La compañía OceanGate Expeditions se dedicaba a realizar viajes en submarino, de manera comercial, visitando los restos del Titanic. A pesar de parecer un periplo inofensivo, el Titán, como se llamaba el vehículo empleado para ese propósito, sufrió una implosión en las profundidades, dejando un saldo de cinco personas fallecidas en su último recorrido.
A bordo del sumergible iban Hamish Harding, presidente de la compañía Action Aviation; el paquistaní Shahzada Dawood y su hijo Suleman; el experto buceador francés Paul-Henri Nargeolet, y Stockton Rush, director general de OceanGate Expeditions, la empresa que estaba coordinando la exploración a los restos del Titanic.
Tras el desastre ocurrido el pasado 18 de junio de 2023, se han conocido detalles de los últimos momentos de la vida de los tripulantes. Recientemente, el marino mercante español y exjefe de máquinas en un submarino turístico, José Luis Martín, analizó el incidente.
En una entrevista con el diario Nius, de España, el experto ahondó en las condiciones en las que se encontraba el navío al momento de las fallas. El medio llamó esta parte de los comentarios como “el comienzo del fin”.
“El submarino avanzaba estable y en horizontal, pero durante la inmersión controlada del Titán tuvo que haber forzosamente un fallo eléctrico, el cual dejó al sumergible sin propulsión. Y al faltar esa propulsión, el peso de los pasajeros y el del piloto (unos 400 kilos), que estaban concentrados en la parte delantera cerca del ‘ojo de buey’, descompensó la estabilidad longitudinal”, dibuja en su mente Martín.
Ya fallando, “en ese momento, el submarino cae de proa como una flecha hacia el fondo del mar, sin posibilidad alguna de maniobrar con los elementos de control y seguridad averiados. El piloto no pudo accionar la palanca de emergencia que soltaba bruscamente los lastres de plomo y que la compañía lo anunciaba pomposamente en uno de sus vídeos publicitarios”, agregó.
“Al caer hacia las profundidades del océano, el casco resistente se vio sometido a un súbito aumento de la presión (que no proporcional a la profundidad de cada momento) y entonces se produjo una fuerte compresión del recipiente donde estaban turistas y piloto”, continuó explicando.
Además, el estudioso indica que en detalle lo que ocurrió dentro del Titán fue que “se produjo una contracción instantánea del casco resistente, lo que le supuso una pérdida de volumen del orden del 70 % al 80 %. En esas condiciones y a esas profundidades, la súbita contracción del casco supuso a su vez una disminución del ‘empuje’, por lo que el Titán en su continua caída era cada vez más pesado”.
Ya en cuanto a las condiciones en las que los pasajeros vivieron todo ese drama, Martín estima que hubo entre 48 segundos y un minuto con once segundos en los que todo lo anterior ocurría, estando todos con pleno conocimiento del desenlace que tendrían.
“Ese tiempo tuvo que ser durísimo para todos porque estaban cayendo sin control y siendo conscientes de que su final se acercaba”, añadió el español.
Tras ese corto periodo de tiempo, la implosión fue, según el analista, “como pinchar un globo”, ocasionando una muerte fulminante a todos los que iban en el Titán.
Otros detalles de esos últimos instantes fueron ofrecidos por The Wall Street Journal que, por su parte, aseguró que la Marina de EE. UU. escuchó la implosión mucho antes de que fueran encontrados los restos del sumergible. Asimismo, señaló que los micrófonos submarinos, diseñados para rastrear naves enemigas, detectaron un extraño sonido en las profundidades del océano Atlántico.
“La Marina de los EE. UU. realizó un análisis de datos acústicos y detectó una anomalía consistente con una implosión o explosión en las inmediaciones generales de donde operaba el sumergible Titán, cuando se perdieron las comunicaciones”, sentenció un alto funcionario.
Luego, concluyó: “Si bien no es definitiva, esta información se compartió de inmediato con el comandante del incidente, para ayudar con la misión de búsqueda y rescate en curso. Sospechó que era la implosión del sumergible Titán”.