Al solemne funeral el jueves del papa emérito Benedicto XVI, conocido teólogo conservador que renunció al trono de Pedro en 2013, asistirán importantes líderes soberanistas y tradicionalistas de Europa, que lo consideran un emblema.
En la lista de personalidades que han anunciado su presencia al funeral que presidirá el papa Francisco en la plaza de San Pedro figuran varios mandatarios.
Entre ellos, el presidente polaco Andrzej Duda y el primer ministro Mateusz Morawiecki, junto con la presidenta húngara, Katalin Novàk, y probablemente, el primer ministro de ese país, Viktor Orban, quien el martes rindió homenaje al cuerpo expuesto de Benedicto XVI en la basílica vaticana.
Al funeral asistirán también la reina Sofía de España y el rey Felipe de Bélgica.
Igualmente, estarán presentes el presidente portugués Marcelo Rebelo de Sousa, un ferviente católico, y la eslovena Nataša Pirc Musar.
El francés Emmanuel Macron enviará al ministro del Interior, Gérald Darmanin, y el estadounidense Joe Biden estará representado por el embajador ante la Santa Sede, Joe Donnelly.
El funeral de un papa emérito; es decir, sin funciones, no cuenta con un protocolo específico, por lo que se han seguido algunos de los pasos para un pontífice en ejercicio, pero no todos; por ejemplo, se ha tenido que adaptar la liturgia, según explicó el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni.
La secretaría de Estado del Vaticano invitó oficialmente solo a dos países, a Alemania y a Italia, el país de nacimiento y el de residencia, los demás asisten a título privado.
Si bien las autoridades de Roma han dispuesto medidas especiales con más de 1.000 agentes y el cierre de algunas calles, no se espera la presencia de un millón de personas, como ocurrió para el funeral del carismático papa polaco Juan Pablo II en abril del 2005, con George Bush padre e hijo, Bill Clinton, el presidente de Irán y Afganistán, además del brasileño Lula da Silva y el inglés Tony Blair, entre otros.
Todo está listo en la inmensa explanada de San Pedro, donde ha sido montada una estructura cubierta para albergar el altar en el atrio de la basílica.
La ceremonia será presidida por Francisco, pero la misa será oficiada por el decano del Colegio Cardenalicio, el italiano Giovan Battista Re.
Pocas son las personalidades políticas de América Latina que han anunciado hasta ahora su presencia. Entre los que han confirmado figura el canciller colombiano Álvaro Leyva.
En ocho años de pontificado (2005-2013) Benedicto XVI visitó dos veces la región, en 2007 fue a Brasil y en 2012 a México y Cuba.
Todas las conferencias episcopales de América Latina lamentaron su muerte y el gobierno de Honduras proclamó cuatro días de luto nacional.
Unos 3.700 religiosos, además de cardenales y monjas deberán asistir a la ceremonia, entre ellos numerosos seminaristas y curas latinoamericanos que estudian o trabajan en Roma.
¿Nueva etapa para Francisco?
El pontificado de Francisco entra en una nueva etapa sin la sombra de su predecesor Benedicto XVI, fallecido el sábado a los 95 años, por lo que las especulaciones sobre su eventual renuncia podrían multiplicarse, así como las críticas a sus reformas.
Por primera vez desde su elección en 2013, el argentino Jorge Mario Bergoglio lidera a la Iglesia católica y a sus 1.300 millones de fieles sin el peso de otro pontífice viviente, también vestido de blanco y que residía en el Vaticano.
Hasta ahora la presencia del teólogo conservador alemán en el Vaticano había desatado interrogantes y alimentado la saga de los “dos papas”.
“Es el final de un malentendido, de una época en la que Benedicto XVI podía ser instrumentalizado por los enemigos de Francisco y usarlo como bandera”, explicó a la AFP el veterano vaticanista italiano Marco Politi, autor de una biografía sobre el papa latinoamericano.
A pesar de las excelentes relaciones personales entre los dos hombres, “la presencia del alemán Joseph Ratzinger, con su visión doctrinal conservadora y su talla intelectual, se convirtió de hecho en un foco de tensión para el pontificado de Francisco, que tiene, en cambio, una visión más amplia”, añadió.
Se trataba de una situación inédita en la historia, pero que no impidió que el jesuita argentino llevara a cabo sus reformas, entre ellas la reorganización de la Curia romana, el poderoso gobierno de la Santa Sede.
También recuperó el control de varias organizaciones católicas, entre ellas el influyente Opus Dei y la aristocrática Orden de Malta.
Dotado de un lenguaje directo e incisivo, Francisco, que maneja con mano firme el timón de la Iglesia, podría decidir otras medidas que susciten la ira de los conservadores y tradicionalistas, como ocurrió con la prohibición de la misa latín, autorizada justamente por su predecesor.
*Con información de AFP.