La última superviviente de las personas que ayudaron a la familia de Ana Frank a esconderse de los nazis en Ámsterdam falleció (11.01.2010) a la edad de 100 años. Fue ella la que recogió las posesiones de la familia cuando ésta fue descubierta y llevada a campos de concentración en 1944. Entre los objetos de la familia se encontraba el diario de Ana Frank, que llegaría a ser uno de los libros más leídos de la historia.

Enemiga de la política hitleriana

Miep Gieps, de origen austríaco pero crecida en Holanda, fue una decidida enemiga de la política hitleriana. Cuando en 1942 su jefe, Otto Frank, le confesó que habían pensado en esconderse para protegerse del avance del Nacionalsocialismo, Mies no dudó en ofrecer su ayuda y se dispuso a proveer a la familia Frank de alimentos y libros.

La propia Ana Frank hizo referencia a Mies en su famoso diario: “Casi todos los días Miep (...) consigue en alguna parte verduras y las trae en grandes bolsas en bicicleta. También es ella la que trae todos los sábados cinco libros de la biblioteca. Nosotros esperamos ansiosos la llegada del sábado, como si fuésemos niños pequeños esperando un regalo, porque es el día en el que llegan los libros”, escribió la joven el 11 de julio de 1943.

De hecho, durante dos años, Miep y su esposo Jann, junto con Johannes Kleiman, Victor Kugler y BepVoskuijl, ayudaron a la familia Frank, a la familia van Daan y a Fritz Pfeffer, dentista de Gies. Todos permanecieron escondidos en la parte trasera del edificio número 263 del Prinsengracht de Ámsterdam. Sin embargo, pese a los esfuerzos de estas personas por ocultarlos, los nazis descubrieron el refugio y arrestaron a la familia Frank y a los demás fugitivos.

La mujer que salvó el diario

El 4 de agosto de 1944, pocas horas después de la captura de la familia Frank, Miep Gies volvió al refugio llevándose consigo objetos personales de la familia, entre los que se encontraban los apuntes de la joven Ana Frank. Ella se encargó de proteger de los alemanes los papeles donde la joven Ana había relatado los dos años en los que permaneció oculta.

En 1945, decidió entregar el material a Otto Frank, padre de Ana, él único miembro de la familia que sobrevivió y regresó de los campos de concentración al finalizar la guerra. La joven Ana Frank murió de tifus a la edad de 16 años, el 12 de marzo de 1945, en el campo de Bergen-Belsen. En 1947 su padre tomó la decisión de publicar el diario de su hija.

Entretanto, Gies recorrió el mundo entero narrando su experiencia durante el Holocausto y criticando la persecución de los judíos por parte del régimen nazi, lo que le valió numerosos reconocimientos públicos a lo largo de su vida. Ella fue homenajeada, entre otros, por el Estado de Israel. De hecho, fue condecorada con el premio “Justo entre las Naciones”, la distinción más alta concedida a un no judío por el Yad Vashem, institución israelí constituida en memoria de las víctimas del Holocausto en 1995.

En el prólogo del libro que escribió sobre Ana Frank, Gies subrayó que ella no fue ni alguien especial, ni una heroína: “Más de veinte mil holandeses ayudaron a que personas judías y otras personas necesitadas pudieran ocultarse en aquellos años (...) Yo estaba deseando con todas mis fuerzas hacer lo que se esperaba de mí y lo que en ese momento parecía necesario”.

Al cumplir los 100 años, Gies escribió en su página web: “Ahora tengo cien años. Es una edad admirable e incluso he llegado con relativamente buena salud. Entonces es justo decir que has tenido suerte, y tener suerte parece ser un hilo conductor que recorre mi vida.”

Autora: Ana Sánchez Granado / dpa

Editor: José Ospina Valencia