Al iniciarse la invasión rusa a Ucrania, se produjo un éxodo masivo de empresas occidentales en Rusia, en parte por la incertidumbre que suponía una guerra de consecuencias impredecibles y en parte por las inmediatas sanciones internacionales contra el país agresor.
Unas, como McDonald’s o Inditex, cerraron sus tiendas y mantuvieron a sus empleados hasta que pudieron vender el negocio. Otras, directamente, tuvieron que despedir a sus trabajadores. Y algunas, como la operadora de telefonía alemana Deutsche Telekom, no se resignaron a hacerlo y les ofrecieron reubicarlos en otras ciudades de Europa.
“Deutsche Telekom no tenía actividad comercial alguna en Rusia, pero empleaba a alrededor de 2.000 desarrolladores de software, principalmente en San Petersburgo”, aclara a DW el portavoz de Deutsche Telekom, Stephan Broszio, por correo electrónico.
“Con el ataque ruso a Ucrania, decidimos cerrar nuestras oficinas en Rusia”, recuerda. “Ofrecimos a nuestros expertos en IT [tecnologías de la información] la oportunidad de trabajar en ubicaciones de Telekom en otros países, principalmente Grecia, Hungría, España y Alemania”, donde la compañía ya estaba operando.
“Más de la mitad de los empleados aceptaron la oferta, los demás se fueron”, confirma Broszio. La elección, en ese momento, no era desde luego fácil. Ni siquiera para ingenieros de un sector con bastante más movilidad internacional que otros.
Además, las autoridades rusas negaban a su población que el país hubiera iniciado una guerra. Hablaban simplemente de su todavía defendida “operación militar especial”, y aún no habían llamado a la “movilización parcial” que supuso después el alistamiento de trescientos mil nuevos reclutas.
Recibimiento festivo
Uno de los destinos elegidos fue Granada, en el sur de España, donde fueron reubicados doscientos ingenieros —y, en muchos casos, sus familias— , tras una estancia intermedia en Turquía para arreglar toda la burocracia. También a Reus, en el norte del país, llegaron unos cien.
“En España, Granada en particular es una sede en crecimiento para nosotros. El acceso al talento joven a través de las universidades es muy bueno, así como la cercanía a muchos de nuestros clientes”, explica Broszio.
La prensa española celebró la noticia, como todas las que ilustran, de una u otra forma, que el apoyo en Rusia a Vladimir Putin y su guerra de agresión no es monolítico a pesar de los riesgos. El diario local El Ideal destacaba que toda la plana mayor de Telekom había visitado la ciudad personalmente, para supervisar los planes de ampliación de la sede y reunirse con la rectora de la Universidad de Granada, una de las más antiguas de España.
“El entendimiento fue perfecto, la colaboración es muy positiva y hay mucha ilusión por las dos partes”, dijo entonces Aitor Vinós, director de la oficina, al rotativo.
Interés local y nacional
Hubo reportajes en los periódicos locales, pero también en diarios de tirada nacional y las grandes televisiones. Una bromeaba con las quejas de los rusos acogidos en la ciudad por el calor (llegaron en verano). Y con sus dificultades para aprender español. Uno contaba que apenas sabía decir “dos palabras fundamentales”: “tapas”, en referencia a la especialidad gastronómica de la ciudad, y “Alhambra”, que no solo es el nombre del monumento más representativo de Granada, sino también el de su cerveza local.
Sin embargo, para los recién llegados rusos no todo era tan festivo. “Tengo una hija de 15 años que está en un colegio español sin saber el idioma, sin amigos...”, lamentaba entonces un empleado de nombre Igor. Ahora, seis meses después, la compañía prefiere no exponer a sus empleados a la prensa y se limita a destacar el éxito empresarial de la operación.
“Gracias a nuestra activa Gestión de Continuidad de Negocio, que también incluye reubicaciones, el impacto del cierre en Rusia en nuestras operaciones de IT fue mínimo”, valora su portavoz para prensa desde la central de la compañía en Bonn. “A ello también colaboró, y continúa haciéndolo, el hecho de que Telekom atraiga a especialistas en IT de otras nacionalidades”, agrega. Y concluye: “Por favor, comprendan que no entremos en más detalles”.
Un Ejército de troles
En Bielorrusia, de donde también huyeron al exilio miles de personas tras la dura represión de las protestas antigubernamentales, el presidente Alexandr Lukashenko pidió su retorno, sobre todo el de los trabajadores más cualificados, y anunció medidas para facilitarlo.
En Rusia, sin embargo, no se ha anunciado una postura oficial al respecto, pero sí se llevan campañas de desprestigio y acoso, principalmente a través de las redes sociales, que tratan de identificar a los opositores a Putin o, simplemente, a la guerra, como enemigos de Rusia.
En ciudades como Belgrado, la capital de Serbia, las amenazas y las agresiones no se han limitado a las redes sociales. Allí, la comunidad rusa está muy dividida, con manifestaciones a favor y en contra de Putin.
En España, recientemente, un jubilado nostálgico de la Unión Soviética fue detenido por enviar cartas bomba a políticos, como el propio presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, o su ministra de Defensa, Margarita Robles, y a delegaciones diplomáticas, incluidas las de Estados Unidos o Ucrania. Desde esta perspectiva, son efectivamente comprensibles las reservas de la empresa.
*Texto de la DW