La final que definirá al campeón de la Copa Libertadores de América ya tiene tintes de tragicomedia. Lo que iba a ser una fiesta del fútbol, quedó empañada este fin de semana por la violencia y terminó convirtiéndose en un proceso de descargos, acusaciones y reuniones tensas. Este martes se estaba llevando a cabo en Paraguay una reunión entre Alejandro Domínguez, presidente de la Federación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y los máximos dirigentes de los clubes que disputarán la final: Daniel Angelici (de Boca) y Rodolfo D‘Onofrio, de River. Puede leer: Presidente de River califica de traición la solicitud de Boca a la Conmebol La propuesta de la Conmebol gira en torno a que el partido se juegue en Asunción (Paraguay) el próximo 9 de diciembre. Así lo dio a conocer Walter Vázquez, comandante de la Policía Nacional de ese país: "Estamos trabajando en la organización para ver cómo será el operativo. Sería el 9 de diciembre en Asunción". Sin embargo, aun no se ha tomado esta determinación. Esta fue la determinación de la Conmebol para que el partido se juegue en Paraguay:
Boca, por su parte, insiste en que no se juegue la final y sea consagrado como campeón, argumentando que tiene pruebas irrefutables que indican que River debe ser sancionado por los actos violentos que se presentaron a las afueras del estadio Monumental.
Le puede interesar: En Buenos Aires, ya nadie quiere saber del soñado River - Boca Hay que recordar que hinchas y barras bravas de River atacaron el bus de Boca el sábado. En el incidente resultaron agredidos físicamente varios jugadores xeneixes. La situación más grave la padeció el capitán Pablo Pérez, que debió ir a una clínica por lesiones en uno de sus ojos.