En 1986, Chernóbil era una ciudad con un futuro prometedor; gracias a la planta nuclear, se había generado empleo para cientos de ucranianos, aunque en ese momento Ucrania pertenecía a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Sin embargo, el 26 de abril de este año todo cambió y de ser una ciudad con una promesa de desarrollo se convirtió en la protagonista de uno de los capítulos más difíciles de la historia de la humanidad.
De acuerdo con lo narrado por los sobrevivientes a diferentes medios de comunicación, hacia la una de la mañana, los técnicos de la planta decidieron cortar la corriente eléctrica del reactor número cuatro de la Central Nuclear como parte de un experimento para saber cómo funcionaría la planta en el caso de una reducción de energía.
Para ese momento, el reactor era inestable pero los técnicos y trabajadores de la planta no se habían percatado de ello. El corte de la corriente redujo la velocidad de las turbinas que conducían el agua de refrigeración al reactor por lo que el agua se fue calentando y el vapor fue subiendo.
Los trabajadores lograron percatarse de lo que está pasando pero ya era tarde. El vapor explotó haciendo volar la tapa del reactor de más de 1200 toneladas y matando a dos empleados que se encontraban cerca a la tapa. En ese momento, se desencadenó un incendio voraz; el incendio tardó más de 10 días en ser apagado.
Debido al viento, el humo y el polvo radiactivos viajaron por varios kilómetros y hubo que ordenar la evacuación de los habitantes de las ciudades aledañas y actualmente la zona de “cuarentena” abarca más de 4.000 kilómetros cuadrados entre Ucrania y Bielorrusia.
A la atmósfera se liberaron dióxido de uranio, carburo de boro, óxido de europio, erbio, aleaciones de circonio y grafito, materiales radiactivos que fue 500 veces mayor que la liberada durante la bomba atómica de Hiroshima en 1945.
Sin embargo, meses más tarde las el gobierno permitió el regreso de las personas en algunas poblaciones, sin embargo, a 30 kilómetros de diámetro del reactor está cercado y nadie puede vivir allí, con excepción de la fauna que todavía vive allí.
Como aún se registran actividades radioactivas, está prohibido vivir o cultivar en estos espacios por lo que los edificios que estaban allí construidos se mantienen en ruinas.
Inmediatamente después del accidente murieron 10 personas, pero 134 trabajadores sufrieron consecuencias de salud por causa de la radiación, 28 de ellos murieron meses después pero hubo cerca de 4.000 personas que estuvieron expuestas a la radioactividad y han muerto por cáncer y otros problemas de salud derivados del accidente.
En la actualidad, es imposible medir la gravedad del accidente pues si bien hay zonas donde pareciera no haber actividad radioactiva, es inestable y a veces se registran picos de contaminación que no se pueden explicar.
Dentro de la información que se registró poco después de la explosión, se supo que hubo varios errores en el manejo del simulacro de corte de energía. Se dice que el turno de trabajadores de la noche no sabían qué actividades estaban realizándose en la mañana.
Estas son algunas imágenes de cómo lucen las ciudades cercanas a la extinta planta nuclear:
Luego de 35 años del accidente más grave en la historia de la humanidad, el gobierno ucraniano realizó un homenaje a las víctimas de la tragedia y crearon un mural en su conmemoración.
Las personas que asistieron al homenaje dejaron flores en las placas de las víctimas que ha dejado el accidente en los últimos años así como las personas que vieron afectada su salud a causa de la radiación.