El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, invocó el lunes poderes de emergencia para poner fin a protestas contra la medidas sanitarias para frenar el covid que la policía teme se tornen violentas.

“El gobierno federal ha invocado la Ley de Emergencias para complementar la capacidad provincial y territorial de hacer frente a los bloqueos y ocupaciones”, anunció Trudeau en una conferencia de prensa y agregó que en esta etapa no se desplegarían militares.

Estas medidas estarán limitadas “en el tiempo y geográficamente”, precisó. En su consideración, no deben tomarse “a la ligera” y remarcó que “los bloqueos ilegales hacen mal a los canadienses y deben terminar”.

Varios de los 13 gobiernos provinciales y territoriales se manifestaron reacios a recurrir a esa ley para amainar las protestas, pero Trudeau explicó que será aplicadas “únicamente donde sea necesario”.

Mediante esta Ley de Emergencias, el gobierno puede ordenar que se suspendan las cuentas financieras de entidades sospechosas de alentar los bloqueos de rutas u ocupaciones ilegales.

Los bancos y otros proveedores de servicios financieros podrán congelar o suspender inmediatamente una cuenta sin la necesidad de una orden judicial.

“Si su camión es utilizado (en un bloqueo), su cuenta será congelada y sus seguros suspendidos”, había explicado la ministra de Finanzas, Chrystia Freeland.

Protestas en Canadá: una tormenta perfecta

Una bola de nieve. Así se puede resumir la situación en Canadá, que arrancó con unos pocos camioneros en Ottawa pidiendo mayor flexibilidad ante la vacunación obligatoria para los conductores impuesta por el Gobierno de Justin Trudeau. Lo que empezó con unos pequeños plantones hoy parece poner en jaque la economía nacional.

Aunque la violencia no ha sido protagonista en las manifestaciones, se ha optado por, básicamente, aislar a la capital canadiense del resto del país con bloqueos estratégicos al frente de las instituciones gubernamentales y de las carreteras fronterizas con Estados Unidos a fin de acabar las normas contra la pandemia.

El Gobierno canadiense, por su parte, se ha negado tajantemente a relajar las medidas para los camioneros y la población en general. En respuesta, los manifestantes han mantenido sus campamentos en las calles, pero ya no solo con la participación de conductores, sino también de ciudadanos de toda índole.

A pesar de que Canadá no quiere dar el brazo a torcer, la protesta ha ido tomando fuerza y reconocimiento, y rompiendo las fronteras. En las calles de varios países europeos y en Australia, cientos de personas han salido a manifestarse a favor de los protestantes, lo cual ha convertido a Canadá en un símbolo perfecto para los antivacunas y su discurso.

Sin embargo, las marchas pueden ser contraproducentes para sus mismos participantes y organizadores. En principio, quieren mostrarse como un grupo de ciudadanos inconformes, aunque con el tiempo las manifestaciones han sido abrazadas por grupos de extrema derecha. Son cada vez más comunes las banderas confederadas, con esvásticas y montajes con agresiones hacia el primer ministro, Justin Trudeau.

El movimiento que comenzó gracias a los camioneros parece consolidarse aún más con los apoyos recibidos en el extranjero. El “convoy de la libertad”, como fue denominado, ha sumado marchas en Francia, Bélgica, Australia y Nueva Zelanda, donde los pedidos que se iniciaron con una flexibilización de medidas de la vacunación obligatoria terminaron con un reclamo en general contra los Gobiernos y las leyes anticovid.

Además, encontraron un aliado inesperado: el apoyo del expresidente de Estados Unidos Donald Trump, quien catalogó a Trudeau como un “lunático de extrema izquierda” por las disposiciones que ha tomado contra la pandemia, que el exmandatario calificó de ser locas. Ahora, durante las protestas es cada vez más común ver mensajes en apoyo a Trump y a su posible candidatura en 2024, lo que solo consagra a Canadá como un botín simbólico para la derecha mundial.

Con información de AFP.