El Gobierno talibán de Afganistán conmemora el martes el segundo aniversario de su regreso al poder con un desfile militar en la cuna del movimiento islamista, la ciudad de Kandahar.
Banderas del Emirato Islámico de Afganistán, el nombre dado oficialmente al país por sus nuevos dirigentes, ondeaban en los controles de seguridad de la capital Kabul, que cayó el 15 de agosto de 2021 cuando el gobierno respaldado por Estados Unidos colapsó y sus líderes huyeron al exilio.
Desde entonces, las autoridades talibanas impusieron su estricta interpretación del islam, especialmente a las mujeres en lo que Naciones Unidos denominó un “apartheid de género”.
El desfile previsto en Kandahar, desde donde mueve los hilos del país el esquivo líder talibán Hibatullah Akhundzada, contará con numerosos vehículos militares y armas que dejaron atrás las fuerzas internacionales en su caótica retirada.
También hay un desfile de tropas talibanas previsto en las calles de Herat, en el oeste, y un acto de celebración organizado por el Ministerio de Educación en una escuela de Kabul.
Dos años después de la toma del poder, ningún país ha reconocido todavía al gobierno talibán, con debates abiertos en la comunidad internacional sobre si debe establecer relaciones y cómo hacerlo con las nuevas autoridades.
Las restricciones de los derechos de las mujeres -casi vetadas de los espacios públicos, del trabajo y de la educación- son un gran obstáculo en estas negociaciones sobre el reconocimiento y la ayuda internacional para un país inmerso en una grave crisis humanitaria y económica.
Un grupo de expertos de la ONU rebatió el lunes las promesas de las autoridades talibanas de que impondrían un Gobierno más suave que en su primera etapa en el poder entre 1996 y 2001.
“Los hechos en el terreno demuestran la existencia de un sistema acelerado, sistemático y envolvente de segregación, marginación y persecución”, dijeron estos expertos en un comunicado.
“Recobrar su libertad”
Antes del aniversario, mujeres afganas expresaron su miedo y desesperación por la pérdida de derechos, con pequeñas manifestaciones en las que muchas aparecieron con las caras cubiertas.
Pero los afganos también se preocupan por la crisis económica y humanitaria en la que se ha hundido el país tras el ascenso talibán por la caída de las ayudas y la imposición de sanciones.
El agricultor Rahatullah Azizi dijo a la AFP que solía ganarse la vida con sus cultivos, pero que ahora tiene “solo lo justo para comer”.
Eso sí, reconoce con alivio que la seguridad había mejorado y ahora puede viajar por la noche sin temor.
Aun así, persisten la amenaza del grupo Estado Islámico, rival de los talibanes activo en el país, y las tensiones con Pakistán con un aumento de ataques en las zonas fronterizas.
Y mientras algunos afganos celebran el fin de dos décadas de conflicto y el ascenso al poder talibán, otros ven en la fecha un nefasto aniversario.
“Todas las niñas y mujeres de Afganistán quieren recobrar su libertad”, dijo Hamasah Bawar, una joven que se vio apartada de sus estudios por las políticas de los nuevos dirigentes.
*Con información de AFP