales como Estados Unidos, en un acuerdo similar al del P5+1. Por lo cual, si hay variaciones con el próximo mandatario, serán cosas que también iban a pasar con Raisi en el poder y seguramente su reelección estaba señalada en las elecciones de 2025.
Asimismo, las relaciones con Estados Unidos serán otro tema clave. Aun cuando se espera que se mantengan hostiles, también hay expectativa porque se preserven los canales de comunicación ya existentes, aunque no se tengan vínculos diplomáticos en la actualidad entre ambos países. Esto, a pesar de los bandos tomados por cada uno en la guerra en Gaza, que ha aumentado las presiones a puntos históricos. Quizás el cambio podría llegar por los lados de la ciudadanía, que ha visto con disgusto al mando supremo del país y a sus presidentes títeres.
Se calcula que la abstención en las últimas elecciones fue del 60 por ciento, mientras que en unos comicios locales en Teherán solo votó el 10 por ciento de la población, que vive sumida en una nación con una inflación de más de 40 puntos y un desempleo en aumento. Cualquier otro cambio será puramente estético para el régimen islámico, que cumplirá 45 años en el poder de la nación de Medio Oriente el próximo diciembre.