Estados Unidos ordenó el lunes 6 de junio la incautación de dos aviones propiedad del oligarca ruso Roman Abramovich, afirmando que fueron utilizados en violación de las sanciones a Rusia impuestas por la invasión a Ucrania.

Los dos aviones, un Boeing 787-8 Dreamliner y un jet ejecutivo Gulfstream G650ER volaron a territorio ruso a principios de este año, violando los castigos impuestos por Estados Unidos tras la invasión rusa de Ucrania, dijo el Departamento de Justicia en un comunicado.

Y es que las sanciones están afectando duramente a los empresarios rusos. Cada vez más son los que se instalan en Dubái, donde son bienvenidos por el rico emirato del Golfo, siempre en busca de expatriados acomodados. En IFZA, una de las muchas zonas francas creadas para atraer las inversiones extranjeras, “el número de empresarios y start-up (empresas emergentes) rusas se ha multiplicado por diez en comparación al año pasado”, afirmó su director ejecutivo, Jochen Knecht.

“Comenzó con las empresas de tecnología, de software. Ahora hay todo tipo de compañías, galerías de arte, revendedores, proveedores de repuestos”, enumeró. Las empresas “vienen con empleados, alquilan oficinas, almacenes”, añade este expatriado a Dubái, uno de los siete emiratos que componen Emiratos Árabes Unidos.

Asfixiados por las sanciones económicas impuestas a Moscú, los jefes de empresas son seducidos por el centro de negocios y finanzas de Dubái, con fiscalidad ventajosa, pero también por la neutralidad declarada del país frente al conflicto ucraniano, explica Knecht. Los “inversionistas rusos son bienvenidos”, insistió, en un país de nueve millones de habitantes, 90 % extranjeros, mayoritariamente trabajadores poco calificados de Asia. Dubái busca también atraer inversiones en plena recuperación tras el covid-19.

Destino turístico de lujo y a menudo acusado de paraíso fiscal, Dubái siempre ha sido frecuentada por una clientela rusa adinerada, interesada sobre todo en el sector inmobiliario. Entre ellos hay magnates sancionados por los occidentales, como el antiguo propietario del club de Chelsea, Roman Abramovitch, que visitó casas en Dubái en marzo, según la agencia Bloomberg.

Hay también “muchas celebridades rusas, cantantes y actores que ya eran propietarios en Dubái y hoy quieren vivir allí”, dijo Valeria Zolotco, de la agencia inmobiliaria AX Capital. “Vemos cada vez más PME, empresas emergentes que buscan trasladarse par poder garantizar la continuidad de sus negocios”, cuenta Georges Hojeige, presidente de Virtugroup, que asesora a las empresas en su instalación en Dubái.

Las sanciones financieras y comerciales contra Rusia plantean grandes desafíos a las empresas rusas, ya sea en términos de proveedores, clientes, mano de obra o logística. “Tenemos que crear una (nueva) infraestructura, tenemos los medios, pero también llevará tiempo”, reconoció en abril la presidenta del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina. “Las dificultades aparecen en todos los sectores”, subrayó.

Daria Nevskaya, asociada al bufete de abogados ruso FTL Advisers, señaló que muchos de sus clientes “tienen dificultades para trabajar con el extranjero”. Ella misma decidió dejar Moscú para abrir una oficina en Dubái. “Soy especialista en derecho internacional, y creo que pronto no habrá más proyectos internacionales en Rusia”, lamentó.

Pero para muchos ciudadanos rusos el traslado es una carrera de obstáculos, con tarjetas de crédito que no funcionan en el extranjero, bancos intransigentes, y las restricciones impuestas por Moscú sobre las salidas de divisas. Nevskaya dijo que desde hace un mes trata de recuperar una suma de 5.000 euros (5.350 dólares) transferidos de Moscú a Dubái, que están bloqueados por el banco corresponsal basado en Europa.

*Con información de AFP.