Cuando la costa noreste de Japón fue devastada por un terremoto y un tsunami en el 2011, Fukushima Daiichi era una de las 19 plantas nucleares activas. En el país hay, en total, 54 centrales ue han sido desactivadas paulatinamente. Hoy, ninguna está en funcionamiento. En ese momento se declaró una emergencia nuclear: el suministro eléctrico de la central se interrumpió a causa del temblor, lo cual causó averías en los sistemas de refrigeración y tres de los seis reactores, fallaron. La estructura y el sistema de almacenamiento de la planta se estropearon y el agua subterránea que entró a los reactores del edificio se mezcló con agua altamente contaminada. Alrededor de 150.000 personas en las zonas aledañas fueron evacuadas sin posibilidades de volver a sus hogares. El pasado domingo una fuerte lluvia ocasionó una nueva filtración en Fukushima: la planta tiene a sus espaldas empinadas colinas, lo que ocasiona inundaciones, en una región propensa a las lluvias y tifones. ¿Qué es lo que se vierte al océano Pacífico y qué efectos tiene? Desde diciembre del 2011 se han registrado 10 filtraciones de agua ocasionadas por errores humanos, condiciones meteorológicas y de la infraestructura destruida. La planta acumula diariamente 800 toneladas de agua contaminada con sustancias como el Cesio 134 y 137 y el Estroncio 90, de las cuales 400 se filtran al océano. Estos elementos se encuentran en la naturaleza pero representan un peligro cuando se derivan de accidentes nucleares. Cuando el cuerpo humano se ve expuesto a la radiación elevada de Cesio, se produce daño en las células, náuseas, vómitos, diarreas y hemorragias. Si la exposición es muy alta puede ocasionar la muerte. El Estroncio, por su parte, es una causa de cáncer en los huesos y se absorbe fácilmente por cuerpo humano. Si estos elementos se degradan y caen al suelo del océano pueden ser alimento para especies marinas. Según la BBC, muchas especies locales de pescado muestran altos niveles de radiación.
Marzo 20 de 2011. Izquierda: daños en la unidad 3 y 4 de la planta nuclear Dai-ichi, Fukushima. Foto: AP. Para Jorge Vallejo, físico y experto en asuntos nucleares, lo más significativo del fenómeno es el efecto psicológico. Vallejo considera que la situación en Fukushima aún es controlable y asegura que los vertimientos son pequeños: “400 toneladas en el mar son como una gota en un vaso de agua”, dijo a Semana.com. “Si los niveles de concentración se superan habría una preocupación”. Sin embargo, las opiniones difieren. Ken Buesseler, científico del Woods Hole Oceanographic Institution se ha dedicado a monitorear el agua alrededor de la planta durante los últimos meses. Según él, los niveles de Cesio son cien veces más elevados de lo permitido en las áreas externas del muelle. Científicos como David Brenner, académico de la Universidad de Columbia que se especializa en realizar modelos de riesgo por exposición de radiación, dijo en la conferencia Consecuencias médicas y ecológicas del accidente nuclear de Fukushima que 500 de cada millón de personas expuestas a la radiación pueden desarrollar cáncer. Por otra parte, la ponencia de Tim Mosseau, quien junto a un equipo de científicos ha analizado los ecosistemas de Chernobyl y Fukushima, concuerda con Vallejo en que la exposición debe ser muy elevada para tener efectos. Sin embargo, dice que en sus visitas de campo han encontrado tumores y mutaciones en especies de aves e insectos. Se estima que la limpieza de la zona tardará 40 años y la inversión ascenderá a los 100 billones de dólares.