Una serie de violentos disturbios en Suecia, desencadenados por actos de la extrema derecha en los que se querían quemar ejemplares del Corán, puso a prueba la dilatada interpretación de la libertad de expresión en el país.
Al grito de “Allahu Akbar” (Dios es grande), las primeras manifestaciones contra la visita a Suecia del líder del partido antiislámico danés Línea Dura, Rasmus Paludan, degeneraron el jueves en violencia contra la policía en barrios con una importante comunidad musulmana, en las ciudades suecas de Norrköping y Linköping.
Estos últimos años, Paludan ha multiplicado sus actos para quemar ejemplares del Corán, generalmente en barrios con una gran población migrante y musulmana, desde Dinamarca a Bélgica, pasando por Francia.
Esta “gira antiislam” también ha suscitado la condena de varios países musulmanes, como Irak y Arabia Saudita.
Los altercados se propagaron luego durante el fin de semana a otras ciudades, donde Paludan ―que tiene doble nacionalidad danesa y sueca― quemó varios ejemplares del libro sagrado del islam, o tenía la intención de hacerlo.
La policía sueca insistió en que estos actos se enmarcaban en el derecho constitucional de la libertad de expresión, y que por eso tuvo que autorizarlos.
“Vivimos en una democracia donde la libertad de expresión y de prensa son muy amplias y tenemos que estar orgullosos de ello”, señaló el ministro de Justicia, Morgan Johansson, en una rueda de prensa.
No hay “ninguna estrategia para limitarla”, incluso si estas libertadas son utilizadas por un “extremista danés” para ensalzar “el odio, la división y la violencia”.
40 heridos, entre ellos 26 policías
Al menos 40 personas resultaron heridas, entre ellas 26 policías, en los disturbios del fin de semana en ciudad como Norrköping, Linköping, Landskrona, Örebro, Malmö y Estocolmo. Unos 20 vehículos de policía quedaron dañados o totalmente destruidos.
Ante los actos de Paludan, que planifica otras manifestaciones de este tipo, algunos dirigentes locales se muestran más reticentes a defender a ultranza la libertad de expresión.
“En estas circunstancias, la policía no tendría que acordar la autorización para otras manifestaciones públicas”, declaró Anna Thorn, al frente de la municipalidad de Norrköping.
Históricamente, la libertad de expresión está muy protegida en Suecia. La policía puede rechazar que se celebren ciertos actos si, por ejemplo, constituyen una “incitación” (al odio) contra un grupo étnico”. Pero esta excepción se interpreta de manera muy restrictiva.
“Zonas vulnerables”
Otra forma de provocación también es el lugar donde se han organizado estos actos, normalmente en suburbios de mayoría musulmana. La policía califica estos barrios como “zonas vulnerables”.
Este termino, creado en 2015, designa lugares “desfavorecidos” con una gran concentración de “personas de origen extranjero”, donde existen “redes criminales que presionan a los que viven en estos barrios o a los que los visitan”, explica a la AFP Manne Gerell, profesor de Criminología de la Universidad de Malmö.
Este rico país escandinavo de 10,3 millones de habitantes acogió más de 400.000 migrantes entre 2010 y 2019, según datos oficiales.
Pero muchos expertos estiman que Suecia ha tenido problemas para integrar a estos migrantes.
En paralelo, la extrema derecha ha ido ganando terreno y se ha convertido en la tercera fuerza política del país.
La relación entre los habitantes de estas “zonas vulnerables” con la policía es a menudo tensa debido a la criminalidad, que conlleva una fuerte presencia policial en estos sectores. Esto crea, asimismo, frustración entre la población, que se hace controlar por la policía constantemente.
Kivanc Atak, investigador en Criminología en la Universidad de Estocolmo, señala que la “tensa relación” entre la policía y los jóvenes de minorías étnicas es común, tanto en Suecia como en otros países.
*Con información de la AFP.