Mientras avanza la investigación sobre el asesinato del presidente de Haití Jovenel Moïse, en hechos ocurridos el 7 de julio del presente año, Rockefeller Vincent, ministro de Justicia de ese país, pidió que se ponga un dispositivo especial de seguridad en las celdas que albergan a los colombianos y otras personas que estarían involucradas en este caso.
Lo anterior fue revelado por el periódico haitiano Le Nouvelliste, quien señala que la solicitud de que se refuerce la seguridad en esas celdas fue hecha por Vincent a Léon Charles, director de la Policía de Haití, por medio de una carta del 23 de agosto.
“Instalar un dispositivo de seguridad especial en las celdas que albergan a los colombianos y otras personas involucradas en este caso y detenidas en la prisión civil de Puerto Príncipe”. Aseguran que buscan con esa medida “reducir los riesgos al reducirlos al silencio”.
Vale destacar que tras el magnicidio del presidente Jovenel Moïse en su domicilio, la policía haitiana ha informado sobre la detención de 44 personas, entre ellas 12 policías de ese país, 18 contratistas de seguridad colombianos y dos estadounidenses de origen haitiano.
“Teníamos que matar a todos para no dejar nada suelto”
En la compleja trama del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, se ha dicho que hubo un exmilitar clave: el capitán retirado Germán Rivera. El hombre habría sido el líder del grupo de colombianos y quien los habría convencido de aceptar la misión en la isla. SEMANA conoció el testimonio completo de Rivera, quien reconoció que trabajaba para la empresa CTU —que realizó la contratación de los colombianos— y fue uno de los primeros en llegar a la isla.
Rivera narró de manera detallada cómo se enteró del plan de Haití, le apostó a ese proyecto y, luego, cómo se ejecutó. Aseguró que su primer contacto fue el reverendo Christian Emmanuel Sanon, quien ha sido señalado de querer tomarse el poder en Haití, y quien le decía que “quería establecer su base política acá (en Haití) para ser candidato presidencial”.
Narró que se veían por videollamada cuando él estaba en Bogotá. “Él no es político, él es médico y pastor de una iglesia, entonces en CTU le dijeron que había la posibilidad, que había que hacer un plan de gobierno, para que esa fuera su propuesta en sus aspiraciones a ser presidente”, aclaró Rivera.
Sobre los detalles del trabajo dijo que en ese momento le prometieron un salario de 3.000 dólares mensuales y uno de 2.700 dólares para los colombianos que lograra convencer. “Me mandaron lo de los tiquetes y 400 dólares para que compráramos cosas que necesitáramos”, precisó.
Rivera contó también cómo conocía a los otros colombianos que se sumaron a la misión. Por ejemplo, con Duberney Capador, quien supuestamente terminó supervisando la operación en la casa de Moïse, había trabajado en dos unidades de fuerzas especiales en Cúcuta.
El viaje se concretó para el 6 de mayo y él tomó la ruta Cúcuta-Bogotá-Panamá-Santo Domingo. “En Santo Domingo duramos desde el 7 hasta el 10 porque estábamos viendo la forma de venirnos para acá, para Haití, entonces empezamos a verificar de dónde salían vuelos”, aseguró. Y viajó finalmente con Ronald y Capador.
En Haití, los tres hombres fueron recibidos en un carro por policías vestidos de civil. El hermano de Rivera ya había llegado a Haití y durante las primeras semanas estuvieron solo los cuatro.
Todos prestaban seguridad, pero eran muy discretos por petición de quienes los habían contratado. “En la casa teníamos una escopeta, pero era de la casa, para ir a prestar la seguridad. Él solo quería que le prestáramos un apoyo, él no nos quería ver amenazantes y nos decía: ‘al contrario, saluden a todos y háganse amigos de todas las personas,”, relató Rivera.
Capador, según Rivera, fue el encargado de convencer a la gente. “Inicialmente, los mejores que pudiéramos, la mejor calidad humana que se pudiera”, remata Rivera. A todos les decían “que íbamos a trabajar acá, en seguridad en Haití”, y que se trataba de un grupo de 400 hombres.
Después de que llegaron los colombianos, Rivera aseguró que escuchó por primera vez la orden de detener al presidente Moïse. “Me empiezan a hablar del presidente de acá, que no era un presidente legítimo, que era un dictador, que su periodo presidencial ya había terminado, que había disuelto el Senado, que había destituido unos jueces, que estaba gobernando por decretos”, explicó.
Los colombianos preguntaron entonces por qué no ejecutaban esa orden de captura los haitianos y la respuesta fue que allá nadie se atrevía “porque le tenían miedo al presidente, porque otros estaban con él, porque no tenían las capacidades técnicas para hacerlo”. En ese entonces faltaban 10 días para la operación y esa información fue compartida con muy pocos de los hombres que habían sido contratados para la operación. Esto significó que los demás seguían pensando que trabajaban en una empresa de seguridad.
Solo los últimos días, a los hombres les fue revelado el verdadero plan: asesinar al presidente y a todos los que estuvieran allí. “Joseph Felix Badio, en una reunión, dijo que teníamos que matar a todos”, sostiene Rivera.
