Gabriel Boric lleva un año y medio al mando de Chile, como protagonista de la vuelta de un presidente de izquierda en el país austral. En el momento de su elección, el joven mandatario era la respuesta de la inconformidad de los chilenos en esa coyuntura, bajo la administración de Sebastián Piñera. Tensos momentos sociales y una serie de protestas paralizaron el país.
Sin embargo, tras la elección de Boric, la realidad con el nuevo Gobierno ha sido más compleja.Tanto que, según la más reciente encuesta de la firma Cadem, el mandatario chileno tiene una aprobación de apenas 31 por ciento de aprobación, mientras que la desaprobación se eleva hasta el 63 por ciento. Números que si bien no son los peores de su gestión, representan las dificultades y falta de conexión del Gobierno del mandatario de izquierda con el pueblo chileno, que esperaba una transformación y nuevas políticas.
Es tal el mal momento de la gestión del presidente chileno que ha tenido que abandonar algunas de sus banderas principales en los cambios que prometió en Chile al ser elegido como presidente. Por ejemplo, Boric ofreció transformaciones radicales en los servicios privatizados, impuestos bajos y una nueva Constitución. Pero lejos de sus promesas de ese entonces, el mandatario ha tenido que recular bastante con sus intenciones de reformas.
“Si lo queremos todo, podemos acabar sin nada (...) Tenemos que aprender a avanzar lentamente, paso a paso o corremos el riesgo de caer por un precipicio”, sentenció el presidente chileno en un discurso de días atrás. Este es el caso de la reforma pensional. Entre las pugnas con el Congreso, la propuesta fue reducida a una iniciativa similar que se aprobó durante el mandato de Piñera, un mandatario de derecha.
Con esta nueva política, se aumentan las contribuciones de los empleadores, asignando parte de los ingresos a un fondo de solidaridad y aumentaría la pensión estatal mínima. “Es parte de la parálisis general, no hay mayoría en las cámaras, pero además no hay fuerza política y no hay capacidad de iniciativa y, por lo tanto, un Gobierno que además se le está terminando el tiempo para poder sacar adelante las reformas”, dijo a SEMANA Isidro Solís, exministro de Justicia de Chile, recordando que el próximo año hay elecciones de gobernadores y alcaldes en el país.
“Ese es el primer enfrentamiento electoral importante. Por lo tanto, ahí la alineación otra vez del Gobierno con la oposición se va a hacer muy rígida y las capacidades de buscar acuerdos serán mínimas. El Gobierno ha retrocedido mucho en sus objetivos para poder sacar adelante esas reformas, pero la verdad es que en estos momentos se ven a un paso bastante lento”, declaró Solís, que es totalmente escéptico frente al futuro de la administración Boric.
Buena parte de la pérdida de gobernabilidad de Boric no solo tiene que ver con la impopularidad del mandatario, sino también con que su coalición de Gobierno es más que diversa, y que, además, los escándalos de corrupción también han afectado su administración.
En el caso Convenios, los funcionarios regionales están acusados de otorgar millones de dólares en contratos estatales a organizaciones no gubernamentales aliadas al Gobierno y sin experiencia importante. La crisis de popularidad del mandatario llegó a tal punto que ha tenido que convocar marchas a su favor, algo que se ha vuelto común en los países con gobiernos de izquierda en la región.
La semana pasada, alrededor de 2.000 personas se reunieron en Santiago de Chile para respaldar al mandatario, que vive sumido en la impopularidad casi desde que llegó al Palacio de la Moneda, en marzo de 2022.El colectivo que respalda al jefe de Estado tiene por nombre Unidos por Boric, y es la segunda vez que se reúne para mostrarle su apoyo al presidente de izquierda, luego de la conmemoración del año de gobierno el pasado 11 de marzo.
“La dignidad del cargo está en estar junto al pueblo y con el pueblo”, afirmó Boric en medio de su discurso desde La Moneda, antes de salir a saludar a las personas que se congregaron frente al edificio gubernamental. “Es bastante triste que un Gobierno que está todavía en la primera mitad de su mandato convoque una marcha de apoyo al presidente y logre juntar menos de 2.000 personas, dando un espectáculo un poco patético”, afirma Isidro Solís.
Ante las críticas, el mandatario se defendió, señalando que está bien visto que un presidente pueda reunirse con empresarios y demás personas, pero que sea reprochado cuando se suma a manifestaciones o saluda a las personas que participan en ellas. En este escenario, la pregunta es cuándo empezó la crisis del Gobierno de Boric.
Si bien desde que inició el mandato, el presidente ha sido muy discutido, parece que el fracaso de la propuesta de la nueva constitución fue el punto de no retorno para la administración del mandatario. Una situación en la que, parece, no hay mayor salvación para su mandato, que no alcanza aún los dos años de iniciado.
El desastre del proceso constitucional culminó cuando en septiembre de 2022 la población rechazó la nueva carta magna. Las principales razones fueron que el texto era perfilado para la ciudadanía de las comunidades indígenas, así como proteger ideas tradicionales de izquierda. El Gobierno de Boric intentó pasar por debajo de cuerda su apoyo a dicha iniciativa, pero ante lo evidente, la confianza del electorado se fue al piso.
Al mandatario le espera una dura travesía por el desierto. Aún le quedan dos años y medio en el poder. Hasta ahora ha sido una gran decepción para sus electores y para gran parte de la ciudadanía chilena. En medio de un gran descontento de la población, Boric intenta validarse con el escaso respaldo que le queda en el país, y que, pareciera, que renunció a las ideas de cambio que prometió el mandatario en su momento.