El viernes pasado, y luego de más de dos años de batalla legal sobre las extensiones del derecho a la eutanasia, Víctor Escobar, un hombre de 60 años que tenía una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y que sufría por las secuelas de un accidente cardiovascular, entre otras cosas, puso fin a su vida de manera asistida en la ciudad colombiana de Cali y se convirtió en el primer latinoamericano con una enfermedad no terminal en hacerlo. “Se logró llegar al objetivo de que pacientes como yo (...) llegáramos a ganar esta batalla, que abre las puertas para los demás pacientes que vienen detrás de mí y que, en estos momentos, desean una muerte digna”, afirmó en un video publicado en redes sociales horas antes de morir.
Un día después, en Medellín, Martha Sepúlveda, una mujer de 51 años con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad que le hizo perder fuerza en las piernas y que le impedía caminar distancias largas, ejerció finalmente su derecho a morir dignamente. La petición de Sepúlveda había sido rechazada en septiembre pasado por el Instituto Colombiano del Dolor (Incodol). “Si es desde el plano espiritual, yo estoy totalmente tranquila (...). Cobarde seré, pero no quiero sufrir más, estoy cansada. Lucho por descansar”, contó Sepúlveda en septiembre pasado en un programa de televisión colombiano.
La eutanasia en el mundo
La eutanasia, que se trata de una intervención médica solicitada que tiene el objetivo de poner fin a una vida sin perspectiva de cura y de forma inmediata, es un tema que divide a muchas personas en todo el mundo. Existen pocos países en el planeta en que la muerte asistida está despenalizada, entre ellos, los Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica, Canadá, Nueva Zelanda, España y Colombia.
Colombia despenalizó la eutanasia en 1997, pero no fue hasta 2015 que se regularizó y se convirtió en ley. Hasta ahora, al menos 157 personas decidieron acabar dignamente con su vida en Colombia a través de este procedimiento. Actualmente, países de la región como Chile, Argentina, Perú o México poseen regulaciones para lo que se conoce como eutanasia pasiva legal, lo que les permite a enfermos terminales rechazar los tratamientos que prolongan artificialmente la extención de su vida, pero siguen buscando aprobar proyectos como el de Colombia.
Para Luis Eduardo Hoyos, doctor en Filosofía y Romanística de la Universidad Georg-August de Gotinga y profesor de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia, “los casos de otros países -fuera de América Latina- y culturas deben ser vistos con cuidado y diferenciadamente. La idea de que la muerte digna puede estar en nuestras manos parece costar aún mucho trabajo”, dijo a DW.
El impacto en Latinoamérica
Los recientes casos de Sepúlveda y Escobar reabren nuevamente el debate en Latinoamérica sobre la despenalización de la muerte asistida. La pregunta es: ¿qué tanto puede influir el caso de Colombia en el resto de la región?
“Es difícil de prever. Pero podría esperarse que sirvan de ejemplo. La eutanasia ha sido aprobada (en Colombia)por una sentencia muy inteligente de hace unos años, pero no ha sido aún reglamentada. Eso le corresponde al Parlamento que, seguramente por costo político, no ha hecho su tarea”, agregó Hoyos.
En tanto, Asunción Álvarez, presidenta de la Federación Mundial de Sociedades por el Derecho a Morir (WFRtDS, por sus siglas en inglés), afirmó a DW que “todo lo que se ha avanzado (en Colombia) repercute muy positivamente en América Latina. En México, cuando se argumenta sobre la legalización de la eutanasia se menciona a los Países Bajos como ejemplo, pero los opositores dicen que México es muy diferente y que tiene otros valores”.
“Y no es así. Ahí está Colombia, que se parece mucho a México y otros países de América Latina, donde se ha permitido (la eutanasia). Colombia es un país muy afín y hay que analizar cómo ahí sí se permite”, añadió.
En conversación con DW, Vlado Mirosevic, diputado del Partido Liberal de Chile y quien presentó en 2014 un proyecto de eutanasia que se encuentra trabado en el Congreso, concordó con Álvarez: “Es muy potente la señal que da la justicia colombiana. En el caso de Chile, nos golpea fuerte, porque nuestro proyecto de ley contiene justamente lo que pasó con el caso de Víctor Escobar en Colombia, que no tiene una enfermedad terminal y se le reconoce su derecho por parte de la justicia”.
¿Cuáles son los argumentos en contra?
A la hora de discutir y legislar sobre la eutanasia, las voces opositoras suelen entregar motivos basados en la religión: “Los argumentos (en contra) hoy día no son directamente religiosos, pero lo son en el fondo. Aquellos que se oponen a la eutanasia son los grupos más conservadores y más religiosos, pero que intentan poner una argumentación más laica, en la que, por ejemplo, no se hable de Dios”, explicó Mirosevic.
Álvarez así también lo cree: “La Iglesia católica tiene una gran influencia para imponer sus creencias”, aseguró. Pero fuera de los motivos religiosos, los opositores a la eutanasia dicen que “no es necesaria porque los cuidados paliativos pueden solucionar cualquier sufrimiento; pero, si bien es importante que estos existan, no es cierto que sean suficiente para eliminar ese deseo de algunas personas que considera su vida indigna”, concluyó la experta.