Una práctica conocida como “molka” se expande por todo el mundo vulnerando la intimidad de miles de mujeres. Se trata de ocultar cámaras en los baños públicos o en vestieres para luego colgar los videos en páginas de pornografía.El fenómeno nació en Corea del Sur, y no gratuitamente, pues es bien conocido que el país es una superpotencia en avances tecnológicos, por lo que muchos amantes de nuevos inventos han desarrollado en los últimos años dispositivos que permiten grabar sin que la persona que queda registrada lo sepa. En el país asiático, el 90% de la población tiene un teléfono inteligente, siendo el porcentaje más alto en el mundo.En Seúl, la capital de ese país, el problema ha pasado a palabras mayores. 6000 casos se han reportado en un año, y los uniformados ahora buscan a las personas que se dedican a grabar estos videos. Pero la tarea no es sencilla, pues los aparatos son difíciles de detectar, y muy fáciles de instalar y desinstalar.Además, la unidad de policía del metro de Seúl, que fue creada en 1987, ahora se dedica casi a tiempo completo a evitar que alguien grabe videos. Ya se han creado grupos de inspección para revisar a diario los baños públicos. Un grupo femenino se dedica exclusivamente a esto en esa ciudad. Las mujeres en Seúl ya han mostrado su indignación. La ‘molka’ pasó de 1.100 casos a más de 6.600 entre 2010 y 2014.El fenómeno se ha extendido tanto en internet que en la ciudad se sintió la que sería la marcha más numerosa de mujeres en la historia de Corea del Sur. 22.000 mujeres salieron a las calles y con actos performáticos como cortarse el cabello y gritar “mi vida no es tu porno” llamaron la atención de los medios y del mundo entero.Las personas que son cogidas en flagrancia tienen que pagar una multa de 9000 dolares o cinco años de prisión, pero aunque son medidas fuertes, no han tenido el efecto de reducir los casos de acoso.Corea del Sur, la cuarta economía de Asia, es conocida por sus avances tecnológicos que también han favorecido el fenómeno de los vídeos robados, que se publican en foros de internet, servicios de intercambio de ficheros o se utilizan como anuncios en webs que promueven la prostitución.Para evitar el fenómeno, la ley obliga a los fabricantes de teléfonos vendidos en el país a que sus cámaras emitan un sonido cada vez que se hace una fotografía.Pero en muchos casos los que graban las imágenes instalan una aplicación en los teléfonos para que no hagan ruido o utilizan otros sistemas, como colocar minicámaras espía en relojes, llaves de coche o incluso corbatas.El mes pasado un hombre de 43 años fue arrestado por haber filmado durante cuatro años a las clientas de un hotel utilizando cámaras ocultas en los altavoces de los televisores. Cuando la policía registró su domicilio encontró más de 20.000 grabaciones. En junio un hombre de 34 años también fue arrestado por filmar con cámaras ocultas a mujeres en el baño y luego vender las grabaciones, en algunos casos por 100.000 wones (90 dólares) cada una.Sin embargo en muchos casos los culpables solo reciben una multa o son condenados a penas de prisión en suspenso, excepto si se trata de una mujer, denuncian las organizaciones de derechos civiles.El detonante de las manifestaciones fue precisamente el arresto en mayo de una mujer por filmar en secreto a un modelo masculino posando en una facultad de arte de Seúl y luego publicar las imágenes en internet."La policía casi nunca responde cuando un incontable número de víctimas mujeres pidieron el arresto inmediato del delincuente", dice a la AFP Seo Seung-hui, directora de la oenegé Korea Cyber Sexual Violence Response Centre.*con información de AFP