Los reyes están de moda y sus fortunas siempre son un tema sustancioso. En ese aspecto, el monarca español ha pagado caro, literalmente, las travesuras financieras que estuvieron a punto de llevar a su padre, Juan Carlos I, a juicio por lavado de dinero.
En 2020, cuando arreciaron las pesquisas legales por el supuesto pago irregular de 111 millones de dólares por parte del rey emérito a su amante Corinna Larsen, así como otros manejos de dudosa índole, Felipe anunció que renunciaba a cualquier herencia que pudiera corresponderle de él.
Todo con el fin de salvar la monarquía, tomando distancia de la codicia de su antecesor, tan voraz, que tenía máquinas contadoras de billetes para las fortunas que recibía en efectivo de monarcas árabes. Al menos así lo contó la propia Corinna, que convivió con él varios años.
Felipe se convirtió en el único monarca de Europa que vive más que todo de su sueldo, proveniente de una asignación anual que le da el Estado a la casa real para su funcionamiento. Actualmente, asciende a 8,43 millones de euros, de acuerdo con datos publicados por la institución, que Felipe distribuye a su criterio.
De ahí sale su sueldo mensual, 22.441 euros, o sea que este año cobrará unos 269.296 euros, algo así como 1.366 millones de pesos.
Con la asignación estatal, también es pagada su esposa, la reina Letizia, 148.105 euros, y su madre, la reina emérita Sofía, con 121.186 euros. Felipe le retiró a su padre su sueldo, pero se cree que no lo necesita, pues el caudal que acumuló con “donaciones” a cambio de gestionar contratos para empresas españolas, sería inconmensurable.
En su rendición obligatoria de cuentas, el rey declaró el año pasado que su patrimonio asciende a algo más de 2,5 millones de dólares, provenientes de los pagos que ha recibido del Estado durante los últimos 25 años, como príncipe de Asturias (su título como heredero al trono) y como rey.
De esa suma, añadió la Casa del Rey, 2,2 corresponden a un fondo de inversión más dinero en efectivo depositado en bancos, en tanto que el resto se refleja en antigüedades, alhajas, obras de arte y otras posesiones. El Palacio Real donde acogió a Petro y señora, así como otras residencias de la moarquía, no son de su propiedad, sino patrimonio de España.
Frente a la riqueza de sus homólogos de Europa, todos ellos sus parientes, esos 2,5 millones de euros palidecen. Uno de sus primos más cercanos es Carlos de Inglaterra, centro de la noticia hoy por su coronación, que tiene una fortuna personal de 600 millones dólares, con posibilidades de aumentar la cifra. Como príncipe de Gales, hizo una extraordinaria labor en el ducado de Cornualles, un conglomerado de edificios, fincas, casas agroindustrias, cultivos y demás, repartido en 52.450 hectáreas, valorado en 1.000 millones de dólares y con ganancias anuales de cerca de 50 millones de dólares.
Se lo traspasó a su hijo William, pues la tradición dicta que es para el sostenimiento del heredero al trono, pero cuenta ahora con el ducado de Lancaster, destinado a dar seguridad económica el monarca británico, de más de 18.000 hectáreas, con ingresos de casi 790 millones de dólares al año. Además de eso, Carlos recibe una asignación del Estado para los requerimientos de la casa real, que supera los 105 millones de dólares anuales.
Otro vecino que lo aventaja con creces es Alberto II de Mónaco, cuya riqueza se calcula en 1.000 millones de dólares. Curiosamente, las monarquías más pequeñas tienen a los líderes más ricos: Henri de Luxemburgo posee 4.000 millones de dólares, pero el campeón de todos en caudales en el Viejo Continente es Hans Adam II de Liechtenstein, con 7.200 millones de dólares, según cálculos conservadores.