Tras casi un año de guerra en la Franja de Gaza, el movimiento islamista Hamás, que gobierna este territorio palestino, se ha visto debilitado con la muerte de varios de sus líderes y de miles de combatientes, sin que ello signifique ni mucho menos su final. El 7 de octubre de 2023, comandos de Hamás se infiltraron en Israel, un ataque sin precedentes que desencadenó la actual guerra. Hamás gobierna el enclave desde 2007, cuando expulsó por la fuerza a los hombres de la Autoridad Palestina de Mahmud Abás.
El asalto del 7 de octubre causó la muerte de 1.205 personas en Israel, en su mayoría civiles, según un balance de AFP basado en datos oficiales israelíes. Los comandos islamistas secuestraron además a 251 personas. Tras este ataque, Israel prometió aniquilar a Hamás, una organización considerada “terrorista” por Estados Unidos y la Unión Europea. En agosto, el ejército israelí indicó que eliminó a más de 17.000 combatientes palestinos en la Franja de Gaza. En total, más de 41.400 palestinos murieron desde el inicio de la contienda, en su mayoría civiles, según datos del Ministerio de Salud del gobierno de Hamás, que la ONU considera fiables.
Dos de sus más altos dirigentes están en la línea de mira de Israel: Yahya Sinwar, considerado como el cerebro de los ataques del 7 de octubre; y Mohamed Deif, jefe de las Brigadas Ezedin al Qasam, brazo armado de Hamás, cuya muerte Israel anunció en varias ocasiones, la última en agosto. Yahya Sinwar, que era el jefe de Hamás en Gaza, fue nombrado jefe político del movimiento tras la muerte de Ismail Haniyeh en un ataque imputado a Israel el 31 de julio en Teherán.
“Duro golpe, pero no fatal”
Desde entonces, “Sinwar es el comandante en jefe: dirige los brazos militar y político” de Hamás, afirma a AFP un alto cargo del movimiento, organización que surgió coincidiendo con la primera Intifada, el levantamiento palestino de 1987. Sinwar, al que no se ha visto en público desde hace un año, “interactúa directamente con la oficina política y el mando militar”, añade el alto cargo de Hamás bajo condición de anonimato. “Hay un equipo dedicado a su seguridad, al ser el blanco número uno del enemigo”, Israel, añade.
El ataque de Hamás el 7 de octubre fue “un fracaso de seguridad, militar y político”, para Israel. “Cree saberlo todo, pero [...] el enemigo no vio nada”, señala una fuente de las brigadas Al Qasam. Pero desde entonces, reconoce otro alto cargo bajo condición de anonimato, “varios miles de combatientes de Hamás y otros grupos de la resistencia [palestina] murieron en combate”.
Para Bruce Hoffman, investigador en el Council on Foreign Relations (CFR), “las operaciones militares israelíes en Gaza asestaron a Hamás un duro golpe, pero no fatal”.
“Suicidio político”
Las instituciones del gobierno de Hamás están debilitadas y la mayoría de los edificios oficiales resultaron dañados o destruidos. En la Franja de Gaza apenas quedan servicios: una quincena de hospitales y tribunales improvisados para actos oficiales. Según el politólogo Jamal al Fadi, el 7 de octubre fue “un suicidio político para Hamás”.
Hasta mediados de 2024, la economía de Gaza se redujo a “menos de una sexta parte de su nivel de 2022″, según la ONU, que estima que se necesitarán “décadas” para que el territorio vuelva a ser como antes de la guerra. Una caída que alimenta la ira de los 2,4 millones de gazatíes, dos tercios de los cuales ya eran pobres antes del conflicto y actualmente casi todos desplazados, afirma el politólogo Mujaimer Abu Sada.
“Se ve en los sondeos y en las redes sociales. La popularidad de Hamás bajó. Hay muchas críticas”, declara a AFP. No obstante, “una gran parte de la población sigue apoyando a la resistencia y su proyecto”, estima Bassem Naim, dirigente de Hamás, radicado fuera de Gaza.
Según la última encuesta de un instituto palestino en junio, el 67% de las personas encuestadas en todos los territorios palestinos --Franja de Gaza, Cisjordania ocupada y Jerusalén Este-- cree en una victoria de Hamás contra Israel. En Gaza sólo lo piensa un 48%.
*Con información de AFP