Esta semana, cuando miles de fieles asistían al velorio en cámara ardiente del papa emérito Benedicto XVI, una declaración desde el mismo Vaticano cayó como un estruendo. La hizo Georg Gänswein, el hombre de confianza del retirado pontífice, un arzobispo que fue por años su secretario y habló con el periodista italiano Ezio Mauro. “El diablo ha actuado contra Benedicto XVI”, dijo, sin chistar, en una entrevista que la RAI publicó el pasado jueves.
Gänswein, reconocido como una de las sombras del expapa, pues no se le despegaba nunca, hoy se plantea como el heredero de su legado. “Fui el último que apagó las luces cuando Benedicto XVI abandonó el Vaticano. Fue un momento muy emotivo y muy triste”, dijo el religioso, que lleva más de 40 años en la Iglesia. La llamada para avisarle al papa Francisco de este deceso la hizo él.
Los medios lo llamaron por años el “ángel de la guarda” de Benedicto. Es un símbolo de poder y también de elegancia, a tal punto que Donatella Versace dijo que inspiraba muchas de sus piezas en su forma de vestir, y en Roma solían llamarlo el George Clooney del Vaticano.
Tan cercano era al expapa que se lo consideraba como su familia, pues renunció a sus actividades en la Santa Sede para ir a vivir con él los últimos años de su vida. Fue también el elegido de Benedicto para acompañarlo en los días del cónclave y estuvo presente desde el inicio hasta que el humo blanco lo anunció como el máximo jerarca de la Iglesia.
En 2012, Benedicto lo nombró como prefecto de la Casa Pontificia. Por eso, sus declaraciones en medio de la despedida de quien fue su mentor causaron mella. “El maligno, el diablo siempre intenta golpear donde más duele… En esos años sentí la presencia del diablo muy cerca, contra el papa Benedicto XVI”, dijo en referencia a los ocho años de papado de Benedicto y las razones de su renuncia.
A pesar de las sórdidas declaraciones, una denuncia de este calibre ni siquiera sorprende en el mundo de los seguidores de los intríngulis del Vaticano. Desde que fue nombrado el papa Francisco, la guerra interna que se vivía en el pontificado era más que evidente.
John Cornwell, un reputado periodista y autor especializado en los papas (especialmente en el papel de Pío XII en el silencio de la Iglesia frente al Holocausto), escribió un revelador artículo para Vanity Fair. ‘Benedicto XVI vs. Francisco I: la guerra oculta que divide al Vaticano’, se titula su escrito.
En este cuenta cómo la escisión entre los fieles a Francisco y los insurgentes de Benedicto provocó en su momento el mayor cisma en la Iglesia católica desde la Reforma del siglo XVI.
El autor se precia de tener una garganta profunda, un “proveedor de los susurros anónimos que corren por los claustros del Vaticano”, que cuentan cómo desde que llegó Francisco ha librado el rechazo y la oscura animadversión del sector más radical de la Iglesia. Su apertura a los homosexuales y su promesa de “limpiar la casa” que ha escudriñado en la corrupción de la Iglesia es lo que más les molesta.
Durante muchos años, según Cornwell, los progresistas tuvieron a Francisco, pero los radicales tenían a Benedicto, un expapa que se negó a desaparecer. “La Iglesia católica se halla dividida por culpa de la lucha que libran conservadores y progresistas, comparable a la batalla en la que se enfrentan los ángeles en El paraíso perdido, de Milton. ¿Quiénes representan el poder de la luz? ¿Quiénes, el poder de la oscuridad?”, se pregunta el autor.
Todo apunta a que Gänswein está dispuesto, ahora que el expapa falleció, a reivindicar a los del ala de Benedicto. Así lo sostiene el experto colombiano en papas, el periodista Camilo Chaparro, y asegura que el hombre se perfila para ocupar el muy poderoso lugar de ser el “jefe de la oposición del papa Francisco”.
Para Chaparro es muy claro que tras la llegada al poder de Francisco este sector más radical “quedó en la trastienda”, y, aunque es una línea muy mermada, también es muy poderosa en este impredecible ajedrez político de la Santa Sede. Gänswein no tiene la talla de un cardenal para aspirar a la sucesión, pero sí puede representar un poderoso papel en esa puja que se viene. “Hay dos Iglesias diferentes: la de Francisco y la de Ratzinger. Y él, evidentemente, no tiene nada que perder”, agrega.
El Diario.es de España incluso asegura que el arzobispo prepara su venganza. Su poder en este sector es evidente. Se advierte que es él quien coordinó hasta el más mínimo detalle de la despedida del papa emérito, desde sus atuendos hasta quiénes pudieron entrar a darle un último adiós.
El mayor batacazo vendrá con la publicación de sus memorias: Nient’altro che la veritá. La mia vita al fianco di Benedetto XVI (Nada más que la verdad. Mi vida junto a Benedicto XVI). “Estas páginas contienen un testimonio personal de la grandeza de un hombre calmado, un fino estudioso, un cardenal y un papa que ha hecho la historia de nuestro tiempo. Pero también son una narración en primera persona que trata de arrojar luz sobre algunos aspectos incomprendidos de su pontificado y describir desde dentro el verdadero mundo vaticano”, asegura el comunicado de la editorial.
Según la publicación, Gänswein conoce muchos de los secretos, y de los pecados de la curia vaticana, pero la pregunta es si los usará para defender la memoria del papa emérito. Lo que se ha visto hasta ahora podría indicar que así es.
En la entrevista, transmitida el jueves pasado, Gänswein cuenta por primera vez cómo fue esa salida de Benedicto XVI, que por años ha generado misterio. Relató que le habló sobre su intención de renunciar en Castel Gandolfo, esa idílica residencia de verano a la que asisten los papas. Pero pasaron más de cinco meses en hacerla realidad, pues le contó en septiembre, pero se fue finalmente el 11 de febrero.
El hombre define la decisión de irse como una “lucha interior, un desafío”. Pero agrega que el papa emérito no se fue por los escándalos y dificultades que pesaron sobre su pontificado, entre los cuales los más graves fueron los escándalos sexuales de la Iglesia. Apunta a que la verdadera razón fue porque “le faltaban fuerzas para gobernar”. “Él (Benedicto XVI) me dijo una vez: ‘No puedo y no quiero copiar el modelo de Juan Pablo I’, que vivió una larga y lenta agonía pública”, dijo.
El libro suscita mucha expectativa, pues él ya habló que develará “calumnias y maniobras oscuras”. Pero también porque llegará en medio de las crecientes tesis de una renuncia del papa Francisco. Según Chaparro, ante el deceso del papa emérito, quedan dos vías libres: “Una en la que Francisco podrá consolidar su ‘revolución’, que según el cronograma terminaría en octubre de este año” con el fin del centralismo en la Iglesia o una renuncia pronta.
El mismo papa Francisco ha dicho que “tiene fecha de vencimiento”, pero no podía dar un paso al costado, pues, según Chaparro, “la Iglesia no aguantaba tres papas, dos eméritos y un papa en ejercicio”, algo que solo se vivió una vez en la historia de la Iglesia y que casi acaba con sus cimientos.
En todo caso, la rivalidad de Francisco con Benedicto se sintió hasta el final. Tras el funeral, llamó la atención de los especialistas que el sumo pontífice nunca trató como papa a su antecesor. Siempre le dijo “nuestro hermano”, el “pastor”. Un nuevo y muy interesante capítulo de esa guerra apenas está comenzando.