SEMANA: ¿Por qué cree que está ganando el rechazo a la nueva constitución?
Christian Viera: Yo creo que pueden ser varias razones que podrían explicar aquello. Primero, una campaña millonaria con dinero que no sabemos de dónde sale, que ha instalado un relato construido a partir de fantasmas en que no están presentes en el texto, o también construir un relato interpretativo a partir de la peor de las interpretaciones que se pueden extraer de un texto. Pero para eso se requiere mucho dinero para generar un ‘estadio de opinión pública’ y ese dinero no sabemos de dónde viene y tampoco cuánto es, que tiene que ver con sobre todo la distribución masiva a nivel de redes sociales, esta es una primera razón.
La segunda tiene que ver con que la Convención Constitucional fue una institución tan inédita y extraordinaria en nuestra historia, que captó toda la atención y toda la atención mediática en términos políticos. De hecho, uno podría decir que desaparece el gobierno, desaparece el órgano legislativo y quedamos con la Convención, y esa captura llevó a que todo lo que ocurría en la Convención con sus aciertos, pero sobre todo con sus desaciertos, capturara la atención.
Entonces yo creo que el análisis que lleva a una mayor valoración del Rechazo, es más bien un juicio, un cuestionamiento muy profundo al comportamiento de la Convención más que el texto mismo. Es curioso esto, porque si bien es cierto que entre los desaciertos, podríamos mencionar las cosas que se discutieron en la Convención, muchas de ellas ideas muy extravagantes, esas discusiones que son extravagantes también se dan en otros órganos políticos colegiados, pero como no capturan la atención que curó la conversión son más invisibles. Nosotros estuvimos en el foco de la atención mediática durante un año. Y sobre todo la severidad en torno a nuestros desaciertos fue muy alto.
SEMANA: ¿Cuáles serían los beneficios que tendría Chile si finalmente se aprueba la nueva Constitución?
C.V.: Beneficios son muchos, pero quisiera referirme a tres. El primero, que no hay país en el mundo con una interpretación e implementación tan radical de los postulados neoliberales como Chile, el cual fue un experimento casi de laboratorio de la experimentación de estas ideas, que permitieron diseños institucionales en bases a ideas, principalmente a lo relativo a los derechos sociales, que fueron construidos a partir de su comprensión como bienes de consumo.
Yo creo que el artículo 1, que establece que Chile es un Estado social y democrático derecho, supone una disputa del canon neoliberal. Entonces eso supone un diseño para los derechos sociales muy distinto a como se entienden en Chile en la actualidad
Lo segundo es podría ser una apuesta de constitucionalismo global en las reglas de paridad y el enfoque de género, eso claramente es una perspectiva muy vanguardista en el mundo, que se enfrenta a las diferencias estructurales que existen principalmente en temas de género y disidencias.
Y lo segundo, una constitución ecológica, que entiende la naturaleza también como vida, y no solamente como un objeto, porque nosotros nos relacionamos con la naturaleza en una relación de objetivación de esta. La perspectiva que se ofrece el texto la Constitución es entender la vitalidad de la naturaleza y por lo mismo una apertura a una regulación diferente con ella.
SEMANA: ¿Qué podría venir para el país en caso de que no se apruebe la Constitución?
C.V.: Es una incógnita, las reglas del proceso constituyente son muy claras y son las que se habilitaron todo el proceso, a través del plebiscito de entrada, la composición de la Convención, cómo deberíamos funcionar... La última regla es la relativa a los resultados del plebiscito, está en la Constitución vigente. Uno, si se aprueba, se deroga la Constitución, empieza a regir esta y se habilita la posibilidad de los cambios, principalmente por vía legislativa, porque no cierra el proceso, sino que lo abra, porque las modificaciones tienen que realizarse por la ley.
Sin embargo, de ganar la alternativa de Rechazo, la regla también es bien clara. Sigue vigente la constitución de 1980. Dicen, que los procesos continúan abiertos, que hay que conseguir conversando... Yo no entiendo cómo serían esas conversaciones, sobre todo que quedarían en vano principalmente aquellos sectores políticos que defendieron el texto y los contenidos que generaron la grave política chilena del 2019.
SEMANA: ¿Cree que el proceso constitucional se vio perjudicado por la mala imagen del gobierno de Gabriel Boric?
C.V.: No, yo no creo que el plebiscito sea una evaluación al actual gobierno, yo creo que son caminos que van separados. De hecho, algo que tiene el proceso constituyente chileno y que se asemeja más al proceso constituyente colombiano, que al venezolano, ecuatoriano, o boliviano, dentro de los tres de los cuatro grandes procesos constituyentes de América Latina.
El proceso colombiano no fue un proyecto gubernamental, fue un proceso genuinamente ciudadano con mayor participación de los partidos políticos, claro, esto fue en el año 1991. Si nosotros miramos, no fue un proyecto del gobierno, ni del presidente Piñera, ni del presidente Boric.
Yo creo que dicen que las encuestas que dicen que evalúan el cometido de la Convención, se puede entender desde la perspectiva del desprestigio que tienen en general las instituciones colegiadas. Por lo tanto, yo separaría la aprobación del proceso constituyente y de la Convención con el gobierno, porque no son proyectos gubernamentales. De hecho, el gobierno lo que hizo fue permitir la instalación y funcionamiento la comisión, pero fue una entidad absolutamente autónoma de ambos gobiernos.