“Dijo que tenía que había que matar a todos; los policías, la seguridad del presidente, todo al que se encuentre dentro de la casa, que había que matarlo para no dejar nada suelto. Entonces yo le dije que no, que nosotros no íbamos a matar a nadie, que nosotros no habíamos venido a acá a este país (Haití) a matar a nadie. Y la prueba de ellos es que todos esos policías fueron detenidos, a ninguno se les hizo nada, a ninguno, solamente que estuvieran quietos, pero a ninguno se le hizo daño”, relató el exmilitar.
Rivera asegura que él y sus compañeros dijeron que solo cumplirían la orden de la detención. “Lo vamos a arrestar y lo vamos a llevar al palacio. Que lo arrestamos, lo llevamos al palacio y cuando digamos que la seguridad en el palacio está ok, entraba el plantel, ellos ya tenían que jueces, otras personas ahí, para hacerle juramento y lo demás”, agregó.
Insiste en que él no sabe quién mató al presidente de Haití Jovenel Moïse porque él no entró a la casa. Lo que sí sabe es que quienes entraron tenían un croquis y los “muchachos estaban organizados por equipos de cinco (personas). El primer equipo era el equipo al que le decíamos delta, en ese equipo entró Javier, que murió, él era el comandante; entró Yepes; entró Franco; entró Palacios; me falta uno, el último, no estoy seguro, pero creo que era Cáceres. Capador, él entra a la casa, pero a verificar”, narró Rivera.
“Como esperábamos fuego, ellos eran los más experimentados; todos iban a entrar, ellos iban a entrar de primero, porque todos iban a entrar”, dijo. Agregó que cree que el segundo equipo era el de Guerrero, el tercero el de Joseph y el cuarto el de Jackson. Él —según su versión— se quedó afuera con James y Blanco.
Joseph Felix Badio, un exfuncionario haitiano, era el encargado de la inteligencia, y de quien Rivera aseguró que “sabía qué estaba haciendo el presidente minuto a minuto”. “‘El conductor del presidente está conmigo’”, les habría dicho en una ocasión. “Nosotros estábamos viendo el partido de la selección Colombia y Badio nos dijo: ‘el presidente también está viendo el partido’”, continuó relatando el exmilitar.
Rivera respondió en ese momento a una de las preguntas clave de la investigación que no había plan de escape. “¿Cuál escape? Nosotros íbamos para el Palacio del Gobierno y él se iba a nombrar como nuevo presidente”, aseguró.
También le preguntaron por qué no había seguridad en la casa presidencial y respondió: “No sé porque yo no entré a la casa, pero los muchachos me informaron que algunos se habían escondido en una habitación y habían dejado el armamento a un lado, que había otra puerta abierta, que posiblemente habían salido otros por ahí, pero yo no sé exactamente qué hicieron porque yo no entré”.
El capitán dijo que cree que quienes entraron a la casa fueron Javier Ramírez, Yepes, Franco, Palacios y Cáceres. “Ellos entran, yo no lo vi, pero después me dicen que allá estaba el presidente”, narra. “En ese momento yo no supe qué había pasado, yo pensé que el presidente se había escapado, nosotros esperamos los disparos de mucho antes, lo esperábamos en la puerta de la casa, no en los puestos de control, como sucedió. Yo dije: tuvo mucho tiempo para escaparse, entonces en ese momento yo no sabía si el presidente estaba, si estaba vivo o si estaba muerto. Pero ya después, cuando nos arrinconó la policía, Javier dijo que el presidente estaba muerto”, aseveró.
Rivera dice que tenía la orden de salir, pasara lo que pasara, 15 minutos después.
Rivera narró después la huida y la muerte de su amigo Duberney Capador. “Nos atacaron muy fuerte, teníamos pocas armas, poca munición y lanzaron una granada de mano. Javier estaba en una esquina agachado y le cayó la granada de mano en el frente y muere en el instante. No nos pasó nada al resto por el chaleco antibalas; el cuerpo de él y el chaleco absorbieron la explosión por completo, pero él cayó muerto instantáneamente. Ahí entonces, después de la granada, nos fuimos para la otra esquina a refugiarnos. Ahí nos tiran otra granada y le cae una esquirla a Capador, de atrás hacia adelante. Tratamos con el paramédico de hacer lo que pudiéramos, pero los botiquines estaban en las camionetas. Salimos corriendo por detrás de la casa, escalando muros, y de ahí salimos”, agrega.
Rivera relató que el dinero que sacaron de la casa del presidente era —supuestamente— para financiar a las 400 personas que vendrían después, pero acepta “yo sé que eso nada tiene sentido, eso fue lo que me dijeron”. Explica que los equipos dijeron que eran de la DEA porque así —en teoría— la seguridad del presidente no los atacaría.
A pesar de que le advierten que se enfrenta a serias consecuencias si no dice quién asesinó al presidente de Haití Jovenel Moïse, el capitán retirado colombiano Germán Rivera insiste hasta el final en que él no sabe quién cometió el magnicidio. “Yo no entré, yo no puedo decir: él lo hizo, y que él no haya sido”.