En Brasil no todo es carnaval. No al menos en los últimos meses. Pese a lo exitante que para muchos son las famosas fiestas de Río --donde la macumba y el candomblé dejan de ser rituales secretos para convertirse, mezclados con la samba, en arrasador baile de multitudes-- los brasileños vienen llamando la atención del mundo por un hecho totalmente político: más de un millón de personas, en coloridos cortejos, se han volcado a las calles, de enero hasta la fecha, en las principales capitales, exigiendo "las directas", o sea, que el próximo Presidente de la República sea elegido mediante voto popular.Según encuestas del instituto Gallup, el 90% de la población brasileña quiere volver a este tipo de elección, la cual desapareció de la vida pública del país desde que los militares derrocaran a Joao Goulart, instaurando una de las más duras dictaduras del continente. Ahora aprovechando el proceso de apertura política iniciado en 1979 por el Presidente Joao Figueiredo, la ciudadanía quiere recuperar ese derecho.Desde 1964, en Brasil la sucesión presidencial ha sido cosa bastante suigeneris. Algunos sostienen que se trata de una elección "indirecta". Para otros es menos que eso. Las Fuerzas Armadas, en realidad son quienes juegan el papel central en ello: escogen el nombre del candidato y lo hacen refrendar de una convención del gobernante Partido Democrático Social (PDS). Finalmente, el congreso nacional (donde el PDS tiene la mayoría), en gesto puramente formal, aprueba esa designación.En esta ocasión, una convención del PDS escogería a uno de los 4 candidatos actuales para suceder a Figueiredo: el vicepresidente Aureliano Chaves, el senador Marco Maciel, el ex gobernador de Sao Paulo, Paulo Maluf y el actual ministro del Interior, Mario Andreazza. La única diferencia con los años anteriores es que, esta vez, los aspirantes no son Generales del ejército.Pese a ello, tal método está cada vez más desprestigiado. Manifestaciones en favor de que se enmiende la constitución de 1964 y se regrese a las elecciones presidenciales directas como contempla la enmienda del liputado opositor Dante de Oliveira --presentada a consideración del parlamento-- literalmente barrieron al país entre el 12 y el 27 de enero pasado, marcando un hito en la historia política del Brasil. El 25 de enero, por ejemplo, en sólo Sao Paulo, salieron a la calle 200 mil personas, sin que otras marchas semejantes hayan dejado de darse en otras ciudades. La última de éstas ocurrió el 24 de febrero en la conservadora Belo Horizonte, donde más de 300 mil llenaron una plaza durante cinco horas para escuchar 49 pronunciamientos de políticos, artistas, intelectuales y representantes de comunidades en favor de las directas. Tras ese acto, el analista político más acatado en el país, el periodista Carlos Castello Branco, dijo que la concentración "no dejó al sistema otra alternativa que no sea la negociación de la sucesión presidencial con todos los segmentos de la sociedad".Para los organizadores de la campaña, la próxima gran movilización será el 21 de marzo, en Río de Janeiro, donde esperan reunir de 500 mil a un millón de personas.El Presidente Figueiredo, por su parte, se mantiene firme en su negativa a las directas. El y los militares temen que un éxito popular tras esa consigna desate un proceso democratizador similar al argentino, que ha dado hasta para juzgar militares torturadores. Aunque en Brasil un desborde como aquél sería menos dramático, habría de todas formas muchos "trapos sucios" susceptibles de ser ventilados públicamente para preocupación de muchos de los actuales gobernantes. Por eso, voceros oficiales vienen calificando tal campana como "cosa de comunistas" y como un elemento de "presión física y antidemocrática sobre el Congreso". Aluden a que el principal partido de oposición, el Movimiento Democrático Brasileño (MDB) resolvió lanzar una gran manifestación pro directas en Brasilia frente al Congreso nacional a comienzos de abril, justamente para cuando los parlamentarios entren a debatir la enmienda Dante.Además de las estruendosas manifestaciones, los congresistas son presionados también por los representantes del régimen, quienes saben que si hay elecciones directas, el PDS será echado del poder.Como lo ha expresado en privado el mismo ministro de la Casa Civil, Leitao de Abreu, ya no existe siquiera la seguridad de que el partido de gobierno vote mayoritariamente en contra de la enmienda Dante, pues el PDS está dividido. El propio vicepresidente, Aureliano Chaves, es partidario de las directas, por ser ellas "un anhelo del pueblo brasileño que no puede ser desconocido".--