Como gerente financiero del imperio inmobiliario de Donald Trump durante muchos años, Allen Weisselberg ayudó a salvar a su jefe de la quiebra cuando sus casinos cayeron en bancarrota y su aerolínea colapsó en los años 90.
Ahora, tras cumplir una condena por fraude fiscal, Weisselberg regresa al centro de la escena para declarar el martes en el juicio de la procuradora general de Nueva York, Letitia James, al expresidente republicano y su empresa, la Organización Trump, por fraude.
Weisselberg, uno de los acusados en la causa, declarará previsiblemente sobre su papel en la preparación de los balances anuales de Trump e incluso sobre las conversaciones que mantuvieron al elaborar los documentos, que entregaban a aseguradoras, bancos y otras empresas para conseguir negocios y préstamos.
Cómplice discreto
La demanda de James sostiene que Weisselberg manipuló las declaraciones financieras de Trump para cumplir con sus órdenes de que mostraran aumentos en su patrimonio neto y firmó valuaciones elevadas a pesar de que las tasaciones revelaban otra cosa.
Trump asistió a las primeras tres jornadas del juicio sin jurado la semana pasada en Manhattan, pero no se prevé su presencia en la sala durante la declaración de su exgerente financiero.
El viernes pasado, una corte de apelaciones rechazó el intento de Trump de demorar el juicio mientras responde a un fallo anterior que lo despojaría de la Trump Tower —su inmueble insignia en la 5ta. Avenida de Nueva York— y otras propiedades.
Weisselberg ha mantenido una presencia discreta desde que salió de una cárcel de Nueva York después de purgar una pena de 100 días por evadir impuestos correspondientes a 1,7 millones de dólares en beneficios, como un departamento en Manhattan, autos lujosos para él y su esposa y la matrícula escolar de sus nietos.
“A lo largo de los últimos meses, estoy seguro de que ha quedado bien en claro que he tenido bastantes problemas”, dijo Weisselberg, de 76 años, en una declaración previa al juicio civil.
Declaró que padecía insomnio, consultaba a un terapeuta y tomaba una forma genérica de Valium al tratar de “reaclimatarme a la sociedad”.
La Trump Tower en veremos
En su declaración en abril pasado, el expresidente dijo sobre el que fuera su hombre confianza: “Estuvo conmigo durante mucho tiempo. Lo querían. Era respetado. Ahora, ha ido y vuelto del infierno. Lo que le ha pasado es muy triste”.
Por su parte, Jeffrey McConney, quien fuera ejecutivo de la Trump Organization durante largo tiempo testificó el pasado viernes que Weisselberg le pidió que lo ayudara a cometer fraude fiscal múltiples veces, lo cual incluyó el cambio de los registros de nómina para ocultar beneficios y pagarle a su esposa por un trabajo que no hacía para que pudiera reclamar beneficios de la seguridad social.
También aseguró que lo ayudó por miedo a que lo echaran si se rehusaba.
En un prejuicio el mes pasado, el juez Arthur Engoron dictaminó que Trump, Weisselberg y otros acusados cometieron fraude por años al exagerar las ganancias y la riqueza neta del exmandatario estadounidense.
Como castigo, Engoron ordenó que un secuestre nombrado por la corte tomara el control de la Trump Tower y otras propiedades del millonario. Un recurso de este último bloqueó el viernes pasado este aspecto del dictamen del juez, al menos por el momento.
Con información de AP.